El 24 de febrero, las vidas de millones de ucranianos se paralizaron por un aire de incertidumbre que aún no se ha disipado. Las tropas militares de Vladimir Putin comenzaron a invadir a su país vecino para “desnazificarlo”, sembrando así el terror sin dejar ni un atisbo de paz. Este martes, se cumplen tres meses de guerra.

Después de millones de desplazamientos de civiles hacia suelo europeo, decenas de represalias por parte de la comunidad internacional hacia Rusia y miles de pérdidas humanas, el conflicto aún no ha llegado a su fin. El punto de inflexión que ha dinamitado las tensiones entre el Kremlin y el conjunto de naciones democráticas ha sido la decisión de Finlandia y Suecia por adherirse a la OTAN, cuando este 18 de mayo presentaron formalmente su solicitud de ingreso celebrando de que se trata de un “momento histórico”.

La entrada de ambos países escandinavos supondría que Rusia tendría 1.300 kilómetros fronterizos más de OTAN, un movimiento geopolítico que ha reforzado la unión de los aliados frente a las imposiciones y agresiones del mandatario ruso: “Que no se hagan ilusiones de que nos resignaremos sin más”, alertó el viceministro de Exteriores ruso, Sergei Riabkov.

Con este movimiento quedan rotas todas las posturas de neutralidad de Finlandia desde la Segunda Guerra Mundial, aunque el país ya dio algunos pasos en esta dirección años atrás con su entrada en la Unión Europea en 1995 y, posteriormente, con el Tratado de Lisboa de 2009 en el que se recogió una cláusula de defensa mutua.

Por su parte, Putin ha ido respondiendo a esta unión de lazos intercontinentales con una medida con un valor económico de gran impacto. Rusia ya ha cortado por completo su suministro de gas a Bulgaria, Polonia y Finlandia por negarse a pagarlo en rublos, mientras que mantiene así su advertencia al resto de países que se retroalimentan de él en materia energética.

En otro orden de ideas, Ucrania ha dado un paso más allá llegando a la justicia. El soldado ruso Vadim Shishimarin fue llevado a juicio acusado de cometer crímenes de guerra y este lunes fue condenado a cadena perpetua por asesinar a un civil que iba en bicicleta hablando por teléfono. El militar de 21 años disparó a la víctima "con intención directa" de matar. 

Victorias y derrotas en tierra hostil

“El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, esta establecerá un fin para la humanidad”, decía el expresidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy; una célebre cita que viene a coalición en estos momentos en los que los diálogos diplomáticos entre Ucrania y Rusia solo conducen a un callejón sin salida.

Cuando se cumplen tres meses de guerra, las operaciones militares han continuado recrudeciéndose en distintos puntos del país, teniendo como objetivo directo a la población civil. Mariúpol es la gran evidencia de lo que provoca la barbarie y destrucción de la guerra: mientras Rusia celebra su victoria, lo que le queda a Ucrania es solo un mero recuerdo de lo que fue una de las grandes ciudades del país. Con la ciudad calcinada a cenizas, las autoridades han localizado este martes 200 cadáveres en avanzado estado de descomposición en el interior de un refugio

Una situación similar también se ha dado en la segunda ciudad más grande del país, Járkov, donde se han recuperado 150 cuerpos que se hallaban bajo los escombros provocados por los continuos bombardeos y ataques después de que las fuerzas ucranianas recuperasen el control de la zona y repeliesen a los soldados enemigos hace una semana. Cabe destacar que el Gobierno ruso ha dado un paso más allá para fortalecer su presencia en las zonas sitiadas anunciando el próximo 11 de septiembre la celebración de una serie de referéndums en Mariúpol y Jersón.

En estos momentos, Putin ha redirigido su ofensiva al sudeste del país, es decir, a las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, sus objetivos clave desde el comienzo de la invasión y una de las partes que pretende anexionarse, al igual que sucedió en 2014 con la Península de Crimea, aunque en el Gobierno ucraniano de Volodimir Zelenski lo ha rechazado en múltiples ocasiones.

El Ministerio de Defensa ucraniano ya advirtió de que el conflicto se adentrará en las próximas semanas en una “fase larga”, una postura que corroboró un funcionario militar de la OTAN en la CNN, quien se mostró confiado en la toma de control de Ucrania por los territorios ahora dados por perdidos.

La situación geográfica que se contempla actualmente en Ucrania da más alas a Rusia, dado que con el control de Mariúpol también se han hecho con el acceso al mar de Azov y, en el caso de que la ofensiva también de sus frutos en Odesa, las tropas rusas tendrían acceso a la región prorrusa moldava de Transnistria, un punto estratégico por el que la comunidad internacional ya mostró preocupación y en el que se encuentran albergados materiales armamentísticos de la unión soviética.

Vidas perdidas

Un conflicto de tales circunstancias siempre viene acompañado de un éxodo masivo de personas que huyen de la guerra y, con la guerra de Ucrania, se ha producido un movimiento de población hacia suelo europeo histórico. Desde el comienzo de la invasión, más de 6,5 millones de ucranianos han huido de las bombas rusas, según datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), siendo Polonia el principal destino que ya ha recibido 3,5 millones de personas.

La cifra de fallecidos también ha crecido a medida que el conflicto se ha agravado en distintos puntos del país. Ucrania ha contabilizado “cerca de 29.200” militares muertos rusos. Además, el número de defunciones civiles es estremecedor: 3.838 personas, entre ellas más de 250 niños, según los datos de Naciones Unidas.