Un 17 de mayo, pero de 1990, hace solamente 34 años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) despatologizó la homosexualidad, eliminándola de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). Fue por este acontecimiento cuando en 2004 y desde entonces todos los años, se estableció esa fecha para generar conciencia sobre la discriminación basada en la orientación sexual e identidad de género.

Nuestro país, afortunadamente, es vanguardia y referencia en obtener derechos LGTBI. En 2005 se convirtió en el tercer país del mundo en la legalización de uniones civiles, después de Bélgica y Países Bajos. En 2007 fue aprobada la primera Ley de Identidad de Género, que permitía a las personas trans cambiar su nombre y sexo sin necesidad de someterse a operaciones, si bien exigía un diagnóstico de disforia de género y haber recibido tratamiento hormonal, algo que cayó con la aprobación de la ley Trans el pasado mes de febrero de 2023.

Se podría decir que España es un buen país para vivir la orientación sexual y la identidad de género de forma libre, sin censura ni miedo a represalias, pese al último informe de la Federación Española LGTB+ en el que se asegura que desde 2019 se registraron 57.000 agresiones a personas LGTBIQA+, siendo solo el 0,7% registradas como acto de odio. Según este informe, solo el 16,5% de las agresiones son denunciadas a las fuerzas de seguridad del Estado, algo que está plenamente relacionado con la falta de confianza desde el colectivo. El 69,7% de las personas LGTBIQA+ cree que tanto el Poder Judicial como los cuerpos de seguridad del Estado están poco o nada concienciados con el colectivo.

Otro dato de este estudio de FELGTBI+ señala que solo el 10% de la población del colectivo, unas 350.000 personas, han sufrido una agresión en los últimos cinco años, siendo las personas trans las más estigmatizadas -se eleva al 16,7%-.

Con estos datos, es una obviedad que pese a los avances sociales conseguidos por el colectivo LGTBIQA+, aún queda mucho camino por recorrer, pero si echamos la vista a fuera de nuestras fronteras podemos tomar conciencia de cómo es la situación para estas personas en el mundo, e incluso los retrocesos que está viviendo este colectivo. En medio de una oleada reaccionaria de la extrema derecha, si estos derechos no se reivindican y se cuidan, se pueden perder.

La homofobia en el mundo

La Organización de Naciones Unidas (ONU) advierte que en decenas de países, principalmente en África, Oriente Medio y el Sudeste Asiático, ser parte de la comunidad LGTBIQA+ es considerado un crimen, con penas que van desde multas y terapia forzada hasta flagelación, prisión y en algunos casos, la pena de muerte. En muchos de estos lugares se promueven las llamadas “terapias de conversión”, también conocidas como Esfuerzos de Cambio de Orientación Sexual e Identidad y Expresión de Género, que son procedimientos que buscan forzar a las personas a alinearse con el espectro heterosexual-cisgénero, violando los derechos humanos.

Según advierte Amnistía Internacional, existen 11 países que condenan la conducta homosexual con la pena de muerte. Amnistía internacional se hace eco de los datos que la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA, por sus siglas en inglés), en los que se asegura que 62 países, que son miembros de la ONU, todavía criminalizan a las personas LGTBI. Estos países son: Argelia, Burundi, Camerún, Chad, Comoras, Egipto, Eritrea, Esuatini, Etiopía, Gambia, Ghana, Guinea, Kenia, Liberia, Libia, Malawi, Marruecos, Mauritania, Namibia, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Tanzania, Togo, Túnez, Uganda, Zambia, Zimbabue, Granada, Guyana, Jamaica, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Afganistán, Arabia Saudí, Bangladés, Brunéi, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Kuwait, Líbano, Malasia, Maldivas, Myanmar, Omán, Pakistán, Qatar, Sri Lanka, Siria, Turkmenistán, Yemen, Islas Salomón, Kiribati, Papúa Nueva Guinea, Samoa, Tonga y Tuvalu.

