Uno de los temas más conocidos del grupo Os resentidos, convertido en himno no oficial, es Galicia, sitio distinto. A menos de un mes de las elecciones autonómicas, ese título parece la antítesis de cómo se presentan esos comicios. Jugando un poco a ser meigas, que habelas haylas, lo que va a suceder el 12 julio está ya escrito, es decir, que el Fogar de Breogán no va a ser diferente a lo que hay hasta ahora. Vamos, que Alberto Núñez Feijóo seguirá siendo presidente.

Llegar a esta conclusión no es difícil. Basta echar un vistazo a la idiosincrasia gallega para darse cuenta de cómo somos y, sobre todo, qué herencia recibida de Don Manuel Fraga Iribarne posibilita que casi nada se mueva en lo que elecciones se refiere.

Fraga lo dejó todo atado y bien atado. De esto hace ya unos cuantos años, pero da igual. Reavivó un galleguismo sui generis, claro, y lo perpetuó a través del actual presidente y aspirante a la reelección. Eso sí, de aquel galleguismo fraguista poco queda en el PP actual. Los hoy dirigentes han sabido hacer limpia, aunque en muchos casos simplemente han camuflado lo no deseable bajo las alfombras. Entoces ¿dónde está esa herencia? En una parte evidente, en el rural.

En las aldeas, Don Manuel sigue muy presente -faltan las camisetas al estilo del Che- y "o PP" es la referencia. Si a esto, y las peculiaridades de la actual ley electoral, unimos el hecho de que, según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística, el índice de envejecimiento de Galicia es el segundo más alto de España (en 2020 es de 202,27) y que en ese rural es donde más mayores hay, entonces se pueden extraer conclusiones que explicarían en parte lo que, según dicen las encuestas y la costumbre, se va a producir en julio.

Hay más. Muchos dirán aquello de: “Ya, ya, pero Núñez Feijóo también se enfrenta a la división del voto de centro derecha, derecha y ultra...”. Pero es que aquí, de nuevo, hay que volver a hablar de Don Manuel (y la buena estrategia del actual presidente o la suerte de que todo le salga de cara).

O PP en Galicia no es el PP, es o PP. Es decir, para homenajear a los fallecidos por la maldita pandemia no se organizan toros, ni nada patriótico a tope, con himno español para empezar y acabar. No. Aquí son las tres banderas (España, Galicia y Europa), dos gallegos ilustres (Luz Casal y Carlos Núñez), tantas rosas blancas como personas fallecidas y el tema Negra Sombra, poema de Rosalía de Castro. El resultado es que ayer y hoy se ha repetido hasta la saciedad en todos los informativos nacionales siempre con una coletilla: Galicia es la primera región en estrenar la 'nueva normalidad'.

Ante esto, los de Cs no tienen nada que hacer. Pienso en ellos -me refiero a sus aspirantes en estas y otras elecciones- y me acuerdo de esa tribu presente en las ciudades gallegas de súper oseasssss. Y claro, esto ya está ganado también por o PP. Como me ha comentado algún casi votante, en otros tiempos, del partido conocido antiguamente como de Rivera, “Galicia no es Cataluña”.

Y qué decir de VOX. Sabíamos que tarde o temprano Santiago Abascal iba a sacar sus raíces galaicas, con su abueliña. Tiene todo el derecho del mundo, faltaría más. Sin embargo, otra vez, esa parte del electorado, la dejó bien atada Don Manuel (quien pasó del franquismo a la democracia y casi rozó el nacionalismo).

Es verdad que siempre ha habido ultras en Galicia – el gurú de todos ellos campó a sus anchas en España durante 40 años-, pero no es menos cierto que en las grandes urbes gallegas nunca han logrado impactar, y en las aldeas ya se sabe que el galleguismo pepeiro no tiene rival. Para que Santi y sus chicos de mascarilla con enseña no se lleven un chasco, que nadie les diga que cuando un gallego dice aquello de viño (vino) do país o pataca (patata) do país se refiere a que son de aquí, de Galicia, no vaya a ser que tengamos un disgusto y a alguno le dé por colgar una rojigualda que ocupe toda la catedral de Santiago de Compostela. Antes de lo de Cataluña, cuando lo del separatismo era cosa de Euskadi, se repetía aquello de “es que esto no es el País Vasco”.

Tras los ultras, están los nacionalistas del BNG. Su lucha a la izquierda parece que se va aclarando y Ana Pontón ha logrado no unir, pero si unificar en gran medida el voto. Lejos, aunque no tanto, quedan los tiempos de Beiras y su zapato, las luchas intestinas entre los bloqueiros (si las hay son sotto voce). Estas las han traspasado a Podemos y sus marcas varias. Siguen con la defensa del idioma gallego como uno de sus pilares, aunque sin ser cansinos. Da la impresión de que, con un idioma que puede hablarlo hasta el 89% de los gallegos y que es la lengua vernácula más utilizada, se han percatado de que hay otras prioridades más urgentes. Subirá el Bloque, pero dicen los sondeos que no lo suficiente para ayudar al PSdeG-PSOE a ocupar la Xunta.

Y quedan los socialistas. Probablemente tengan uno de los mejores candidatos, en cuanto a preparación, de los han tenido nunca. Pero el primer problema es que no es o PP, es el PSdeG-PSOE, más letras y menos punch marketiniano. Más allá de consideraciones que nada tienen que ver con la realidad, o sí, Gonzalo Caballero parece un buen aspirante. Preparado académicamente, profesor universitario, economista... pero si hasta sabe hablar inglés a la perfección. Da la impresión de que le va a suceder como a muchos jóvenes que van a buscar un trabajo: debería rebajar su CV porque con tanto mérito no encaja.

Las circunstancias tampoco le están ayudando, porque con la crisis sanitaria, la evolución que se vislumbraba en cuanto a sus respaldos, con encuestas que lo acercaban más a Núñez Feijóo, se ha ido al traste. Eso sí, no ha caído en la vehemencia y el tono guerrero de la madrileña Isabel Díaz Ayuso, sino que ha mantenido una postura de colaboración. No obstante, a tenor de las encuestas, aunque subirá, no será suficiente.

Queda un mes por delante hasta la cita electoral. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. La sensación es de repetición de resultados, pero no es menos cierto que el candidato a la reelección también da muestras de agarrar bien los votos por si acaso (lo último ha sido desmarcarse el sábado de la teoría conspiranoica de Génova sobre la gestión de las residencias de mayores). A pesar de los aires triunfalistas de algunos medios de la derecha, en este mes puede haber cambios y tiene que entrar en escena el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Del salto de Núñez Feijóo a Madrid, hablamos en un par de años, si gana. Antes, el 13 del mes que viene, salvo que Galicia sí sea un sitio distinto, Casado empezará a temblar.

Por cierto, en la actualidad casi el 26 por ciento de la población gallega tiene más de 65 años y un porcentaje muy alto apoya a "o PP" ¿irán a votar el 12 de julio o afectará el COVID-19?