Todos los días leemos las malas noticias sobre la situación económica de los españoles. Los salarios bajos, la precariedad laboral, las dificultades para llegar a final de mes, la imposibilidad de asumir un gasto extraordinario, el porcentaje de población que roza la pobreza, etcétera. Pero también hay datos positivos que, supongo, obedecen también a otra realidad de una clase media y alta más pudiente que, además, ha empezado a ahorrar ante el temor a la desaceleración económica.

El Banco de España publicaba recientemente que las familias españolas nunca fueron tan ricas con datos actualizados hasta el primer semestre de este año. Tienen en depósitos, acciones, bonos, fondos de inversión, seguros de ahorro y pensiones –obviamente no incluye la vivienda- un ahorro por valor de 2,34 billones de euros. Si a esta ingente suma de dinero le restamos las deudas aún vivas de las familias que ascienden a 773,9 millones de euros (la mayor parte hipotecas con 682.00 millones) resulta una riqueza financiera neta de 1,57 billones de euros. Este dinero sería más que suficiente para pagar la deuda del Estado que ronda el billón de euros.

Estos 1,57 billones de riqueza financiera neta son el doble de lo que atesoraban las familias  españolas en 2009. Pero estas cifras tan positivas de las familias que han reducido su endeudamiento de manera significativa en los últimos años tras el boom de la vivienda que se inició en el 2000, ofrecen un contrapunto negativo. 915.000 millones de euros lo guardan las familias en liquidez o en cuentas corrientes y depósitos bancarios. Esto supone que cuatro de cada diez euros ahorrados –tomando como referencia los 2,34 billones de riqueza bruta- por las familias se encuentran sin rentabilidad. Es más, existe sobre los depósitos la amenaza de empezar a cobrar por mantenerlos en el banco, en línea con la penalización que el Banco Central Europeo (BCE) aplica a las entidades financieras que guardan sus depósitos en el organismo europeo.

Los españoles cada vez ahorran menos en acciones de Bolsa de forma directa con poco más de 100.000 millones de euros, mientras que se han decantado de forma más decidida por los fondos de inversión que cuentan con un patrimonio de 325.000 millones de euros. Fondos de inversión que tienen diferentes grados de riesgo y en los que los españoles se muestran mayoritariamente conservadores. Si vemos esta cifra donde el dinero entra en contacto con los mercados es casi tres veces inferior a los depósitos y cuentas corrientes bancarias. Así, nos situamos muy lejos de países con mayor tradición de inversión y, en consecuencia, el ahorrador se pierde posibilidades de ganancia ante el temor a perder.

Después del mal cierre del pasado año, las familias españolas han deshecho posiciones en fondos de manera equivocada, ya que este 2019 está siendo bueno para los fondos con una rentabilidad media (contemplando todas las categorías) del 4% hasta el pasado mes de septiembre. Desde el cierre del pasado año han salido 2.000 millones de euros de los fondos de inversión.

Los planes de pensiones y los seguros de ahorro son el otro gran capítulo al que va dirigido el ahorro de las familias españolas. Concretamente en planes poseen 170.000 millones de euros y en seguros 192.000 millones. El ahorro en planes de pensiones supone algo menos de un 7% del total del ahorro financiero pese a la preocupación existente sobre el futuro de las pensiones públicas, un porcentaje que también está por debajo de la media europea.

La conclusión de estos datos del Banco de España es clara: somos más ricos financieramente pero no sabemos qué hacer con el dinero. La mayor parte se encuentra debajo del colchón que ahora se equipara con el banco y la inversión en los mercados se hace con mucha cautela sin querer asumir riesgos. Otro día hablaremos de la riqueza inmobiliaria que multiplica con creces a la financiera y ronda los 6 billones de euros. Una riqueza del ladrillo que puede sufrir un deterioro ante la expectativa de bajada de precios en el llamado sector residencial.