La guerra, que comenzó un lejano 24 de febrero, no ha sido ajena para el ciudadano ruso de a pie y, ahora, muchos sienten el miedo en la sangre al ser llamados a filas. Las huidas del país, los intentos por no ser reclutados y los desplazamientos a los países limítrofes se han sucedido desde el temido anuncio del presidente: la movilización militar anunciada por el presidente Vladimir Putin.

Escasas horas después, el mundo entero fue testigo de un fenómeno similar que ya se dio en las primeras semanas de invasión rusa, -a pesar de que no existe punto de comparación con las atrocidades y la barbarie que ha sufrido el pueblo ucraniano desde entonces- y es la marcha desesperada de miles de rusos hacia un destino incierto.

Desplazados rusos, un nuevo frente del conflicto

El tráfico terrestre en las fronteras con Georgia, Kazajistán o Finlandia no tardaron en quedarse taponadas ante la avalancha de vehículos que intentaban salir del país. Una situación similar en los aeropuertos, aunque, si cabe, más caótica: con lo poco que podían cargar a los hombros, multitud de familias y particulares consiguieron subir a sus vuelos mientras que, otros desafortunados, se quedaron a primera hora de la mañana del jueves sin billetes disponibles.

Ante la imposibilidad de poder escapar por estas vías, las búsquedas de Google fueron el principal reflejo del escándalo social que hizo crecer Putin entre su propio pueblo: “cómo romperse un brazo”, “pies planos” o “cuántos hijos necesitas para no ir al ejército” son las posibilidades en las que muchos pensaron para evitar combatir en el campo de batalla.

La movilización parcial de hasta 300.000 reservistas para reforzar el Ejército ruso en Ucrania está dirigida a soldados rasos y sargentos de entre 35 a 55 años y, desde el Kremlin, ya han empezado las labores de reclutamiento en localidades como Yakutia, en la región de Siberia. Unas imágenes que pronto han dado la vuelta el mundo generando la misma empatía que las escenas del horror en las estaciones de tren ucranianas.

 

Primera respuesta internacional

Con vistas a que los desplazamientos sigan produciéndose durante las próximas semanas, la comunidad internacional ya se ha propuesto abordar la cuestión. La Comisión Europea busca el consenso para proteger a los solicitantes de asilo, aunque son los países de destino los que tienen las competencias para otorgarlos.

No obstante, y según reza el código Schengen, las autoridades europeas sí que están obligadas a estudiar dichas peticiones dadas las circunstancias actuales: “Cuando se trata de gente que llega a la UE y solicita protección internacional, se debe garantizar que se procese y estudie el caso”, ha matizado un portavoz del Ejecutivo liderado por Ursula Von der Leyen.

Además, el descontento entre los líderes de los países bálticos con esta situación se ha hecho notar. Por una parte, el Gobierno finés de Sanna Marin ha anunciado que aplicará una política "muy estricta" en la que estudiarán reducirlos visados rusos. El ministro de Exteriores de Letonia, Edgars Rinkevics, se ha mostrado aún más crítico asegurando que muchos rusos “no protestaron” en su momento contra los asesinatos de cientos de ucranianos: “Admitirlos supone riesgos de seguridad considerables”.

Más de siete millones de refugiados ucranianos

En paralelo, las circunstancias actuales del pueblo ucraniano dejan un escenario escalofriante. Según los últimos datos arrojados por ACNUR, cerca de 7,3 millones de personas figuran como refugiados en Europa, mientras cuatro millones cuentan como protección temporal. En cambio, cabe destacar que, en total, se han producido 12,6 millones de cruces de frontera desde que comenzó el conflicto.

Los países del entorno europeo que más han acogido han sido Polonia con 1,3 millones, seguido de Alemania, República Checa, Moldavia, Rumanía y España, entre otros más. En el caso de nuestro país, el Gobierno central ha reiterado en multitud de ocasiones su compromiso: “Ahora es cuando más falta hace que actuemos unidos en apoyo a Ucrania”, defendió Pedro Sánchez en la Asamblea General de la ONU.

A pesar de que, al menos a corto plazo, no parece que el conflicto vaya a llegar a su fin, dos tercios de los refugiados aún conservan la esperanza de regresar a sus casas, según revela la encuesta Vidas en pausa: perfiles e intenciones de las personas refugiadas de Ucrania publicada por ACNUR y realizada en distintos países europeos de acogida. En este sentido, las razones que motivarían este retorno son la mejora de su situación económica (40%) y reunirse con la familia (12%).