Los dardos de la periodista Pilar Eyre en sus artículos para el blog de la revista Lecturas no pasan desapercibidos. Como experta en temática de Casa Real, muchos de sus textos han ido enfocados en la figura de Juan Carlos I y los escándalos que lo envuelven, pero en su nueva entrada ha sorprendido la personalidad de la que habla.

Eyre ha dedicado un artículo a María Teresa Campos, que ha sido protagonista de la prensa rosa en la última semana desde que fuese entrevistada por Jorge Javier Vázquez en ‘Sábado Deluxe’, momento a partir del cual la amistad entre ambos televisivos está rota por los duros mensajes que protagonizaron. Eyre comienza relatando su encuentro con Terelu Campos en Telemadrid hace casi un año cuando acudió a la cadena para hablar sobre su último libro, y la hija de la matriarca de las Campos le dijo: “Pilar, estoy muy enfadada”.

La causa de este enfado era que había llamado a Bigote, antigua pareja de María Teresa, “frescales” y “seductor de barrio” en uno de sus artículos. Tal como relata en el blog, se quedó blanca en ese momento televisivo, no sabía qué responder y Terelu le instaba a llamarles para pedirles perdón.

En palabras de un amigo de la familia relata que “las tres se han convertido en un bloque, lo que afecta a una afecta a las tres, lo que hunde a una hunde a las tres. ¡Antes no era así, cada una tenía su vida independiente!”. También le pregunta cómo era Teresa en sus días de gloria a una de las personas que más la conoce y esta revela: “No era malvada ni dañina, tiene buen corazón, aunque es verdad que era muy cambiante, con un punto soberbio… pero también era muy humana. No la he visto nunca despedir a nadie de su equipo. Si tenía que hacerlo por causa mayor, le buscaba un trabajo en otro sitio porque pensaba en su familia…”.

Para zanjar su texto, Eyre relata que ha escrito mucho sobre ella, “siempre con gran cariño”, por lo que le iba a llamar, pero antes leyó los mensajes de su última conversación. “He rebobinado los wasaps que hemos ido intercambiando y me he dado cuenta de que casi todos sus mensajes eran riñéndome, como si fuera una párvula, por algún matiz sin importancia de mis artículos, siempre laudatorios hacia ella y sus hijas”. Para sentenciar titula que nunca recibió “un simple gracias”.