El Barco de Ávila, declarado Conjunto Histórico-Artístico, es el punto de entrada a los encantadores pueblos del Alto Tormes y El Aravalle. Este rincón, considerado la Puerta de Gredos, está lleno de historia y belleza que ofrece un sinfín de posibilidades para quienes lo visitan: desde su impresionante patrimonio hasta sus tranquilas zonas de baño. Además, esta localidad se distingue por la riqueza de sus festividades y una tradición gastronómica única, en la que brillan con luz propia sus famosas judías, auténtico orgullo de la región.
Historia y estrategia en el corazón de El Barco de Ávila
El Barco de Ávila tiene un origen prerromano, lo que indica la presencia de población en la zona desde tiempos antiguos. Sus primeros habitantes, conocidos como los vetones, decidieron construir un castro a orillas del río Tormes. Debido a ello, en el pasado el pueblo era conocido como "El Barco de Tormes".
Durante la dominación islámica en la península ibérica, la comarca parece haber estado al margen del control musulmán y cristiano, manteniendo sus costumbres e incluso saqueando asentamientos en épocas donde la pobre situación lo requería.
En el siglo XII, la intervención del rey Alfonso VII cambió esta situación debido al sometimiento de la zona y a la supresión de las incursiones de sus habitantes. Por lo tanto, El Barco jugó un papel clave en el proceso de repoblación, convirtiéndose en un punto estratégico.
La plaza en un día de mercado (Foto: Diputación de Ávila)
El primer registro documental data del siglo XIII, aunque se cree que la localidad existía mucho antes debido al origen de su nombre. Para 1250, se trataba de el único asentamiento estable en la cabecera del Tormes, y cuatro años más tarde, Alfonso X entregó la villa, junto a otras de Valdecorneja, a su hermano el infante Felipe. Posteriormente, en 1304, Fernando IV la cedió a Alfonso de la Cerda, destacando su importancia en la organización territorial de la época.
Un recorrido por sus puentes, murallas y leyendas
El Barco de Ávila es un destino cargado de historia y encanto que invita a descubrir monumentos en un entorno natural privilegiado. Uno de los símbolos más representativos es el Castillo de Valdecorneja, una fortaleza del siglo XII construida sobre un antiguo castro vetón. Este castillo ha pertenecido a la casa de Alba y ha resistido numerosas guerras e incendios a lo largo de los siglos. Actualmente, se encuentra renovado y alberga diversos eventos culturales, además de ofrecer una vista espectacular de su entorno.
Castillo de Valdecorneja (Foto: Junta de Castilla y León)
Otro de los puntos fundamentales de esta localidad se encuentra en el corazón del pueblo, junto a la Plaza de España, donde se puede apreciar su Casa del Reloj, un edificio que antiguamente fue Casa Consistorial y que hoy en día funciona como sala de exposiciones. El reloj constituye un símbolo representativo de la villa y añade un toque especial al casco histórico.
Continuando el recorrido, se encuentra el Puente Románico, también conocido como Puente Viejo, que cruza el río Tormes y representa un testigo silencioso del paso del tiempo. Aunque sus orígenes abarcan la época romana, su arquitectura actual fue reconstruida en el siglo XII. Antiguamente este puente estaba protegido por una torre central que fue destruida durante la invasión napoleónica. Hoy en día se encuentra cerrado al tráfico para preservar su estado.
Puente Románico de El Barco de Ávila (Foto: Junta de Castilla y León)
De la antigua muralla que protegía la villa aún quedan restos visibles, como la Puerta del Ahorcado, una estructura de origen romano reconstruida en el siglo XVI con un arco de medio punto y dos torres defensivas que simbolizan y rememoran historias de un pasado cargado de preguntas.
Por su parte, la antigua Cárcel, situada en la Calle Mayor, es un edificio de piedra donde también albergó el juzgado. Actualmente, tiene una nueva función como Biblioteca Municipal y centro educativo, además de ser la sede del Consejo Regulador de la famosa Judía del Barco.
Además de estos increibles destinos, hay otros rincones que tampoco se pierden los visitantes, como la Casa de los Balcones, la Iglesia Parroquial y las ermitas del Santísimo Cristo del Caño y San Pedro del Barco, completando un recorrido lleno de historia, cultura y tradición.
Por último, se encuentran las zonas de baño con las que los habitante y turistas se refrescan en los meses más veraniegos. Entre ellas, destacan los Cotriles, Orbezo, Presa de Cachagranos, las Pozas, la Alameda, Presa de la Aceña y Puente Nuevo.
Fiestas que celebran tradición y comunidad
El Barco de Ávila cuenta con un calendario cargado de riqueza cultural que todos sus habitantes y viistantes disfrutan cada año.
Entre ellas resaltan el Carnaval y Miércoles de Ceniza, que logran llenar todas sus calles de color y alegría con disfraces, marchas, desfiles y bailes nocturnos.
Las Fiestas en honor al Apóstol Santiago, oficiadas alrededor del 25 de julio, incluyen una gran cantidad de actividades al celebrarse durante tres días consecutivos. Son conocidas como las "Fiestas de los Quintos" y reúnen a la comunidad con verbenas y eventos que animan la Plaza de las Acacias.
Por su parte, en pleno verano tiene lugar la festividad de San Pedro del Barco, patrón de la villa. Celebrada también durante tres días consecutivos, da comienzo el 12 de agosto y es una de las festividades que más deslumbran por su tradición, combinada con la diversión y devoción que merece la ocasión.
Por último, otra gran festividad tiene lugar el primer domingo de septiembre, reservado para el Santísimo Cristo del Caño. Estas fiestas incluyen una majestuosa procesión en la que la imagen es trasladada desde su ermita a la iglesia parroquial.
Sabores auténticos
Este municipio cuenta con una rica gastronomía, en la que destacan sus judías del Barco, reconocidas por contar con el segundo Consejo de Denominación Específica más antiguo de España.
Judías del Barco de Ávila (Foto: Restaurante Almirez)
Las judías se cultivan en las terrazas de los valles seleccionados por el Consejo, con la idea de que estén protegidas del aire frío, especialmente en las épocas invernales.
Además de esta deliciosa legumbre, también es muy popular en la zona el chuletón de ternera de Ávila, ampliamente valorado en todo el país y premiado en 1988 con la Indicación Geográfica Protegida (IGP) de Carnes de Ávila. Este plato se disfruta especialmente a la parrilla, acompañado de guarniciones de temporada que realzan su sabor.
Por su parte, las patatas revolconas y sus exquisitos postres y dulces caseros son un éxito entre los habitantes y visitantes del municipio.