De nada sirve un buen equipo si bajo palos no tiene a un buen portero. Los defensas son peores si juegan sabiendo que detrás de ellos está el abismo. Hace falta alguien con visión periférica, que dé seguridad, que sea capaz de ordenar las líneas, que con un grito haga que el equipo relampaguee; un protector del arco, un incitador de los contraataques, unos guantes que, milagrosos, frustren el entusiasmo rival. El guardameta es un jugador diferente. Dentro del área también puede jugar con las manos. Viste diferente. Su responsabilidad es demencial. En muchas ocasiones pasan desapercibidos, cuando se ganan los partidos, aún dejando la portería a cero, todo el mundo tiende a mirar hacia los goles que ha metido el delantero. Luis Amado, el mítico portero del Inter Movistar y la selección española dijo que “para ser un buen portero tienes que ser mentalmente fuerte, tener ambición, y, sobre todo, mucha ilusión”.

Si a esos atributos de Amado le añadimos reflejos, talante y compromiso, tenemos la figura de un político que fue portero en el Jaén Paraíso Interior y que podríamos decir que lo siguió siendo, pero de otra manera y en otro tipo de partidos. Juan Bravo Baena, (Palma de Mallorca, 1974) es la constatación de que por mucho que abandones el deporte, el deporte no te abandona a ti. Alguien que ha sabido defender su puerta, la que le tocaba en cada momento, con ilusión pero sin ser iluso y buen hacer siempre y que, como los grandes guardametas, ha brillado en los momentos en los que tenía que brillar, en los momentos en los que nadie esperaba nada de él. «¿Qué diferencia hay entre los ganadores y los mediocres? Que los mediocres buscan no perder y los ganadores buscan ganar», como dijo otro meta, el paraguayo José Luis Chilavert.

La carrera política de Bravo es un cúmulo de circunstancias enrevesadas y casualidades que acaban por tornarse en sólidos aciertos gracias a una única cosa: su propio trabajo y los buenos resultados que cosecha. En el invierno de 2019, Alberto García Valera, uno de los puntales de la ejecutiva de Juanma Moreno, tuvo que dejar la consejería de Hacienda, Industria y Energía por motivos de salud. En ese momento, la mesa de mando de San Telmo se quedaba coja por un flanco muy importante. Fue Teodoro García Egea, el secretario general que unos meses antes había sido el artífice del pacto de investidura de Juanma Moreno como presidente de la Junta, el que señaló a un diputado por Ceuta, un desconocido inspector de Hacienda experto en Derecho Tributario y lucha contra el fraude fiscal. La buena opinión que tenía de él el propio Alberto García Varela, al que debía sustituir, fue el empujón definitivo para dar luz verde a la propuesta.

Así fue la llegada de Juan Bravo al gobierno andaluz, sustituyendo a una de las estrellas del equipo de Moreno, elegido por el secretario general y visto por muchas partes de la opinión pública como un simple parche partidista. Si algo tienen los buenos deportistas es que son especialistas en reivindicarse y Bravo, desde el primer día que asumió las funciones de su Consejería, lo hizo. Como Cañizares sustituyendo a Zubizarreta contra Dinamarca, como Casillas sustituyendo a César frente al Bayer. 

En estas líneas hemos hablado en otras ocasiones de la importancia de los gestos en política, de los golpes de efecto, de las declaraciones de intenciones. Pues bien, Juan Bravo, conocedor de que había sido nombrado consejero de Hacienda de una tierra en la que el derroche socialista había creado una desafección social enorme, desembarcó con una máxima: “El dinero público ni es de nadie ni es de todos, el dinero público es sagrado”. Fiel a este principio, fue el primero en predicar con el ejemplo y detectó todos los gastos superfluos que generaba su Consejería. Canceló la compra de botellas de agua y las cambió por jarras de agua del grifo, renunció a que la Administración le pagase el alquiler de la vivienda en la que vive, reparó en que desde hace años nunca se apagaban las luces del edificio Torre Triana por la noche y ordenó apagarlas, lo que se tradujo en 50000 euros menos de factura. Algo más que un gesto de cara a la galería.

Pero quizás la medida con mayor poder visual, comunicativamente hablando, fue la entrega a todos los consejeros de “la tarjeta del céntimo”. Bravo les entregó a todos un céntimo plastificado con la leyenda “presupuestos”. El mensaje está claro, frente a las antiguas tarjetas opacas con las que se pagaban en Andalucía todo tipo de desenfrenos y tropelías, el simbólico recuerdo de que en estos presupuestos cada céntimo cuenta. 

Así, de esta manera, a golpe de trabajo y gestos, fue como el consejero se ganó el respeto de compañeros y periodistas. Su imagen creció de una manera exponencial y sus vídeos en Twitter con la pizarra explicando de una manera dinámica y didáctica hacia dónde va el dinero de los andaluces, ayudaron a que su capital político y su papel en Andalucía se tomase muy en cuenta. De hecho, el PP de Casado lo incluyó en la Ejecutiva como responsable de Empleo y Pensiones. 

Se podría decir que Juan Bravo es ese tipo de políticos al estilo de Yolanda Díaz, una auténtica fábrica de datos, alguien que transmite a la vez sosiego y seguridad en sus palabras, su tono conciliador es el responsable de haber sacado adelante cuatro presupuestos. Quizás, por eso, el fin de semana pasado salió del Congreso Nacional como vicesecretario de economía, con un sitio fijo en la Ejecutiva de Alberto Núñez Feijóo y en esos maitines de los lunes en Génova. Bravo no solo ocupa la cuota de poder de Andalucía en esta ejecutiva gallego-andaluza, sino que, sin tener una relación previa con el líder gallego, se ha convertido en una pieza fundamental de su proyecto. Y esto se puede constatar en la influencia que está teniendo su opinión. 

Uno de los referentes del PP de Pablo Casado nos habla así del actual consejero de Hacienda de Andalucía: “Juan Bravo, José Vicente Marín, senador, ex diputado y ex consejero de Hacienda de Baleares, y Víctor Píriz, portavoz de presupuestos en el Congreso, fueron los artífices de la Ley de Contratos del Sector Público del anterior gobierno. Eran un grupo de economistas que han hecho una gran labor. Muy cohesionados. Fíjate si se confiaba en él que, ante la posibilidad de que Juan José Vivas abandonara la presidencia de Ceuta, Juan Bravo era el elegido para sustituirle”

Bravo está en estado de gracia. Esta semana ha sido capaz de hacer lo que hacía tiempo que no era capaz de hacer la derecha: Tener inventiva. Impactar. Y marcar el debate. Ha recurrido a una palabra como “deflación”, que ha conseguido traer al primer plano del relato nacional. Feijóo la ha repetido en casi todas sus alocuciones esta semana. Otra de las cosas que nos apunta la importancia que tiene es que él fue una de las llamadas que realizó Feijóo este jueves antes de reunirse con Sánchez en La Moncloa. Y en esa llamada le pidió a su nuevo vicesecretario datos y argumentos. 

Bravo no para de repetir que su sitio sigue estando en Andalucía, pero la realidad es que ahora también lo está a nivel nacional. Sin embargo, él es el encargado de sustentar el relato de las elecciones anticipadas en Andalucía. Bajo el paraguas de los presupuestos y el bienestar de los andaluces, Bravo ha reiterado en varias ocasiones la posibilidad de ir a elecciones en junio. Sea como fuere, este gran portero ha sido llamado para competir en Champions, y ya sabemos que es de reivindicarse.