"El 2022 no ha sido bueno". De esta forma resumía hace unos días el año que ya se va el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en una crítica dirigida al Gobierno central por la situación económica, social y política que dice atraviesa nuestro país. Sin embargo, los populares no van a marcar tampoco en lo personal este 2022 como uno de los mejores, ya que este ha puesto de manifiesto una crisis interna sin precedentes en las siglas azules, ha sacado de sus filas al que fuera su líder con acusaciones de espionaje de por medio y ha encumbrado a un nuevo presidente bajo la promesa de "renovar" el partido que nunca se produjo. Todo bajo las presiones internas encarnadas por Isabel Díaz Ayuso, quien -tras provocar la salida de Pablo Casado- sigue marcando el paso a la cúpula nacional.

El 2022 para olvidar en el PP

A su llegada a Génova, Feijóo garantizó que su zancada hacia delante para liderar el partido iba a suponer un "reinicio" de cara a crear "un nuevo PP" que estuviera en condiciones de enfrentarse a Pedro Sánchez en la carrera hacia la Moncloa, prevista para el próximo mes de diciembre. Unas palabras que pronunció nada más aterrizar en Madrid y que sirvió para insuflar aire renovado dentro las filas, en horas bajas tras los graves enfrentamientos dentro de la cúpula, dirigida en aquel momento por un ya fallecido -políticamente hablando- Casado. Una brisa oxigenada que ha resultado ser tan solo aparente, y es que ni siquiera la crisis interna tan fuerte y el cambio de presidente que ha experimenta le ha valido al PP para cejarse de su posición de bloqueo y ataque, iniciada en la época casadista.

Para hacer un balance, hay que echar la vista unos meses atrás. El año comenzó con un enfrentamiento casi bélico entre el líder del partido, que acusó a Ayuso de ser conocedora de las corruptelas de su hermano con los contratos de adjudicación de las mascarillas, y la presidenta madrileña, quien apuntó directamente con el dedo a Génova por espiarla. Sin embargo, esta estrategia terminó por tener un resultado diferente al esperado por la dirección nacional y quien finalmente salió -por la puerta de atrás y casi sin defensores- fue el propio Casado, que protagonizó su última intervención en el Congreso de los diputados el 23 de febrero. Solo unos días antes, el 17, la lideresa salió a denunciar desde la Puerta del Sol una operación de acoso y derribo contra ella por parte del dirigente.

De Casado a Feijóo... pasando por Ayuso

A partir de ese momento, todo ocurrió muy deprisa. No pasó ni un mes de aquello cuando, el 1 de marzo, el hasta entonces líder del PP dio un discurso de despedida en su última Junta Directiva Nacional. Ya el 1 de abril la formación encumbró a Feijóo como nuevo presidente de la formación tras un Congreso extraordinario celebrado en Sevilla y con casi el 99% de los votos de las bases populares. Fue entonces cuando el gallego prometió renovar el partido tras el espectáculo mediático y político que protagonizaron el exdirigente nacional y la lideresa, que fue ganando peso e influencia dentro del PP no solo con la salida de Casado sino también con la llegada de Feijóo, a quien continúa marcando el paso con asuntos de mucha importancia a nivel nacional.

Uno de los más significativos es el que tiene que ver con la ruptura de las negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), caducado desde 2018 debido al bloqueo de los populares. Un encaje de bolillos que Feijóo se comprometió a solucionar -toda vez realizó una defensa de la Constitución y aseguró que sería "el último en levantarse de la mesa de negociación"- pero que sigue estancado y nada parece apuntar que se vaya a resolver en el corto plazo. Fue el propio exlíder gallego quien se levantó unilateralmente de las conversaciones con la reforma de la sedición como excusa. Días después de conoció la existencia de un WhatsApp por parte de la lideresa que le invitaba a dinamitar los acuerdos.

Un líder "moderado"

Ayuso también parece haberle influenciado en cuanto al tono se refiere. Feijóo ha sacado pecho en muchas ocasiones del talante gallego y dialogante que le caracteriza tanto como persona como político regional, una actitud que todo auguraba que iba a mantener en su papel como dirigente nacional. De hecho, llegó a la escena central bajo la bandera de la "moderación" y criticando los insultos y las posiciones obstaculizadoras que reinaba en la política antes de su inmersión. Un aire afable y templado que según se ha ido alejando de su tierra se ha ido tornando en una postura a la madrileña.

Buena muestra de ello son los constantes ataques que ha lanzado contra el Gobierno de Sánchez, al que ha tildado de "mentiroso", "déspota", "ególatra" e incluso "autoritario", entre otros muchos descalificativos, así como a sus socios, a los que desde la formación que dirige han calificado como "etarras", "rupturistas" o "populistas". Un cariz agresivo que ha seguido la lideresa desde su llegada a la Puerta del Sol y que ahora se ha adoptado como propio en Génova, que cierra filas alrededor de la dirigente madrileña a pesar de la crisis sanitaria en la región, los escándalos relacionados con su hermano o las continuas salidas de tono contra el Ejecutivo, lo que ha llevado a la oposición a acusarla de "querer mover la silla" a su presidente.

Cambios estéticos

Y es que desde la salida de Casado en apenas los primeros meses del año 2022 hasta ahora poco ha cambiado en el Partido Popular en cuanto a estrategia. Sí ha llevado a cabo Feijóo una transformación estética que ha pasado por eliminar la bandera de España del logo o la retirada del lema "Populares" y la vuelta al "Partido Popular" al frente de la sede. Una sede que, por cierto, continúa siendo la base del partido a pesar del compromiso del exlíder de romper con la corrupción que reinó en la época de Mariano Rajoy. 

Ahora, con el 2022 en el retrovisor, el 2023 se antoja para el presidente popular una "oportunidad de cambio". Un cambio que comienza en la cita electoral del próximo mes de mayo en las autonómicas y municipales -para las que el PP ha retrasado el anuncio de los nombramientos a enero por problemas con los candidatos y "falta de tiempo"- pero que tiene como objetivo último los comicios generales de diciembre. Habrá que esperar a que se acerquen estas fechas señaladas en rojo por los populares para comprobar si finalmente van a desarrollar esa prometida renovación o si, por el contrario, el enfrentamiento, el bloqueo y los insultos van a seguir siendo la tónica general utilizada por el PP de Feijóo en su lucha para llegar a la Moncloa.