Pese a que esta lista es larga y desesperanzadora, en abril de 2024, el Tribunal Superior de Dominica tomó la decisión de derogar su Ley de Delitos Sexuales, la cual imponía penas de prisión al colectivo LGTBIQA+ por mantener relaciones con personas del mismo sexo. En 2023 también cayó este tipo de leyes contra natura en Mauricio y en 2020, fue Sudán.

Asesinatos al colectivo

Hay países que, pese a no existir una norma que castigue a la población LGTBIAQ+, de facto, las personas del colectivo viven en un riesgo constante, exponiéndose a delitos de odio. Sin ir más lejos, el último crimen que ha conmocionado al mundo ocurrió en Argentina en la madrugada del 6 de mayo. Hay países que, pese a no existir una norma que castigue a la población LGTBIAQ+, de facto, las personas del colectivo viven en un riesgo constante, exponiéndose a delitos de odio. Sin ir más lejos, el último crimen que ha conmocionado al mundo ocurrió en Argentina en la madrugada del 6 de mayo, cuando a cuatro mujeres lesbianas les prendieron fuego en el barrio de Barracas, en Buenos Aires, en una habitación de un hotel que compartían desde hace un año y medio. Pamela Cobas murió horas después del ataque, Mercedes Roxana Figueroa falleció tras agonizar 48 horas y Andrea Amarante luchó por sobrevivir hasta este último domingo. La única que continúa con vida es Sofía Castro, que ya ha declarado ante la Justicia. El crimen fue perpetrado por Juan Fernando Barrientos, que lanzó una botella con un cóctel molotov contra la habitación en el que se encontraban las víctimas. Inquilino del mismo hotel familiar, según los vecinos, tenía problemas con las mujeres por ser lesbianas.", cuando a cuatro mujeres lesbianas les prendieron fuego", cuando a cuatro mujeres lesbianas les prendieron fuego en el barrio de Barracas, en Buenos Aires, en una habitación de un hotel que compartían desde hace un año y medio. Pamela Cobas murió horas después del ataque, Mercedes Roxana Figueroa falleció tras agonizar 48 horas y Andrea Amarante luchó por sobrevivir hasta este último domingo. La única que continúa con vida es Sofía Castro, que ya ha declarado ante la Justicia. El crimen fue perpetrado por Juan Fernando Barrientos, que lanzó una botella con un cóctel molotov contra la habitación en el que se encontraban las víctimas. Inquilino del mismo hotel familiar, según los vecinos, tenía problemas con las mujeres por ser lesbianas.

Este terrible suceso llega en un clima de polarización en el que los discursos de odio llegan desde el propio poder de la Nación, liderados por el presidente Javier Milei, quien definió en Davos al feminismo como “una pelea ridícula y antinatural entre el hombre y la mujer”. Un discurso de odio que, llegando desde las instituciones, blanquea y permite ir más allá. Argentina es un claro ejemplo de que los derechos no se mantienen eternos. Si no se cuidan y se pelean se pierden, ya que a nadie le parecía posible que en pleno 2024, en una democracia plena como la argentina, se quemen vivas a cuatro mujeres por ser lesbianas al más puro estilo de la inquisición.

Estos discursos y estos actos han llegado para quedarse, y también se dan contra las personas trans, posiblemente las personas más estigmatizadas y que más actos de odio reciben a nivel mundial. El observatorio de Personas Trans Asesinadas, realizados por Transgender Europa, asegura que 4.690 personas han muerto en el mundo entre 2008 y 2023, todas ellas simplemente por el hecho de existir, por prejuicios discriminatorios.

En 2023, la organización reportó el asesinato de 321 personas trans y de género diverso. El 94% de las víctimas fueron mujeres trans. A nivel mundial, casi la mitad (48%) de las personas trans asesinadas tenían como ocupación, la de trabajadoras sexuales, obviando otro de los problemas del colectivo: su difícil inserción en el panorama laboral. Solo en España, el 80% de las personas trans se encuentran desempleadas.

El discurso de la extrema derecha en Europa lastra el avance en materia LGTBIAQ+

Se ha visto en Argentina, el discurso de odio de la extrema derecha puede ser letal para las personas del colectivo. Ese discurso pude suponer el retroceso en derechos, y no hay que salir de España. Ocurrió en Madrid, cuando la Asamblea de la Comunidad prohibió, por orden del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, una ley trans que reconocía la identidad de género y que restringía las iniciativas educativas de promoción de los derechos LGTBI, y que fue propuesta por su mismo partido varios años antes.

