Tercera entrega de una historia que sigue creciendo. Los audios internos de Vox no solo revelan cómo se hablaba de “liquidar” Revuelta para cerrar una crisis incómoda, sino que colocan a Manuel Mariscal, uno de los principales diputados del partido de extrema derecha, en el centro de las reuniones donde se discutía el destino del dinero recaudado para las víctimas de la DANA. Unas conversaciones que, lejos de centrarse en la ayuda a los damnificados, muestran debates sobre cómo desactivar la organización, justificar gastos y evitar que el escándalo salpicara a la dirección del partido.

Las grabaciones, a las que ha tenido acceso ElPlural.com, forman parte de una cadena de audios protagonizados por Arturo Villa, asesor del eurodiputado Jorge Buxadé y hasta hace poco vinculado a Revuelta. En ellas se describe con crudeza la preocupación interna por los miles de euros recaudados en nombre de las víctimas de la DANA y que, según explican los propios interlocutores, “no se habían gastado en la DANA”. Es en ese contexto donde surge una frase reveladora: “Nos marcamos la de Alvise”, en alusión a la estrategia de donaciones millonarias y opacas del eurodiputado Alvise Pérez.

Manuel Mariscal estuvo presente en esos encuentros donde se abordó la situación de Revuelta y el problema que suponía el dinero acumulado. La discusión no giraba en torno a devolver los fondos o aclarar su uso, sino a cómo “cerrar el tema” sin que tuviera consecuencias políticas ni judiciales para Vox. La insistencia en cortar por lo sano y romper cualquier vínculo formal con Revuelta aparece de forma reiterada en los audios.
 
En una de las reuniones, Mariscal fue tajante: "Mi mensaje claro es que hay que acabar con esto por la tranquilidad de todos".  A este respecto, el diputado de Vox lo tiene claro: “Lo que yo estoy viendo con todo esto. Con todo esto de Revuelta etcétera, etcétera, y con todos nosotros, es que esta situación nos está arrastrando a todos nosotros a situaciones muy dispares. A todos nos está llevando a algo malo”. 

La confesión de Mariscal y Arturo Villa 

Una decisión, la de disolver Revuelta, a la que Mariscal llega antes de protagonizar con Arturo Villa una conversación en la que ambos aseguran que la organización juvenil habría cometido múltiples ilegalidades: desviar dinero con fines políticos, defraudar a Hacienda...

- Arturo Villa: "Somos una asociación de mayores haciendo cosas para jóvenes. Pedimos dinero para la DANA pero lo gastamos en cosas para etarras. Hemos pagado cero euros de impuestos. Cero (...)". 

- Arturo Villa: “Si sale algo, lo que no puede permitirse el partido es que esto salga sin que el partido actué. Si sale de repente una noticia de irregularidades en Vox, Revuelta... Te puedo hacer este titular: `Revuelta pagó cero euros de impuestos. Es heavy.”

- Manuel Mariscal: O Revuelta estafó a Hacienda diciendo que tal…”. 

- Arturo Villa: “O pidió dinero a los valencianos y no se los gastó en…” (...). 

- Arturo Villa: “Ahora mismo estamos haciendo tuits desde Vox diciendo que no han llegado las ayudas de Sánchez y que Paiporta sigue destrozado; y tenemos 100.000 euros en la cuenta, tronco. (Decimos) que son para impuestos, pero es que no estamos definidos cómo había que estar definidos. Si hubiésemos usado la asociación correcta, todo sería libre de impuestos y la gente que donó de buena fe para Valencia, estaría todo en Valencia”. 

En uno de los fragmentos más explícitos, Arturo Villa relata cómo desde la cúpula del partido se transmitió una consigna clara: disolver Revuelta y dar por terminado el asunto. “Vox me ha dicho que muerto el perro se acabó la rabia”, afirma en una de las grabaciones. La metáfora resume la estrategia: eliminar la estructura que podía generar problemas y asumir que, sin Revuelta, el escándalo se diluiría.

La orden de “disolver” Revuelta

Villa asegura que tanto Santiago Abascal como Jorge Buxadé estaban al tanto de la situación y respaldaban la disolución de la organización juvenil y de la plataforma de donaciones Asoma, que había servido para canalizar los fondos. Según su testimonio, la orden incluía un mensaje tranquilizador: no se denunciaría nada y no se removería el pasado. La prioridad era cerrar filas y evitar que el caso trascendiera.

