A la política se juega con argumentos, persuasión y plazos. Tan importante como la actividad programática es el estado de forma en el que los partidos lleguen al momento de la verdad. En apenas unas semanas un partido como el PP es capaz de estar repartiéndose ministerios imaginarios en su Congreso de IFEMA a jugar a la defensiva por la petición de cárcel para el novio de Isabel Díaz Ayuso, el ruido de sus mentiras académicas o el estallido de causas de corrupción de una dimensión desconocida como la trama Montoro.

Quien mejor ha sabido aprovechar estas situaciones ha sido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, encontrando habitualmente en los movimientos sorpresivos una respuesta a sus momentos de debilidad. Adelanto de elecciones, tiempos de reflexión o cambios de Gobierno. Es lo que precisamente teme Feijóo, empeñado en escuchar el constante runrún de un hipotético adelanto electoral este otoño. Por ello, el presidente del PP ha reclamado estar preparados, electoralizar sus equipos y contenidos, aprovechar -esta vez sí- el rebufo de las encuestas. Y pese a que Moncloa insiste en que no habrá comicios, desde Génova buscan seguir manteniendo ese ambiente preelectoral que ahora mismo les beneficia.

Para ello, son muchas las estrategias que suenan con fuerza. Las más previsibles, con Alma Ezcurra como plenipotenciaria de su gestión, pasan por activar una ofensiva ‘antisanchista’ por tierra, mar y aire. Buscar que el tiempo no amanse la situación. Otra, más sorpresiva, y que volvería a colocar a los populares en un clima de victoria, sería aprovechar sus gobiernos autonómicos para hacer del calendario electoral autonómico una auténtica tortura para el PSOE.

Y es aquí donde juega un papel preminente uno de sus barones con mejores perspectivas, Juan Manuel Moreno Bonilla. El presidente de Andalucía lleva tiempo dejando que el runrún crezca, hablando sobre una hipotética coincidencia entre las generales y sus autonómicas en caso de que Sánchez active el calendario. No obstante, ya hay quienes creen que estos comicios se producirán independientemente de lo que decida Moncloa.

Un futurible que esta semana ha ganado todavía más enteros en las quinielas. Uno de sus precursores, casi siempre acertado y gran conocedor de los secretos de la política andaluza, ha sido Francisco Reyes, presidente de la Diputación de Jaén, quien, en rueda de prensa, deslizaba este lunes que se avecinaría un “otoño calentito”: “Tengo la sensación de que habrá adelanto electoral en Andalucía”, explicaba. Lo hacía, además, 72 horas después de reunirse con el propio Moreno Bonilla.

“El anuncio podría ser el 1 o el 8 de septiembre y creo que podrían celebrarse el 19 o el 26 de octubre", proseguía, dando así más detalles sobre unos plazos que empiezan a sonar con fuerza en los mentideros del Parlamento andaluz. “Estoy convencido que en cuanto volvamos del verano, Juanma Moreno está convocando elecciones”, sentenciaba Reyes.

“Tira la piedra y esconde la mano”

Estas predicciones, formuladas por Reyes, no eran las únicas. La vicesecretaria general y portavoz del PSOE de Andalucía, María Márquez, aprovechaba su balance de fin de curso político para exigir al presidente de Andalucía que fuese claro, hablase sobre sus voluntades reales y dejase de “tirar la piedra y esconder la mano” alimentando los rumores sobre repetición electoral.

Según Márquez, la motivación de Moreno Bonilla para “especular” sobre unas nuevas elecciones pasa por “sondear a la población” y huir de los debates que verdaderamente importan a la ciudadanía andaluza, tales como la pauperizada sanidad pública o los casos de corrupción que acechan al PP de la región: “Si quiere convocar elecciones, que lo haga y nos explique por qué”, reclamaba, aunque advertía de que el líder del Ejecutivo andaluz activará esta palanca “cuando mejor le venga a él, no a Andalucía”.

Súmate a El Plural

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio