Una relación pública pero no publicitada. Como si de dos influencers se tratara, el Partido Popular ha emprendido una estratagema para intentar camuflar su affair con Vox a la luz de los pactos de coalición tanto a nivel regional en la Comunitat Valenciana como municipal, con sendas alianzas a lo largo y ancho del territorio español para arrancar los gobiernos al PSOE. Junto a la región de Carlos Mazón, que ha consumado su vínculo con Vox en las últimas horas, los populares disimulan con Murcia y Extremadura el efecto espejo de los acuerdos a la valenciana. Y es que, a pesar de la insistente apuesta del líder popular Alberto Núñez Feijóo de dejar gobernar a la lista más votada, la formación de Génova 13 y sus delegaciones no han seguido su propio principio pactando con los ultras de Santiago Abascal en todos los enclaves en los que han podido. Tras culpar incluso a los socialistas de forzar sus alianzas por no abstenerse, los populares ya han rechazado la invitación de Emiliano García Page para que le dejen gobernar Castilla-La Mancha en congruencia a esa idea al tiempo que han rubricado acuerdos en localidades como Elche, Burgos, Ponferrada o Valladolid.

El PP disimula con Murcia y Extremadura

El Gobierno de Castilla y León ha sentado un precedente tanto para el Partido Popular como para Vox, que ha visto incrementado su poder en las negociaciones con su partido hermano tras firmar otra alianza en la Comunitat Valenciana, con polémica de por medio a cuenta de su número uno y condenado por violencia machista. Pero los populares, que han sufrido un mini terremoto en Génova con una suerte de veto y de manga ancha a los suyos al mismo tiempo, no quieren que cobre mucha importancia esta boda política. Que no se note. De hecho, la aparente estrategia es evitar que este modelo se extienda en la geografía española y para ello han puesto como ejemplo Murcia y Extremadura. En el primer caso, el candidato popular Fernando López Miras quiere gobernar solo y no han cedido a las exigencias de los ultras de entrar en la Asamblea regional y en el Ejecutivo, por lo que han forzado la repetición electoral. Una apuesta con el transforno de trasladar la idea de que no hay una consigna nacional en el PP de tener como socio prioritario a los de Santiago Abascal.

En esta región los populares de López Miras se quedaron a solo dos diputados de la mayoría absoluta en los comicios autonómicos y municipales del pasado 28 de mayo, con 21 escaños y un 43% de los votos. Subieron así 10 puntos con respecto al año 2019. Mientras Vox, por su parte, también ha experimentado hasta ocho puntos, alcanzado casi el 18% de los votos y nueve escaños. Estos resultados les han dado alas para presionar a los azules, especialmente con la mirada puesta en el paradigma valenciano, pero "Murcia no es Valencia", aseguran. Sin embargo, el órdago de volver a las urnas para que no formen parte del ejecutivo ha sido fraguado de la mano de Génova, que ven más cerca la opción de lograr un mayor apoyo en una segunda vuelta que le otorgue la deseada mayoría absoluta y poder desterrar a los ultras de las quinielas para ocupar de nuevo el parlamento autonómico. Abascal, por su parte, tilda esta estrategia de un "intento de Génova 13" y de Feijóo de "dinamitar los siguientes acuerdos con Vox" así como actuar "como si no existiese" su formación.

Los de Feijóo se "resisten" al empuje ultra

Algo parecido ha ocurrido en Extremadura, donde los populares se resisten a formalizar una alianza a la valenciana. La candidata Maria Guardiola confia en la efectividad de poner la presión sobre Vox, de quienes dicen desde su equipo que "están entre susto o muerte". A su juicio, que estos fuercen una repetición electoral tras más de 35 años de gobiernos socialistas a cuenta de una no atendida exigencia de asientos en la Junta extremeña "sería muy difícil de explicar ante su electorado". La intención de la dirigente popular extremeña -tras varios giros de posiciones al respecto- es apuntar el apoyo de los ultras para liderar un ejecutivo popular en solitario. Guardiola ha pasado de insistir a los de Abascal que se sentaran a negociar, a asegurar que no pactaría con Vox hasta anunciar un acuerdo con estos este mismo martes. Eso sí, solo de cuestiones programáticas por el momento. "No tenemos nada que ofrecerles", han asegurado fuentes cercanas a la popular en conversaciones con ElPlural.com. "Cuando cerremos el acuerdo se verá si mantengo o no mi palabra", ha afirmado la propia lideresa sobre su nueva disposición a aliarse con los ultras.

"Espero que pronto podamos contaros el acuerdo al que hemos llegado, porque estoy convencida de que vamos a llegar a un acuerdo para acabar con políticas socialistas que han llevado a ocupar los últimos puestos de cualquier ranking económico y social", ha respondido en una declaración ante los medios de comunicación cuando se le ha cuestionado por el avance de las conversaciones con el candidato ultraderechista Ángel Pelayo a la salida de un acto en la Cámara de Comercio de Badajoz este lunes. "Yo no tengo pisa, tengo ganas, muchas ganas de ponerme a trabajar y de poner en marcha las medidas que hemos construido de la mano de los extremeños", ha aseverado antes de insistir en que encima de la mesa lo único que hay son "861 medidas" en un marco solamente "programático". "Los votantes de Vox van a estar de acuerdo con la mayoría de medidas que planteamos en nuestro programa. Estoy convencida de que el 90% de las medidas que planteamos son aceptadas", ha aseverado. Se desconocen cuáles son los términos de los diálogos y las exigencias de los de Abascal.

Pactos cerrados en sendos ayuntamientos

Pero el efecto dominó de la Comunitat Valenciana se puede vislumbrar en administraciones locales por doquier. Y es que, entre tanto disimulo, el Partido Popular y Vox han firmado este martes en Elche un pacto de gobierno de coalición que esperan extender mínimo durante dos legislaturas. Esta localidad alicantina se ha convertido de esta forma en el primer ayuntamiento en el que populares y ultras han cerrado una alianza concatenada a Valencia pese a que el PSOE ha ganado las elecciones. Además, los de extrema derecha no van a tener un papel menor ya que se han quedado con la concejalía de Familia, Promoción del Empleo y Coordinación de las pedanías. Algo similar ha ocurrido en Burgos, donde ambas formaciones han cerrado otro acuerdo de ejecutivo en el que los de Abascal obtendrían la vicealcaldía a cambio de dar sus votos al PP y así evitar que no gobierne el PSOE con la lista más votada. Gobernará la popular Cristina Ayala con Fernando Martínez-Acitores como número dos y una cartera.

En esta jugada o affair también caben los trios. Así, el PP ha alcanzado un acuerdo este miércoles no solo con Vox sino asimismo con Coalición para quitar la alcaldía de Ponferrada al Partido Socialista de Olegario Ramón, que ha ganado los comicios en la ciudad. Esta localidad leonesa estará gobernada por Marco Morala en un tripartito con Patricia González e Iván Alonso. El partido de los bercianos fue fundado por un condenado por maltrato. También en Valladolid hay una relación popular-ultra. El candidato Jesús Julio Carnero se encuentra perfilando los términos con Vox a pesar de que quedaron segundos y terceros respectivamente en las elecciones tras la victoria socialista. Eso sí, el uno y el dos quedaron empatados a 11 concejales por lo que tres ediles ultraderechistas han cobrado especial relevancia para elevar al PP hasta la alcaldía. Misma situación que en otros municipios españoles, como Guadalajara. A nivel autonómico, cabe destacar que los populares de Castilla-La Mancha ya han rechazado el ofrecimiento del socialista Emiliano García Page de que le dejen gobernar ya que también ha sido la lista más votada.