Hay rincones de España que quedarán para siempre en la memoria, donde la historia se escribe en piedras y murallas, y se susurra en cada callejón, en cada balcón de forja y en cada establecimiento que lucha por conservar lo que ha perdurado durante siglos. Adéntrate y descubre los cinco pueblos medievales más bellos del país, cada uno con su propio carácter, su luz única, sus leyendas y esa magia capaz de transportarte a otro tiempo.

1. Albarracín (Teruel): el embrujo del medievo rojizo

La primera parada de esta ruta especial por pueblos medievales nos lleva a Aragón, al imponente Albarracín. Rodeado por el río Guadalaviar, este pueblo parece una postal salida del medievo. Caminar por sus calles es como cruzar un portal temporal, donde las casas de color rojizo con balcones tallados en madera, las pequeñas ventanas con visillos de encaje, las puertas con llamadores antiguos e, incluso, los propios vecinos que se asoman al final del día para despedir el atardecer, respiran autenticidad.

Desde la Plaza Mayor, corazón palpitante del pueblo, se puede comenzar un recorrido que pasa por la Catedral, la muralla, las iglesias de Santa María y Santiago, y museos como el Diocesano o el del Juguete, ideal si vas con niños. A sus pies, el paseo fluvial junto al meandro del Guadalaviar ofrece un respiro natural, y en los alrededores, el Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno sorprende con arte rupestre y paisajes de ensueño.

Finalmente, Albarracín es subsede de Dinópolis, con su espacio Mar Nummus dedicado al mundo fósil, lo que lo convierte en una visita ideal tanto para amantes de la historia como para familias.

Vistas panorámicas del pueblo de Albarracín, situado en Teruel.
Vistas panorámicas del pueblo de Albarracín, situado en Teruel

2. Pedraza (Segovia): palabras escondidas en la luz de las velas

Damos un vuelco a Pedraza, una villa pequeña, silenciosa y perfecta, convirtiéndose en una experiencia de calma y asombro. Declarada Conjunto Monumental en 1951, su belleza no se grita, se descubre contemplando las fachadas con escudos nobles, en la empedrada Calle Real, en la irregular y encantadora Plaza Mayor.

Uno de los grandes reclamos es su cárcel medieval, que permite entender cómo era la vida de los prisioneros entre cepos, chimeneas y mazmorras. También el castillo, hoy Museo Zuloaga, conserva la huella del pintor Ignacio Zuloaga y, más recientemente, se prepara para una nueva etapa cultural impulsada por artistas como José Mota y Santiago Segura.

Pero si hay algo que convierte a Pedraza en un lugar mágico son los Conciertos de las Velas, celebrados cada julio. Miles de velas iluminan la villa y acompañan las notas de música clásica en un ambiente único, literalmente, un viaje sensorial al pasado.

El pueblo de Pedraza (Segovia) iluminado durante su famoso Concierto de Las Velas
El pueblo de Pedraza (Segovia) iluminado durante su famoso Concierto de Las Velas

3. Frías (Burgos): la ciudad más pequeña y encantadora

Frías es otro destino que no te puedes perder. Más que un pueblo, se le ha titulado como una “ciudad”, pero con un tamaño y encanto más propio de una villa. Levantada sobre un cerro, su silueta destaca por sus casas colgadas sobre el precipicio y por su castillo altivo dominando el paisaje.

El puente medieval sobre el río Ebro, con sus 143 metros de largo y una torre defensiva, es uno de los más espectaculares del país. También destacan la Iglesia de San Vicente, con joyas renacentistas, y el Rollo de Justicia, que aún vigila el acceso al casco histórico.

Frías es un lugar que sorprende sin hacer ruido. Sus calles, sus vistas y su calma lo convierten en un refugio del mundo moderno.

El pueblo de Frías (Burgos), con castillo y casas colgadas, es la ciudad más pequeña de España. Las Merindades
El pueblo de Frías (Burgos), con castillo y casas colgadas, es la ciudad más pequeña de España. Las Merindades

4. Besalú (Girona): piedra y alma judía

Pasamos al gran pueblo de Besalú, el alma medieval de Cataluña. Situado entre dos ríos, este rincón conserva un patrimonio histórico-artístico de una coherencia y belleza excepcionales. El puente románico sobre el río Fluvià es su postal más famosa, pero Besalú es mucho más.

Pasear por su judería es una experiencia íntima, donde se encuentra el singular Miqvé, los baños rituales judíos mejor conservados de la Península Ibérica, una joya del siglo XII. Sus calles empedradas llevan también al monasterio de Sant Pere, a la iglesia de Sant Vicenç y a la Cúria Real, todos ellos testimonios de un esplendor pasado.

Sin embargo, este pueblo no es todo piedra, y es que la atmósfera de Besalú es profundamente humana, donde artistas, talleres o cafés escondidos son parte del día a día cotidiano. Además, su oficina de turismo ofrece recorridos accesibles para personas con discapacidad visual, lo que suma a su carácter inclusivo.

Besalú, el pueblo medieval de Girona con moneda propia que ha sido escenario de Westworld, El Perfume y Juego de Tronos.
Besalú, el pueblo medieval de Girona con moneda propia que ha sido escenario de Westworld, El Perfume y Juego de Tronos.

5. Sigüenza (Guadalajara): un libro abierto por completar

Finalmente, acabamos en Sigüenza, que además de un gran pueblo, se le puede considerar un libro abierto de historia donde tú puedes continuar sus capítulos interminables. Desde el Paleolítico hasta nuestros días, cada época ha dejado huella aquí. La joya principal es su Catedral, una maravilla del gótico cisterciense que guarda entre sus muros la famosa estatua del Doncel, uno de los iconos funerarios más célebres de España.

El castillo, hoy Parador Nacional, corona la ciudad y ofrece vistas únicas. A sus pies, la Casa del Doncel, las iglesias de San Vicente y Santiago, y los vestigios de murallas narran una ciudad vibrante durante la Edad Media. Pero Sigüenza no se detuvo allí: sus palacios renacentistas, el Convento de San Francisco o el Barrio Humanista muestran la gran evolución que ha tenido el pueblo a lo largo de los años.

La naturaleza también tiene un papel fundamental en estas tierras, donde sus espacios protegidos como el Parque Natural del Río Dulce y el Río Salado ofrecen rutas y paisajes fabulosos.

Por último, no puede faltar destacar su rica gastronomía, donde el cordero, las migas, la trucha y las yemas del Doncel son pura tradición.

El Castillo de Sigüenza (Guadalajara) es uno de los bastiones mejor conservados y alberga en la actualidad un Parador Nacional
El Castillo de Sigüenza (Guadalajara) es uno de los bastiones mejor conservados y alberga en la actualidad un Parador Nacional

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