La agenda política y mediática marcada, hasta ahora, por la pandemia, ha quedado en las últimas horas en un segundo plano por las noticias que llegan de Estados Unidos. En Galicia la práctica totalidad de líderes regionales de distinto color político han mostrado su rechazo al movimiento alentado por el todavía presidente norteamericano Donald Trump, que desembocó en la toma del Capitolio en la tarde de ayer domingo.

En el resto del país, la opinión generalizada por parte de la clase política ha sido la de condenar lo ocurrido y la lanzar mensajes en defensa de la democracia ante cualquier intento para alterarla.

A pesar de lo anterior, también hay que contabilizar algunas excepciones que han tratado de aprovechar el momento para tratar de justificarse y, a la vez, extraer algún rédito político. Es verdad que ellas se incluyen la extrema derecha, con Abascal a la cabeza, y otros que, en su momento, dejaron la política ‘obligados’ y se sirven de las redes sociales para volver a ser protagonistas por unas horas.

Pero después también hay algunos episodios de manifestaciones rimbombantes por parte de dirigentes del PP. Su secretario general, Teodoro García Egea, es el ejemplo más significativo en este sentido.

Sin embargo, olvidó el dirigente ‘popular’ que en Galicia, hace ya unos cuantos años pero ya en pleno siglo XXI, también se registró un intento de asalto del Parlamento regional.

Más de 200 cargos del PP

Quizás lo obvió García Egea porque los protagonistas del mismo eran diputados, alcaldes y concejales del Partido Popular. Ocurrió a finales de noviembre del año 2005. Gobernaba el conocido como bipartito, formado por PSdeG y BNG con el socialista Pérez Touriño al frente.

Las elecciones que posibilitaron el único mandato con un presidente gallego no ‘popular’ - con la excepción de los dos años de Fernando González Laxe que alcanzó el cargo tras una moción de censura- se celebraron el 19 de junio. En plena campaña electoral, el PP dio el visto bueno a alrededor de 250 proyectos de obras entre los que se incluían, tal y como explicaban entonces medios locales, desde campos de golf, hasta rotondas, pasando por piscinas.

El nuevo ejecutivo de socialistas y nacionalistas decidió parar esos planes urbanísticos por no considerarlos adecuados. Esto provocó que ese día de noviembre de 2005 cerca de 200 cargos públicos de la formación liderada por Manuel Fraga se concentraran ante el Parlamento gallego. Se vivieron momentos de mucha tensión entre los cargos ‘populares’ y la Policía a causa del intento de los primeros de acceder a la fuerza. La Voz de Galicia detalló en su crónica que los agentes “no pudieron contenerlos”.

Todo esto forma parte de la historia menos gratificante de las instituciones gallegas. Al término de aquella sesión parlamentaria de la que los diputados del PP llegaron a irse, los conservadores amenazaron con emprender acciones legales contra el Gobierno regional, además de acusar a PSdeG y BNG de querer “amordazar a la oposición”. Para concluir, llegaron a calificar a la presidenta del Parlamento, la socialista Dolores Villarino, de “antidemocrática”. El encargado de realizar esas manifestacones fue el que era su portavoz: Alberto Núñez Feijóo.

En todo momento, los ‘populares’ dejaron entrever que todo lo ocurrido, es decir, la trifulca en el interior del Parlamento, las protestas, el intento de acceso a O Hórreo, los empujones y la tensión surgió de manera espontánea. No obstante, la falta de explicación sobre quién había convocado a esos 200 cargos públicos llegados desde diferentes puntos de Galicia para concentrarse ante la institución y tratar de entrar en ella, enseguida echó por tierra el argumento de la improvisación.

En las últimas horas algún dirigente del PP ha buscado similitudes entre lo sucedido en EEUU y las iniciativas de rodea el Congreso. Lo acontecido en Galicia aquel 2005, sin embargo, parece no admitir comparación.