Cuando Alberto Núñez Feijóo decidió dar el salto a la política nacional, justo cuando sabía que disponía de los apoyos necesarios y, lo que es más importante, con sus rivales internos controlados, en su hoja de servicios siempre se ha mencionado su gestión al frente de la Xunta de Galicia.

Sin embargo, y aunque ya en la más de una década como presidente gallego hubo muchos 'peros' desde diferentes puntos de vista, su llegada a la sede nacional del PP en la calle Génova ha ido acompañada de datos y cifras que echan por tierra esa gestión ejemplar.

La parte económica tiene abiertas varias grietas procedentes de su herencia encabezadas por la desindustrialización (de ahí el apoyo sin fisuras a controvertidos proyectos como el de Altri) y la apuesta casi única por el turismo como motor apoyado en los años Xacobeos, lo que se traduce en bajadas de desempleo inferiores a las del resto del Estado, y eso que Galicia no deja de perder población.

En el apartado educativo, no ha ido la cosa mucho mejor, con la eliminación nada más llegar al poder de la gratuidad de los libros de texto, y la consolidación de su apuesta por la educación privada y/o concertada, además de tener el dudoso honor para los defensores de la universidad pública, de ser el presidente que puso todos los mimbres para el impulso de la primera institución universitaria privada, de la mano de Abanca, considerada la entidad financiera otro de sus fiascos en materia económica.

La sanidad pública es otro de los suspensos de la gestión de Feijóo. Es lo que dicen las entidades que defienden la sanidad pública y, ahora también, el Consello de Contas que acaba de publicar un demoledor informe sobre la joya de la corona de la gestión sanitaria del ahora líder nacional del PP: el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo.

Cuando lo presentó como referente de un modelo de colaboración público-privada, se observó que era una copia casi exacta de los hospitales construidos por Esperanza Aguirre en Madrid. Ahora el Consello, en un informe que acaba de hacer público, es demoledor a la hora de hacer balance de todo el proceso -desde el inicio- llevado a cabo para hacer realidad este hospital. La conclusión principal, además de hablar de falta de transparencia y cambios en algunos aspectos poco claros, es que para este organismo el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo ha supuesto para las arcas públicas un sobrecoste de más de 470 millones de euros.

Las críticas al centro hospitalario, al modelo elegido para su edificación y gestión posterior, han sido constantes desde el principio por parte tanto de los partidos de la oposición, como de sindicatos, organizaciones de médicos y enfermería y los colectivos defensores de la sanidad pública. Ahora parecen recibir la razón a sus quejas y augurios.

Cambio de proyecto

Los socialistas gallegos defiende que su último presidente, Emilio Pérez Touriño, y su Gobierno impulsaron el proyecto pero 100% público. Alberto Núñez Feijóo y su entonces “mano derecha” y ahora máximo dirigente de la Xunta, Alfonso Rueda, decidieron cambiarlo reduciendo su tamaño y optando por el citado modelo de financiación abierta a las compañías privadas.

El PSdeG ha sido contundente a la hora de señalar que “en lugar de financiar el hospital con fondos públicos”, el primer Ejecutivo de Feijóo decidió recurrir a “fondos privados que funcionaron como prestamistas, incrementando significativamente la carga financiera sobre la cidadanía”. Los socialistas han reclamado de nuevo el cambio de gestión del centro hospitalario a uno totalmente público.

También el Bloque Nacionalista Galego se muestra en la misma línea. Hoy mismo ha reclamado el “rescate” del Álvaro Cunqueiro para acabar con la “estafa gigantesca” que ha supuesto para los usuarios del área sanitaria a los que presta servicio, en particular, y para toda Galicia, en general.

Brais Ruanova, diputado vigués del BNG, ha hecho hincapié sobre las “muchas explicaciones” que tiene que ofrecer el Ejecutivo autonómico acerca de lo que ha calificado como “este entramado de irregularidades que denuncia el Consello de Contas”.

A pesar del citado sobreprecio, los vecinos de Vigo disponen de un hospital “privado y recortado, con menos prestaciones de las inicialmente proyectadas y necesarias"; para muestra ha recordado uno de los datos que incluye el informe sobre el número de camas que se previeron (más de 2.000) y las que realmente se han llegado a poner en funcionamiento (1.366), “y esto en su punto máximo, en el año 2020, en plena pandemia”.

Al margen de los cambios en el accionariado o la propiedad de la empresas que componen la UTE del Hospital Álvaro Cunqueiro cuyo proceso de adjudicación “según demuestra el informe fiscalizador fue irregular y no estuvo ajustado a las normas de contratación”, los nacionalistas gallegos son contundentes a la hora de indicar que “a única beneficiaria de esta operación desastrosa es la UTE privada que cada año ingresa cerca de 90 millones de euros”, en concepto de canon.

Desde la Consellería de Sanidade se ha tratado de responder a los datos ofrecidos por el Consello de Contas a través de un comunicado. Lo que parece evidente es que, a la vista de las explicaciones, las contradicciones son todavía mayores sobre un hospital que, cuando se inauguró, incluso se comparó con un aeropuerto.

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