Galicia ha puesto en marcha hoy la XI legislatura, la de la cuarta mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo. La que le iguala al mito ‘popular’ de Manuel Fraga. Hoy, en la rúa do Hórreo, también se ha escenificado lo que reflejaron las urnas el 12 de julio: la recuperación del nacionalismo gallego. Es el BNG de siempre, pero con tintes que Don Manuel supo explotar muy bien, es decir, un Bloque urbano, pero al que Ana Pontón también ha dado un toque más gallego, más rural –en la campaña, ella misma presumió, como no podía ser de otra manera, de sus orígenes-.

Es curiosa la paradoja. Fraga, supo ganarse el rural con su galleguismo ‘popular’ o su populismo gallego. Lo hizo en unos tiempos –de los que no hace mucho- en los que hablar gallego en las ciudades, para los sectores más conservadores, era casi cosa de paletos. Ahora se da lo contrario. Utilizar en las urbes la lengua propia ya no es de ‘aldeanos’ y quienes la han usado –el BNG, siempre y en todos los ámbitos- parece que empiezan a ‘reconquistar’ o a hacerse más visibles en los lugares donde o galego es la vía de comunicación habitual e, incluso, única.

Hoy también se inicia el mandato de la reflexión en el PSdeG. De la reflexión porque Gonzalo Caballero no logró en los comicios de julio sus objetivos. Los socialistas no recuperaron el rol de principal partido de la oposición, algo que algunos internamente esperaban ante la previsible caída (la desaparición no se planteaba) de Podemos.

Se vieron superados por el BNG. Muchos auguraron la renuncia de Caballero. Él ha decidido continuar y tratar de levantar el vuelo de una formación que, de cara a estos cuatro años, debe recuperar o lograr su esencia gallega. Caminar hacia ese galleguismo que, a juicio de algunos sectores del propio PSdeG, se abandonó por mirar a Madrid constantemente.

Legislatura histórica

Este será el objetivo socialista, porque la XI Legislatura puede ser histórica desde diferentes puntos de vista, pero el principal el político.

Núñez Feijóo ya anunció antes de las elecciones que, si ganaba, éste sería su último mandato. Es evidente que su punto de mira está en la capital de España. Ahora mismo, es el único presidente autonómico con mayoría absoluta y el único del PP que ha hecho temblar los cimientos de la actual dirección ‘popular’ en la calle Génova.

Dará el paso. Regresará a Madrid y lo hará, más pronto que tarde, por aclamación ‘popular'. En dos años, en 30 meses. Da igual el tiempo, aunque cuanto más le deje a su sucesor o sucesora en Galicia para darse a conocer, mejor. Porque Feijóo es un partido en sí mismo. Cuando haga las maletas el o la que se quede (a lo mejor en las próximas elecciones gallegas solo hay candidatas a la presidencia de la Xunta) tendrá una losa muy grande en forma de cuatro mayorías absolutas cinceladas bajo el nombre del sempiterno líder que fue capaz de ganar con claridad prescindiendo de la marca de su partido.

Esa es la oportunidad de la oposición. Ana Pontón ha logrado situarse. Gonzalo Caballero aún tiene que hacerlo.

Por delante quedan cuatro años de mucha intensidad política porque las consecuencias de esta pandemia se van a arrastrar muchos tiempo.

Volverán a surgir conflictos laborales con industrias que siguen en riesgo porque no se adoptan políticas reales sino que solo ponen parches temporales. Alcoa es el paradigma. Del conflicto en plena ebullición de la factoría se acordó  el diputado más joven del Parlamento, Daniel Castro, del BNG. Ejerció el papel de presidente de la Mesa (junto al parlamentario de más edad) ataviado con la chaqueta que estos días se puede ver en los informativos de televisión porque es la de los trabajadores Alcoa.

Tuit sobre diputado más joven con chaqueta de trabajadores de Alcoa

La Xunta debe asumir competencias

Es evidente que las cosas no se han hecho bien y que los ‘arreglos’ no sirven. Tiene que haber soluciones y no basta con reclamarlas al Gobierno central, que también tiene que involucrarse. La Xunta de Galicia debe liderar la búsqueda de alternativas al lado del Ministerio de Industria, asumiendo de una vez las competencias que le atribuye el actual estado de las autonomías.

Hoy, 7 de agosto echó a andar el cuarto mandato de Feijóo. Para empezar, repite al frente del Parlamento tras la votación de esta mañana todo un veterano: Miguel Santalices Vieira.

Con un hemiciclo dominado por sus 42 diputados de 75 (19 del BNG y 14 del PSdeG, lo completan), con casi idéntica cantidad de hombres (38) que de mujeres (37) y con un total de 36 diputados que se estrenan en esta labor, la única novedad en comparación con otros arranques de legislatura han sido las medidas de seguridad. Es, sin duda, el preludio de lo que vendrá.

El COVID-19 lo marca todo. Hoy no ha habido público invitado y lo que más ha llamado la atención han sido las mamparas instaladas entre los diputados como medida de prevención. Las mascarillas ya forman parte del vestuario. La pandemia lo están condicionado todo, también en el parlamento gallego.

El siguiente capítulo de esta XI Legislatura, a finales de agosto o principios de septiembre con el debate de investidura.