Pablo Casado tiene un plan: de aquí a 2023, fecha en la que se celebrarán los próximos comicios generales salvo imprevistos entre socios de Gobierno, el PP tiene que volver a presentarse como el único partido capaz de derribar a Pedro Sánchez en las urnas. Un retorno a la política de bloques y al mantra del voto útil que Ciudadanos y Vox tratan de alejar con una escalada de críticas al partido mayoritario del bloque y socio de confianza en las autonomías y ayuntamientos donde la aritmética requería de unión parlamentaria.

El fallo de la Sección Segunda de la Audiencia Nacional dentro del marco del caso Gürtel ha sido utilizado por los liderados por Arrimadas y Abascal para arremeter contra Casado, su entorno, el buen nombre de su partido y la sede símbolo de la corrupción española que lleva con el cartel de ‘se vende’ desde hace ocho meses. “Otro caso más de corrupción del PP”, resumía este jueves el portavoz de los naranjas en el Congreso de los Diputados, Edmundo Bal. “No vale con que se abone la cuota por la que fue condenado. Debe hacer una donación para un fin de interés general de todo el dinero que utilizó en B”, exigió.

Al margen, desde Ciudadanos también aprietan con el reparto de sillones en los órganos constitucionales pendientes de renovación desbloqueados por el acuerdo del secretario general del PP, Teodoro García Egea, y el ministro de Presidencia y Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños: “PSOE y PP no se sientan a hablar para mejorar España, pero sí para repartirse cargos”, denunció Inés Arrimadas tras conocerse el acuerdo bilateral. “Es el mismo bipartidismo de siempre, por eso no quieren que haya otros partidos”, añadió.

De hecho, la líder liberal envió recientemente una carta a Pablo Casado y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para que encabezaran una serie de pactos de Estado con presencia de su formación en asuntos como educación, empleo ciencia e investigación, reforma del sistema eléctrico, natalidad, pensiones, refuerzo del orden constitucional y la regeneración democrática y por la reforma del sistema electoral. "Que liberales, socialdemócratas y conservadores impulsemos grandes pactos de Estado es muy necesario", explicaba.

Vox y la derecha caviar: “Somos la alternativa”

Si Ciudadanos aprieta desde el centro y el reformismo europeo, Vox lo hace desde la derecha con fuerza. Al igual que los naranjas, la extrema derecha considera una aberración el pasteleo con el reparto de sillones protagonizado por el PP. Además, advierten de que esto se acabará con la entrada de sus dirigentes en los futuros gobiernos populares que necesiten de su apoyo para legislar: dejarán de ser muleta y se convertirán en juez y parte.

El último encontronazo entre Abascal y su pléyade y el PP ha sido a cuenta del fallo del Tribunal Constitucional que consideraba ilegal el segundo estado de alarma decretado por el Gobierno y gestionado por las CCAA: “Qué poca vergüenza. No os opusisteis a este atropello”, tuiteó Santiago Abascal contestando a un discurso en la Cámara Baja de Pablo Casado. “El problema es que los que pisoteasteis derechos y libertades fundamentales desde el gobierno o autonomías, no tenéis que pagar por ello. En España, según el TC, la tiranía del bipartidismo es ilegal… pero está despenalizada”, sentenció.

Tampoco se quedó atrás el portavoz del partido, Iván Espinosa de los Monteros, tildando al PP de "cooperador necesario” del Gobierno: “El PP debería pedir perdón por el camino erróneo que llevan, revertirlo y volver al sentido común”, añadió, indicando que el problema de los populares es su “poca memoria”.

Los problemas internos

Al margen del celo de sus contrincantes, sabedores del buen momento de forma del PP en las encuestas, Casado tiene otro problema con nombre y apellidos: Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid no esconde su enemistad con Teodoro García Egea, número dos en Génova, y esta semana ha reabierto las heridas al apreciar que la dirección nacional trataba de bloquear su ascenso a la presidencia del PP de Madrid por la puerta de atrás.

El entorno de Ayuso, de hecho, no descarta denunciar a la dirección nacional si finalmente los plazos para el Congreso del PP de Madrid se alargan más allá de marzo -fecha límite que marcan los estatutos-, mientras que Casado se niega a doblegarse ante sus amenazas y se limita a explicar que será durante el primer semestre del año venidero.

Este viernes, durante la reunión de la Junta Directiva del PP, la presidenta regional volvió a pedir celeridad en el tiempo y explicó que su campaña no es “en contra de nadie”: “ “Yo lo que quiero de aquí hacia adelante es trasladar la ilusión de las urnas del 4M a todos los rincones de la Comunidad”, ratificó la presidenta.

“Estamos obligados a salir fortalecidos de aquí y si hay alguien que tiene alguna discrepancia estoy obligada a convencer de que esta opción, que este paso que voy a dar hacia adelante, es el mejor para la casa y tendré toda la paciencia y todas las ganas. El PP siempre ha caminado unido y mi responsabilidad es que no haya divisiones”, remachaba.