Parece que la lucha entre sindicatos, patronal y Gobierno con respecto a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) todavía continúa, aunque parece que el cruce de reproches se ha interrumpido para dejar paso a los anuncios y propuestas que caracterizan un arranque de curso político que pretende ser convulso, marcado por la crisis energética, la espiral inflacionaria y las inminentes elecciones previstas para 2023.

Uno de los compromisos políticos del Gobierno de coalición es el de elevar el SMI al 60% del salario medio al final de la legislatura. El Ejecutivo prevé elevar dicho salario mínimo hasta los 1.080 euros. Sin embargo, la vicepresidenta segunda del gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz viene advirtiendo desde finales de agosto que la inflación media se situará este año entre un 7% y un 8%, y que este hecho ha de ser tenido en cuenta, así como la participación de los salarios en la renta nacional, la productividad y la situación económica del país para calcular la subida del SMI.

No obstante, la escalada del IPC ya está presionando a Díaz, que se ha colocado del lado de los sindicatos en la batalla por la negociación de la subida de salarios en convenio. De hecho, el alza del SMI a 1.080 euros de los 1.000 euros vigentes supone indexarla al IPC del 8% que hasta ahora contemplaba la vicepresidenta.

Sin embargo, el IPC medio ya se sitúa en el 9% y organismos como Funcas han elevado su previsión para este ejercicio al 9,1%. Los 1.080 euros contemplados antes de verano se sitúan ya por debajo de la subida del coste de la vida y así lo están entendiendo los sindicatos que amenazan con un “otoño caliente” en caso de que el acuerdo no fructifique.

Ante la cuestión de elevar el SMI, existen dos posiciones enfrentadas. Por un lado, izquierda y sindicatos que abogan por una subida del SMI argumentando la pérdida de poder adquisitivo de la ciudadanía a causa de la elevada inflación; y, por otro, derecha y patronal que argumentan que la subida del salario mínimo puede destruir empleo. No obstante, hay varios premios Nobel que refutan la idea que tradicionalmente ha defendido la derecha.

El premio Nobel habla: subir el SMI no destruye empleo

El economista David Card, recibió, el año pasado, el Nobel de Economía por “sacar conclusiones de experimentos inesperados” y aplicarlos al análisis del mercado laboral, tal y como informó la Real Academia de las Ciencias sueca.

Card, profesor de la Universidad de California en Berkeley y galardonado con el Premio Nobel de Economía por sus "contribuciones empíricas a la economía laboral", contradijo la teoría de los empresarios y economistas liberales, en uno de los estudios que le han valido el prestigioso reconocimiento.

El profesor de la universidad californiana estudió las consecuencias de la subida del salario mínimo en Nueva Jersey sobre los trabajadores de cadenas de comida rápida en ese estado y también sobre la vecina Pensilvania. En 1992, se trataba de dos prósperos territorios industriales del norte de Estados Unidos en manos de gobiernos demócratas, pero solo el primero, el de Nueva Jersey decidió aumentar la paga, desde los 4,25 hasta los 5,05 dólares la hora.

No obstante, estudios previos hacían pensar que el empleo se reduciría en Nueva Jersey debido a la nueva regulación, en contraste con lo que sucedería al otro lado del río Delaware (Pensilvania). Pero no fue así. Los investigadores analizaron 410 puntos de venta en ambos estados, similar al que llevaría a cabo el propio Card tiempo después. El premio Nobel estudió el efecto de la medida en los restaurantes de Nueva Jersey a la par que controlaba los de Pensilvania, ya que, de acuerdo con el autor, "los patrones estacionales de empleo son similares" en ambos estados.

Las conclusiones del estudio fueron las siguientes: el salario medio de entrada había subido un 10% en Nueva Jersey, mientras que el salario medio se había incrementado un 3,1%.  En ese estado, no solo no se había destruido empleo a tiempo completo, sino que se había creado, al contrario que en Pensilvania. No obstante, hubo una única consecuencia negativa para los consumidores, el precio del menú aumentó más en Nueva Jersey que al oeste del río Delaware.

El premio Nobel desmonta la tesis de Vox: Los inmigrantes no roban empleos

La aportación de Card a los estudios sobre inmigración y mercado laboral también arrojan conclusiones interesantes. Su principal conclusión es que la llegada de extranjeros no provoca una merma en el empleo de los trabajadores autóctonos menos cualificados, así como tampoco en los salarios.

El premio Nobel desbarata las teorías racistas que la ultraderecha revindica demostrando que la brecha salarial entre trabajadores nativos cualificados y no cualificados ha continuado intacta a pesar de la afluencia de inmigrantes. Además, en sus conclusiones califica de “escasas” las evidencias de que los extranjeros mengüen las oportunidades de los trabajadores nacionales con escasa formación. Al contrario, los emigrantes acuden precisamente a cubrir puestos de trabajo cualificados en aquellos lugares en los que escasea.