Cuando las tensiones y los combates parecen no llegar a su fin entre Rusia y Ucrania, Europa sigue haciendo frente a la crisis económica y prosigue aumentando las sanciones contra el Gobierno de Vladimir Putin. Los Veintisiete de la Unión Europea intentarán alcanzar este lunes un principio de acuerdo para aprobar el embargo parcial del petróleo ruso.

Con esta medida se daría luz verde al sexto paquete de sanciones que la comunidad internacional impone al Kremlin desde que comenzó la invasión de Ucrania el pasado 24 de febrero. En lo que se refiere al veto del petróleo importado por vía marítima, este supone dos tercios del que compran los países de la UE, aunque queda pendiente el oleoducto que abastece a Hungría, ya que el Gobierno de Viktor Orbán se opuso a cortar el suministro de petróleo ruso y, en el mismo orden de ideas, aceptó pagar el gas en rublos.

Según afirman fuentes diplomáticas, el objetivo de “unidad” del bloque está presente y pretenden cerrar en cuestión de “días” el acuerdo formal que permita prohibir las importaciones de petróleo por barco: "El sexto paquete de sanciones está sobre la mesa desde hace semanas y creo que las próximas horas es el momento de tomar decisiones, de dar un paseo adelante", ha asegurado el presidente del Consejo europeo, Charles Michel, en la celebración del Consejo Europeo extraordinario de Bruselas.

Sin embargo, la presidente de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, se ha mostrado aún más pesimista al respecto, valorando que no prevé que el pacto se formalice “en las próximas 48 horas” porque aún no está “maduro”. “Todo lo que oigo suena a que podría haber consenso, y antes o después lo habrá”, ha esgrimido por su parte el canciller alemán, Olaf Scholz, ante los medios de comunicación.

El oleoducto de Druzhba, principal vía de petróleo a Europa

El acuerdo en que trabajan los principales líderes europeos incluye “algunas excepciones temporales” que garantizan el suministro de combustible a las naciones más dependientes del crudo de Rusia: Hungría, Eslovaquia y República Checa, eximiéndolos así del embargo de manera indefinida.

En este sentido, el veto se comprenderá en dos fases distintas, diferenciando la vía marítima de la del oleoducto. Respecto a este último, conocido como el oleoducto de Druzhba, es uno de los más grandes a nivel mundial y abastece de petróleo a numerosos países de la UE, aunque han sido los gobiernos de Alemania y Polonia los que más han expresado su compromiso de hacer efectivas las sanciones y cortar las importaciones rusas antes de que finalice el año.

 Hungría exige "garantías" a Bruselas

Orbán exige garantías en el acuerdo, ya que considera que la propuesta de los Veintisiete es insuficiente. "Necesitamos garantías de que en caso de un accidente en el oleoducto ruso a través de Ucrania tendremos el derecho a obtener petróleo ruso por otras vías, si lo tenemos estará bien", defendía, matizando así que prefiere “soluciones antes que sanciones”.

Hungría es la principal nación que se ha mostrado más reacia a imponer sanciones a Putin desde que comenzó la guerra. Orbán justificó a principios de mayo su postura contra el embargo de gas ruso valorando que podría ser “una bomba atómica” para su economía. Asimismo, y respecto al pago en rublos del gas que impuso el Kremlin a la comunidad internacional para no cortar el abastecimiento Hungría decidió ceder a pesar de las advertencias de Bruselas.

Por otra parte, y a pesar de que se ven directamente afectados por estas medidas, los países bálticos apoyan las sanciones de Europa: "Si cada país europeo solo piensa en sí mismo nunca avanzaremos. Letonia ha sido muy dependiente de las importaciones de energía rusa, estamos cortando con esto y no tenemos problemas con ello", reivindicaba el primer ministro de Letonia, Arturs Krisjanis Karins. Una postura que también ha compartido la mandataria de Estonia, Kaja Kallas: “Tenemos que aislar a Rusia y eso significa sanciones; esperemos que todos suban a bordo”.