“Me daréis 100 días, ¿no?”, preguntaba Alberto Núñez Feijóo a los periodistas que cubrieron su entronización en Sevilla en abril. Un Congreso Nacional que el PP y su nuevo líder quisieron interpretar en clave económica -con todos los barones de la orquesta presumiendo de números- y que era el anticipo de la gran apuesta por la Economía que iba a plantear Feijóo como líder de la oposición. 10 semanas después, la baza del gallego se ha desinflado en solo tres días donde ha encadenado varios errores: primas de riesgo incorrectas, falta de reflejos con la excepción ibérica y despistes con los datos de la Seguridad Social. Y, para colmo, se filtra que ha pedido al Parlamento gallego que le paguen 1.500 euros por 10 días de trabajo en los que no pisó la Cámara.

“Todos hemos cuadrado nuestras cuentas porque hay que rendir cuentas con el dinero de los impuestos de los ciudadanos". Con esta intervención en el Congreso de Sevilla, Feijóo ponía la guinda a un maratón de discursos de barones regionales presumiendo de datos de recaudación récord: lo que en manos del Gobierno de España era, según el gallego, “forrarse”, en manos de sus compañeros era un ejemplo de gestión. Una suma de discursos enfocados a vender la receta de que el PP, y por extensión Feijóo, son capaces de bajar impuestos y mejorar los servicios.

Feijóo y el milagro económico

Este resurgir de la leyenda del milagro económico que se adjudicaron alternativamente José María Aznar y Rodrigo Rato era la bandera del líder de la oposición. Para ello, anunció a bombo y platillo el nombramiento como vicesecretario económico de Juan Bravo, gurú de las cuentas en el Gobierno de Moreno Bonilla. Una jugada que se completó incluyendo en el equipo con rostros regionales como el consejero de Hacienda de la Xunta, Miguel Corgos, el consejero de Hacienda de Murcia, Luis Marín, la consejera de Medio Ambiente de Madrid, Paloma Martín.

Pero por mucho nombre con cargo que se sume al equipo para aliviar el malestar de las baronías que cosecharon Pablo Casado y Teodoro García Egea, el ciudadano de a pie no presta atención a los juegos orgánicos y es Feijóo la cara visible y encargada de trasladar la pretendida solvencia económica. Tampoco están los empresarios atentos a los juegos de poder y el gallego respondió en sus primeros pasos con una ronda rápida de encuentros patronales para presumir de plan económico. Un documento de 41 folios del que el PP solo comunicó ideas vagas, centradas sobre todo en la bajada de impuestos y “recorte de gasto burocrático”.

Empresarios como escondite frente a Vox

Los primeros en recibir su plan fueron la CEOE y Cepyme. Un encuentro, junto al de los sindicatos, que el PP quiso anunciar una semana antes para dar una pátina institucional al nuevo líder de la oposición. Pero un vistazo a la agenda desmontó el trampantojo: los encuentros con la patronal iban a usarse como coartada para no hacerse la foto con Santiago Abascal. El mismo día y a la misma hora, Mañueco juraba el cargo en Castilla y León, pero Feijóo utilizaba al empresariado de parapeto. Una jugada poco respetuosa con un empresariado que ya venía de romper relaciones con Casado.

Feijóo trató de reponer posturas con una ronda con empresarios a los que vender la siempre jugosa fórmula de bajada de impuestos y recortes. Su gira le llevaría por Ceuta y Andalucía, pero su principal parada era Cercle d’Economía, uno de los grandes foros del empresariado en España. Sin embargo, su discurso económico fue totalmente eclipsado por sus palabras sobre la “nacionalidad catalana”.  “Ha sido su único error”, explicaba entonces un dirigente del PP a este periódico, “aunque entiendo que necesitamos recuperar posiciones en Cataluña, que sacamos tres diputados, y será parte de su estrategia”. Las palabras de Feijóo dieron alas a su número tres, Elías Bendodo, que días después habló de la "España plurinacional". El malestar en los círculos de la derecha ya era incontenible y Feijóo tuvo que recoger cable y desautorizar a su fichaje andaluz, y a sí mismo: "España no es un Estado plurinacional".

Semana horribilis de Feijóo

El historial de errores económicos tendría su traca final en esta semana de junio, precisamente cuando Feijóo tenía marcado en rojo su calendario con su estreno en el Senado, el atajo ideado para poder debatir cara a cara contra Pedro Sánchez dado que no tiene escaño en el Congreso. Y allí cometió el primero de su serie de errores: confundió el dato de la prima de riesgo, que situó en 250, cuando en realidad estaba en 130. No era una cifra sobre la que pasar de puntillas, puesto que este indicador fue el principal ariete del PP contra Zapatero durante la gran crisis económica. Todos los oídos iban a activarse al oír “prima de riesgo” y era fácil contrastar el gazapo con dos clics en Google.

El segundo error tuvo, si cabe, un escenario más gravoso. En un foro organizado por el periódico económico Expansión y con el rey Felipe VI delante, Feijóo se burló del Gobierno porque la Comisión Europea no hubiera aprobado todavía la excepción ibérica. El problema es que la medida ya estaba aprobada y se había anunciado un cuarto de hora antes. En el PP defienden que, al hacerse pública la aprobación en la prensa, Feijóo ya estaba hablando en el atril. Nadie tuvo la idea de pasarle una nota o un WhatsApp para que se saltara esa parte de su discurso, pero más grave es que ningún asesor en Madrid o miembro del PP en Bruselas estuviera al tanto de la noticia, que fue difundida bajo embargo a los medios de comunicación media hora antes de que el presidente del PP empezara a hablar.

El tercer error es el más burdo, porque Feijóo se cargó de un plumazo a un millón de trabajadores dados de alta en la Seguridad Social. Un dato que no puede justificarse con el baile de una cifra, sino de dos: Feijóo habló de “19 millones y pico de afiliados” cuando unos días antes toda España se enteraba de que el dato de afiliados había pasado por primera vez de la barrera psicológica de los 20 millones de afiliados.

1.500 euros sin pisar el Parlamento

La semana horribilis de Feijóo se cierra con la noticia desvelada por eldiario.es en la que da cuenta del movimiento del líder del PP para reclamar al Parlamento gallego que le pague 1.500 euros por los 10 días que estuvo como diputado, pero sin pisar la Cámara regional. El día 14 de mayo, Feijóo dimitió como presidente de la Xunta y se quedó como diputado raso, a la espera de que le nombraran senador para irse a Madrid.

En ese tiempo, el líder del PP no acudió a la cámara regional y solo pasó por Galicia para ir al Congreso del PP local que eligió a su sustituto al frente del partido. Donde sí estuvo, como hemos contado, es de ronda empresarial por Ceuta y Andalucía, de invitado al Congreso del PP de Madrid que eligió a Ayuso y llevando el día a día del PP nacional en Madrid. Algo que no le ha impedido a Feijóo alegar su “dedicación exclusiva” en el Parlamento para que los gallegos le paguen algo menos de 1.500 euros por 10 días sin pisar la oficina. Eso sí que es un milagro económico.