Las altas temperaturas registradas este sábado en Madrid no han podido calmar el fervor de los cientos de personas que han acudido a la cita literaria de la Feria del Libro de Madrid un día más. Un gesto que han tenido en cuenta todos y cada uno de los escritores que, impacientes y deseosos de conocer a sus lectores, han aguardado en las casetas para firmar.

Ya decía Almudena Grandes que el mejor premio para un escritor son sus lectores, y es que este es el principal atractivo de la feria, una teoría que han corroborado los distintos autores que se encontraban firmado en ella. “Es una responsabilidad enorme porque tienes que estar a la altura de todo el amor que te da la gente y te cuentan las historias que han vivido con tu libro. Es de los momentos más bonitos de la vida de un libro”, destaca Ana Iris Simón, autora de Feria, en una entrevista con ElPlural.com.

“Lo mejor de la Feria del Libro es conocer a los lectores, encontrarte con ellos. Al final, el trabajo del lector es muy solitario y solo sabes el impacto que has tenido cuando llegas a la feria y encuentras a lectores que te dicen cómo se han sentido con tu libro, cómo lo han vivido y cómo lo han disfrutado”, explica Manel Loureiro, escritor de La ladrona de huesos.

En la misma medida, Sandra Sabatés, periodista y autora de No me cuentes cuentos, reconoce que es una experiencia “gratificante” después de meses escribiendo en solitario: “Poder venir aquí y tener ese contacto con los lectores es algo inexplicable y maravilloso”, asegura.

Anécdotas emotivas y para el recuerdo

En la Feria del Libro, las historias no solo se plasman en papel, sino que los propios lectores que acuden a sumergirse a la cita literaria llevan consigo una y, en conversaciones con los escritores, no pasan desapercibidas.

La gran mayoría de ellas suelen ser de corte emotivo, aunque Ángel Martin reconoce que algunas de ellas han sido de lo más curiosas: “Un hombre que vino a Barcelona que dijo que no sabía quién era yo pero que había visto una entrevista mía por la televisión, le interesó mucho lo que dije, vino con un folio para que se lo firmara y me prometió que se compraría mi disco. Para mí, es el ganador de las anécdotas ridículas”, narra el autor de Por si las voces vuelven en conversaciones con este medio. Algo similar le sucedió a María Zaragoza (La biblioteca de fuego) aunque, más que por su obra, por su propio nombre: “Habitualmente piensan que me llamo María Zambrano. Ojalá pero no es así”, cuenta en clave de humor.

No obstante, las que más calan en los escritores están basadas en historias de amor, familia y amistad: “Él era librero y ella lectora, se conocieron gracias a mi libro. ‘Ella vino a la librería, nos conocimos y nos enamoramos gracias a tu libro’, me dijo. Pensé: ‘Que presión, me siento responsable de esta pareja’, pero fue una historia muy bonita”, recuerda Simón.

“Hace cuatro años vino una mujer y me dijo que le dedicase el libro a su hermana, con la que no se hablaba, quería regalárselo para intentar acercarse a ella. Hace quince días, vino a llevarse otro libro para su hermana, que retomaron la relación gracias a mis libros. Ella se emocionó, yo me emocione. La magia de la literatura nos une, nos hace seres humanos y nos honra”, rememora, por su parte, Paloma Sánchez-Garnica, autora de Últimos días en Berlín.

Tal es la devoción de los lectores con las historias de sus escritores favoritos que algunos, según relata Eva García Sáenz de Urturi, dejan huella para toda la vida: “Muchos vienen con el símbolo del 'eguzkilore' tatuado, una flor vasca que se pone en las casas como protección; mientras otros tienen la frase de Aquitania, ‘solo se seguir’. Cuando me enseñan esos tatuajes uno sabe que eso que ha escrito se va a quedar durante toda la vida con una persona, es muy bonito”.

Vida entre las páginas

Ya sea en un rincón del parque, en una terraza o entre las casetas, los lectores no esperan a llegar a sus casas para echar un rápido vistazo al libro que acaban de comprar o ver que dedicatoria le ha dedicado el autor que tantas ganas tenia de conocer. La Feria del Libro acaba este domingo pero, con ella, el espíritu de los más apasionados a la lectura no muere.

“Los madrileños, y los no madrileños, que vienen responden pase lo que pase, caigan chozos de punta, estemos en una ola de calor de 40 grados o haya medidas contra el coronavirus. Eso es precioso, significa que nuestros libros y nuestra literatura están muy vivos”, afirma emocionada la autora de Feria. “Hay muchas ganas de leer y seguir creando. La cultura nos hace libres”, reivindica la periodista de La Sexta.