"Yo lo sé desde hace dos meses. Lo sé. Me lo dijo el propio Santiago (Abascal). No quiere que exista Revuelta ni nada autónomo a Vox", afirmó Manuel Mariscal.  

Sin embargo, esa hoja de ruta no fue aceptada por todos. Dirigentes de Revuelta como Jaime Hernández, Santiago Aneiros o Pablo González Gasca se opusieron a disolver la organización sin una auditoría previa que aclarase qué había pasado con el dinero. Esa negativa abrió una fractura interna que terminó con dimisiones, acusaciones cruzadas y el traslado del caso a la Fiscalía.

Para evitar esa división interna, Mariscal propuso una idea: "Se puede aceptar disolver Revuelta, y que el dinero se diga que ha pasado un año de la DANA y que Vox, perdón Revuelta, ha estado colaborando en estos meses comprando lavadoras, limpiando casas, hemos donado X cosas para X personas. Bueno pues concluimos el año. Tenemos X dinero y se lo vamos a donar a las residencias de mayores o lo que sea”.  

La presencia de Mariscal y la versión de Vox

Hasta ahora, Vox había defendido que Revuelta era una entidad independiente, sin encaje orgánico en el partido. La presencia de Manuel Mariscal en las reuniones donde se debatía el uso de los fondos y la estrategia para “liquidar” la organización cuestiona seriamente esa versión. No se trata de un cargo menor, sino de un diputado nacional que participaba en discusiones clave sobre una crisis que el partido intentaba minimizar públicamente. En otras palabras, ya no es solo un conflicto interno de una organización juvenil, sino un problema que apunta directamente a la estructura y a la toma de decisiones de Vox.

Las denuncias presentadas y los audios conocidos hasta ahora dibujan un escenario comprometido. Si la investigación judicial avanza y se confirma que hubo desvío de fondos o un intento de ocultarlo, las responsabilidades podrían ir más allá de Revuelta y alcanzar a dirigentes del partido. En el plano político, el daño ya está hecho: la credibilidad de Vox en materia de solidaridad y transparencia queda seriamente erosionada.

Manuel Mariscal, el rostro duro del Vox más combativo

Mariscal no es un diputado de perfil bajo ni un actor secundario en la estructura del partido. Desde su llegada al Congreso se ha convertido en una de las voces más agresivas y reconocibles del aparato comunicativo de Vox, hasta el punto de actuar durante años como una suerte de portavoz en primera persona, con autonomía y peso propio, incluso por encima de responsables formales del área como Luis del Pino primero o el consultor alemán Hermann Tertsch Pfüger después. En la práctica, Mariscal ha funcionado como un comunicador todopoderoso, con acceso directo a la dirección y capacidad para marcar discurso, tono y enemigos.

Ese perfil se evidenció con especial crudeza en sus amenazas públicas contra RTVE, cuando llegó a afirmar que Vox no sabía “si entraremos con motosierra o con lanzallamas” en la corporación pública. Una frase que no fue un desliz aislado, sino una declaración de intenciones: confrontación directa con los medios, desprecio institucional y normalización de un lenguaje de violencia simbólica como herramienta política. Lejos de ser corregido, ese tono encajó durante años con la estrategia de choque de Vox y reforzó su posición interna como uno de los perfiles más duros del partido.

Mariscal, además, ha sido históricamente una figura fuerte en las juventudes y en el ecosistema digital ultra, donde se le identifica como parte de lo que en redes se conoce, sin complejos, como el “Team Facha”. Desde ahí ha construido influencia, apoyos y una red militante que lo sitúa como referencia para el ala más radical del partido, la misma que ve en Revuelta no una anomalía, sino una herramienta política útil. Ese vínculo con las bases jóvenes y con la militancia más ideologizada explica también su cercanía a los debates internos sobre el futuro de la organización juvenil.

No obstante, en los últimos meses su peso parece haber sufrido un ligero aplazamiento interno con la llegada de Álvaro Zancajo a la dirección de comunicación de Vox. Un movimiento que ha reordenado jerarquías y estilos, pero que no ha apartado a Mariscal del núcleo de decisiones sensibles. Su presencia en las reuniones donde se discutía qué hacer con el dinero de la DANA y cómo “matar” políticamente a Revuelta confirma que, incluso cuando pierde foco mediático, sigue estando donde se toman las decisiones incómodas. Y es precisamente ahí donde su papel adquiere relevancia política y judicial.

Súmate a El Plural

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio