En un mundo cada vez más urbanizado, los bosques son templos de silencio, vida y memoria. Estos rincones, aún por descubrir por muchos aventureros y amantes de los refugios de la biodiversidad, son sin lugar a duda un espacio para reencontrarnos con nosotros mismos. Y cuando el calor aprieta, se convierten en el mejor lugar para respirar hondo y refrescar cuerpo y mente. España, tan rica en paisajes como en historia, guarda en su geografía algunos de los bosques más espectaculares de Europa. Hoy te llevamos de ruta por cinco de ellos que, más que destinos, son experiencias que se graban en la piel.
Selva de Irati (Navarra): donde los árboles centenarios te susurran al oído
La primera parada nos lleva a la Selva de Irati, sintiéndose como la entrada a un fantasioso cuento de los hermanos Grimm, pero en lugar de los monstruos, es la gran belleza la que logra ser protagonista de sus fascinantes tierras. Este hayedo-abetal, uno de los más extensos y mejor conservados de Europa, es un prodigio natural que parece suspendido en el tiempo. Sus árboles centenarios se alzan como columnas de una catedral viva, por la que pasean en silencio ciervos, corzos y jabalíes.
La biodiversidad de Irati es impresionante: halcones peregrinos, águilas reales, quebrantahuesos y hasta pájaros carpinteros en peligro de desaparición hacen de este bosque su hogar. La razón de su buena salud no es un milagro, sino el respeto. A pesar de que fue explotado desde el siglo XV, la ciudadanía de los valles supo convivir con el bosque, logrando que, a día de hoy, sus tres zonas protegidas —Mendilatz, Tristuibartea y Lizardoia— garanticen que Irati siga siendo ese lugar donde el bosque habla y nosotros, por fin, escuchamos.
La Selva de Irati, en los Pirineos de Navarra, es uno de los hayedos-abetales mejor conservados de Europa, donde la biodiversidad y el silencio te envuelven como en un cuento
Bosque de Muniellos (Asturias): el hábita de osos pardos, urogallos y quebrantahuesos
En el suroccidente de Asturias, dentro de la comarca de Fuentes del Narcea, se esconde una selva donde la naturaleza dicta sus propias reglas: el Bosque de Muniellos. Aquí el acceso está restringido a un número muy limitado de visitantes diarios, y no es para menos, ya que no hablamos de un simple parque temático, sino de un auténtico santuario natural.
Los robles centenarios dominan el paisaje desde hace 400 años, caminando con sigilo osos pardos, urogallos y, sobrevolando, algunos curiosos quebrantahuesos. Se trata de un lugar que exige respeto y tiempo, y es que aquí no se viene a hacer fotos rápidas, sino a contemplar aprendiendo, y sobre todo, en singular silencio, recordando en todo momento que te encuentras en un lugar privado que es propiedad de la auténtica naturaleza y de las especies que habitan en ella. A veces, cuando el viento agita las hojas, uno puede imaginar el eco de un tiempo donde el ecosistema no tenía que defenderse de nada.
En el suroccidente asturiano se extiende el Bosque de Muniellos, un santuario natural de acceso restringido donde sobreviven osos pardos, urogallos y robles centenarios
La Fageda d’en Jordà (Girona): el bosque encantado sobre lava
En el corazón del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, en Girona, La Fageda d’en Jordà parece una pintura impresionista. Las hayas crecen sobre un suelo volcánico creado por la colada del volcán Croscat. Pero es que las cualidades y las curiosidades de esta deslumbrante tierra no se quedan ahí, ya que este bosque único obliga a los árboles a adoptar formas inusuales: troncos torcidos, ramas que se enredan como si fuesen parte de una danza milenaria.
Otra de sus características mágicas es la manera en la que va cambiando la luz a lo largo del año. En otoño, es un mar de ocres y dorados; en primavera, una sinfonía de verdes; y en cada una de las épocas del año, se respira una calma que roza lo sagrado. No es casualidad que inspirase al poeta Joan Maragall, que escribió sobre su belleza con gran inspiración. Manantiales de agua cristalina, senderos que serpentean entre sombras y una sensación constante de estar caminando por los sueños de la tierra invitan a no perderse la visita a este rincón.
Ubicado en Girona, La Fageda d’en Jordà es un bosque de hayas que crecen sobre lava volcánica
Faedo de Ciñera (León): leyendas de hadas, brujas y sacrificios
El Faedo de Ciñera es una herida que ha cicatrizado en verde a lo largo de los años. Situado en León, este hayedo centenario crece junto a antiguos vestigios mineros. La ruta que lo atraviesa comienza cerca de una mina abandonada, recuerdo de un pasado industrial que transformó la zona.
Hoy, el Faedo es un espacio para la memoria y la esperanza. Las hayas —algunas de ellas con 500 años— parecen escuchar en silencio las historias que cuentan los carteles del camino: leyendas de hadas y brujas, cuentos de mineros y sacrificios. La joya del bosque es 'Fagus', una haya monumental que parece abrazar el cielo con sus ramas.
En 2007, este rincón fue declarado el 'Bosque mejor cuidado de España', y no es difícil entender por qué. La conservación, el mimo en los senderos y la conexión emocional que transmite hacen del Faedo una experiencia profundamente humana.
El Faedo de Ciñera, un hayedo centenario en pleno corazón de León, mezcla naturaleza y memoria junto a antiguas minas
Monte Hijedo (Cantabria-Burgos): el reino escondido de los tejos
En la frontera entre Burgos y Cantabria, el Monte Hijedo se extiende como una fortaleza verde. Menos conocido que otros bosques, es uno de los mejor conservados del norte del país. Robles, hayas y acebos forman un bosque mixto vibrante, pero los verdaderos protagonistas aquí son los tejos milenarios, escondidos como joyas en los rincones más inaccesibles.
No se trata solo de un entorno bello, sino de un espacio esencial para la vida: lobos, gatos monteses, martas, águilas reales e incluso, cada vez con más frecuencia, el oso pardo, encuentran aquí su hogar. La naturaleza se abre paso con fuerza, como un susurro que crece hasta convertirse en rugido.
El Monte Hijedo, uno de los bosques mejor conservados del norte de España