Tras todo lo ocurrido estas últimas semanas, con intento de ocupación del Capitolio incluido, y los últimos 4 años, con Donald Trump al frente del país más poderoso del mundo, hoy EEUU vuelve a ser noticia, aunque por razones, desde luego, más tranquilizadoras.

Joe Biden toma posesión como nuevo presidente de EEUU. Se convierte en el número 46 de la historia del país norteamericano. Después de muchos años en el mundo de la política, logra acceder a la Casa Blanca como el presidente de mayor edad de la historia. Cumplió 78 años hace apenas dos meses; Ronald Reagan dejó de serlo en 1989, con 77, justo días antes de su cumpleaños.

Este acontecimiento y los que le precedieron los quince días previos explican la exagerada cantidad de información relacionada con la nación de las barras y estrellas en los diferentes medios. Hay muchos tópicos típicos del país. Ya abandonados aquellos míticos anuncios ya prohibidos de tabaco con vaqueros incluidos, estos días no faltan las referencias al águila calva, a Las Vegas, los rascacielos de Nueva York, las playas de California, al desierto de Sonora, a los Grandes Lagos (que comparte con Canadá) o al Gran Cañón del Colorado.

Tampoco pueden faltar en informaciones de lo típicamente americano, además del de Yellowstone, las alusiones al Parque Nacional de las Secuoyas, esa especie arbórea caracterizada por su altura y el grosor de sus troncos.

Y esas coníferas son las que establecen una conexión curiosa, peculiar y única entre Estados Unidos y Galicia. En concreto, entre el municipio pontevedrés de Poio y la capital norteamericana.

Bosque de secuoyas rojas de Poio, Pontevedra.

En un punto privilegiado por su localización, en este concello gallego se encuentra el mayor bosque de secuoyas californianas de Europa. Lo más llamativo es cómo llegaron estos ejemplares hasta la localidad.

El artifice de todo es el profesor universitario norteamericano, John Harmon McElroy. A finales de los años 60, estando en España donde llevaba a cabo una investigación sobre Cristóbal Colón, visitó la provincia de Pontevedra, donde había referencias claras sobre el histórico navegante. Es la génesis de todo. Años después, en concreto en 1989, según recogen medios locales, McElroy se acordó de Galicia, del sur de la región, de sus similitudes con California y empezó a mover la posibilidad de la llegada de estos ejemplares en las más altas instancias, con una carta al entonces presidente estadounidense, George Bush padre.

Nada mejor para hacerlo realidad que 1992, año en el se conmemoraba el 5º centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América (de ahí que también se conozca como Bosque de Colón). El Congreso estadounidense, mediante la resolución H.J. Res. 529, regala 500 ejemplares de esta secuoya roja, su árbol más característico y popular, a España. Y se pone todo en marcha.

Finalmente se elige Poio para la plantación y se selecciona un terreno que pertenece a la Comunidad de Montes de San Xoán, al pie del Monte Castrove, con unas vistas privilegiadas sobre la Ría de Pontevedra. En total dos hectáreas. Los americanos preparan una expedición que se traslada hasta el lugar para, primero, analizar y hacer pruebas en la parcela y, luego, ser supervisada la plantación por parte de personal procedente de California.

Bosque de secuoyas de Poio 3 (Foto: V.G.)

Todo fue un éxito. Cada vez recibe mayor número de visitantes y, aunque todavía se trata de ejemplares jóvenes, el enclave en el que se ubica y según la época del año en la que se visite, el Bosque de Colón compuesto por el conjunto de secuoyas rojas más grande de Europa bien podría ser típicamente gallego. Sus rincones al anochecer invitan a esas leyendas en las que las meigas hacen de las suyas, o los trasnos aparecen y desaparecen tras sus bromas cargadas de retranca.

En abril de 2018, el propio McElroy volvió a visitar el paraje con parte de quienes le acompañaron en la plantación de 26 años antes. Ahí pudo comprobar como algunos ejemplares de las secuoyas, aunque jóvenes todavía, alcanzan ya los 15 metros.

Por cierto, el nombre de Bosque de Colón, además de por su creación con motivo del quinto centenario de la llegada a América, también responde a la creencia de que el viajero y navegante era natural de Poio, donde existe un museo dedicado a su figura y en el que se trata de confirmar su origen gallego.