Pero la muestra más clara de que el odio institucional contra el colectivo se traduce en muerte y represión lo tenemos en dos países de la UE: Eslovaquia y Hungría.

En el primero, dos jóvenes LGTBIAQ+ fueron asesinados a disparos en un bar durante la noche del 12 de octubre de 2022. El autor, que posteriormente había sido encontrado muerto, publicó un manifiesto con lenguaje violento y discriminatorio contra esta comunidad y también contra el pueblo judío.

En Hungría, las autoridades lideradas por el ultra Víktor Orban, comenzaron a imponer sanciones en aplicación de la “Ley de Propaganda”, multando a las librerías que exponían libros sobre homosexualidad en su sección juvenil en lugar de venderlos en paquetes cerrados.

Desde el Consejo de Medios de Comunicación, por su parte, se prohibió la emisión de un anuncio de televisión sobre la Marcha del Orgullo en Budapest por pensar que sería “propagar la homosexualidad” y unos seguidores de un club de fútbol y activistas de extrema derecha vandalizaron en varias ocasiones un banco con los colores arcoíris. Los perpetradores dejaron la pintada “Stop LGTBIQ” en el lugar, en alusión a la campaña homófoba y tránsfoba del gobierno húngaro, que, por cierto, cabe recordar, sigue perteneciendo a la Unión Europea.

El retroceso es un hecho

Ni mencionar cabe la situación que viven todavía las personas del colectivo en África o Asia. En Uganda no solo se ha avanzado, sino que se ha experimentado un grave retroceso con la promulgación de la Ley contra la Homosexualidad de 2023. Esta ley introdujo penas extremadamente severas, incluida la pena de muerte para ciertos actos sexuales consensuados entre personas del mismo sexo.

En Yemen, en enero de 2024, el tribunal de Dhamar condenó a nueve personas a muerte, siete de ellas por lapidación, y las otras dos por crucifixión, y a otras 23 a penas de prisión de hasta 10 años por cargos como “homosexualidad”, “difusión de la inmoralidad” y “actos inmorales”. Ni que decir que en Afganistán, tras la llegada de los talibanes al poder, la situación de la comunidad no ha mejorado ni un ápice. Las personas LGTBIAQ+ siguen sufriendo numerosas violaciones de derechos humanos como discriminación, violencia selectiva, amenazas y detenciones arbitrarias.

Afortunadamente, Tailandia es una excepción en el sudeste asiático. En abril de 2024, el Parlamento dio luz verde al matrimonio igualitario, siendo el tercer país del continente en legalizarlo.

América avanza, pero lentamente

En varios países de América Latina, la comunidad LGTBIAQ+ sigue viviendo una realidad marcada por homicidios, ataques, discriminación y amenazas, pese al avance que algunos Estados han experimentado de forma legislativa.

Algunos ejemplos palpables son Guatemala, donde las personas LGTBI sufrieron violencia y discriminación. Según el Observatorio Nacional de Derechos Humanos LGBTIQ+, al menos 34 personas habían sido asesinadas por su orientación sexual o su identidad de género durante el año 2023.

Brasil, Colombia, Guatemala, Honduras y México son, a día de hoy, los países de América Latina donde las personas trans son especialmente vulnerables, corriendo el riesgo de ser asesinadas.

Sirva este reportaje pare reivindicar la memoria de Pamela, Mercedes y Andrea, asesinadas por ‘lesbianas’ en pleno Buenos Aires, de Samuel, asesinado en A Coruña en 2021 al grito de ‘maricón’, y de tantas personas gays, lesbianas, bisexuales, trans, intersexuales y no binarias que continúan sufriendo la violencia del odio, en ocasiones legitimado por las propias instituciones, y que lo sufren e incluso mueren, en silencio sin que nada cambie, mientras todo sigue siendo igual.

Síguenos en WhatsApp y recibe las noticias destacadas y las historias más interesantes