El Banco Central Europeo (BCE) se ha erigido, al igual que el resto de los bancos centrales, como la primera barrera contra la inflación. Ya el pasado mes de julio, con la guerra de Ucrania ya avanzada y las consecuencias económicas del confinamiento aún coleando, el banco comunitario comenzó a endurecer los tipos de interés y anunció el fin de la compra de deuda que inició durante la pandemia. Una decisión que acabó con los tipos de interés negativos y que, ahora mismo se sitúan ya en un 2%.

El BCE, que intenta combatir la inflación enfriando la economía a golpe de subida de tipos parece, sin embargo, permanecer ajeno a las consecuencias de su política económica. Con unos precios aún en constante crecimiento, el BCE procura desincentivar el consumo encareciendo el precio del dinero y a su vez, ahogando a los hipotecados que, de un tiempo a esta parte, han de lidiar con un importante incremento en sus créditos e hipotecas.

El rumbo que está tomando el banco comunitario atajará el incremento de precios a base de reducir el consumo, encarecer el crédito y paralizando el gasto y la inversión. Decisiones que someterán la inflación generando grandes pérdidas en muchos sectores, a excepción de uno: la banca.

Es el sector financiero el que sale más beneficiado de este endurecimiento de la política monetaria. La subida de tipos equivale a un aumento del valor del dinero, materia con la que la banca desarrolla su actividad. Cabe pensar pues, que, al aumentar el valor, aumenta en consecuencia el beneficio. Dicho de otra manera, el sector financiero se embolsa más por cada préstamo.

Un BCE que, como portavoz del sector bancario, ha arremetido duramente contra el impuesto a los beneficios que ha propuesto el Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez, mientras las distintas entidades continúan, trimestre tras trimestre, anotando mejores resultados.

El sector bancario con beneficios récord

No se ha de mirar muy lejos en el tiempo para observar cómo el sector financiero se beneficia de la política económica llevada a cabo por el BCE. Durante la última semana de octubre las entidades bancarias españolas publicaron sus resultados correspondientes a los dos primeros semestres del año. Unos resultados que arrojaron un beneficio neto conjunto de 16.014 millones de euros, un 32% más con respecto al mismo periodo del año anterior.

El Banco Santander ha obtenido un beneficio atribuido de 7.316 millones de euros durante los nueve primeros meses del año. Esto supone un 25% más con respecto al mismo periodo del año anterior.

Por su parte, BBVA registró un resultado atribuido de 4.842 millones de euros entre enero y septiembre de este año, lo que se traduce en un incremento del 47% en valores interanuales. También CaixaBank registró un beneficio neto atribuido de 2.457 millones de euros durante los dos primeros semestres, un 17,7% más respecto al mismo periodo del ejercicio anterior.

También Banco Sabadell obtuvo un beneficio neto de 709 millones hasta septiembre, lo que supone cerca del doble respecto a los 370 millones que anotó la entidad en el 2021. Asimismo, Bankinter también experimentó un incremento en sus beneficios. La entidad registró un beneficio neto de 430,1 millones de euros durante los nueve primeros meses del año, lo que representa un 21,2% más que en el mismo periodo del año pasado.

El tándem Lagarde-De Guindos: la garantía del sistema financiero

La lucha contra la inflación llevada a cabo por la presidenta del BCE, Christine Lagarde, pasa por encarecer el crédito de aquellas personas que tienen una hipoteca o un préstamo de tipo variable. Sin embargo, Lagarde alerta sobre el impuesto que propone España y pide estudiar si el gravamen puede afectar al enfriamiento del crédito que, precisamente, es lo que busca el propio banco comunitario.

Parece ser que el BCE haga, a la par, una cosa y su contraria, enfriar el crédito mientras se posiciona en contra de un impuesto por el peligro de este de producir un enfriamiento crediticio. También el vicepresidente del banco comunitario, Luis de Guindos, se ha pronunciado respecto al gravamen, aduciendo que “no debe dañar la solvencia de la entidades”.

Así con todo, el exministro de Economía ‘popular’ y la anterior cabeza del Fondo Monetario Internacional (FMI) parecen no tener como único objetivo el someter la curva de la inflación, sino garantizar los intereses del sistema financiero.