Esta semana el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, advertía del peligro “real” de una III Guerra Mundial que puede suponer la invasión de Rusia sobre Ucrania. Con el escenario actual, en el que Moscú doblega las fuerzas ante la resistencia del territorio de Volodímir Zelenski, todo el mundo mira a una región que, hasta ahora, no había sonado en la escena bélica actual, pero que puede ser determinante para el devenir de la misma: Transnistria.

Transnistria, una autoproclamada república no reconocida internacionalmente

Autoproclamada república independiente en la década de los 90, recibió el apoyo militar del ahora país de Vladimir Putin. De hecho, todavía a día de hoy unos 2.000 efectivos rusos se encuentran en el territorio para “garantizar la paz”.

Sin embargo, no está reconocido como Estado por parte de la comunidad internacional y ni siquiera por Rusia, que sí la ve como una avanzada militar no lejos de la Unión Europea. Oficialmente Transnistria forma parte de Moldavia, pero declaró su independencia frente a esta de facto tras un conflicto que se dio entre 1992 y 1993, cuando el país era aún una república soviética.

Bandera de Transnitia
Bandera de Transnistria. EP
 

Moldavia y Rusia: la otra guerra

Con capital en Tiraspol, esta localidad de apenas medio millón de habitantes despierta el interés de Moldavia, que se resiste a perder la región, y de Moscú; que respalda su independencia. Asimismo, cuenta con un 12% del territorio moldavo y más de un 20% de la producción industrial, a la que hay que sumar el control de vías de transporte y gasoductos; siendo aquí donde reside otro de los grandes intereses de Rusia.

Asimismo, la mayoría de los habitantes de Transnistria son moldavos, rusos o ucranianos. Los prorrusos rechazan anexionarse a Rumanía, al contrario de lo que busca la parte de la población de origen rumano.

Las continuas disputas por el devenir del territorio han derivado en desacuerdos a lo largo de la historia, siendo el más claro y reciente, precisamente, el de 1992; que enfrentó a la parte que apoya la independencia y la que no, dejando 1.500 muertos.

Material ruso en Transnistria

La que es considerada por los expertos como una herencia de la Guerra Fría a favor de Moscú alberga todavía en la actualidad unas 20.000 toneladas de armamento de la era soviética. No se tiene claro cuánto de ello es útil, pero el temor, creciente por otro lado desde la anexión de Crimea a Rusia en 2014, se ha acentuado en la actual invasión y a lo largo de los años con un interés ruso que podría alcanzar su punto más candente durante el conflicto vigente.

Héroes caídos
Monumento a los Héroes Caídos en la Guerra del Dniéster (río que se discurre entre Polonia y Ucrania) de 1992. Wikipedia
 

Con todo ello, la región depende económicamente en buena parte de Moscú, que tras las explosiones de los últimos días el Kremlin no ha tardado en mostrar su “preocupación”. Así las cosas, Rusia sabe del apoyo de esta zona, a pesar de que una parte de la población quiera lo contrario al reconocimiento de la independencia y, por ende, no se muestre muy favorable a los intereses del imperialista.

Moldavia pidió ingresar en la UE

En lo que respecta a Moldavia, el país presidido por Maia Sandu no pertenece a la Unión Europea, pero solicitó su ingreso el pasado mes de marzo. Igualmente, y aunque el territorio no forme parte de Los Veintisiete, ha estado en contacto permanente con Bruselas para con su zona libre de comercio de alcance amplio y profundo.

Tampoco está dentro de la OTAN (otro de los enemigos claros del Kremlin) dado que la constitución moldava prohíbe unirse a un país militar.

Refuerzo la seguridad

El Consejo Supremo de Seguridad de Moldavia, reunido de urgencia tras los atentados en la región separatista, ha recomendado a elevar la vigilancia y reforzar la seguridad para evitar posibles riesgos. Así lo aseguraba la presidenta moldava, Maia Sandu, que el pasado martes apelaba al diálogo.

Sandu ha asumido que las "tensiones entre diferentes fuerzas" en Transnistria amenazan también la seguridad al otro lado del río Dniéster. "Estas acciones suponen un riesgo para la paz en el país. Chisinau (capital de Moldavia) insiste en la resolución pacífica del conflicto", ha declarado, según la agencia Moldpress.

Estatua de Lenin en Moldavia
Estatua de Lenin en Transnistria. EP
 

El Consejo Supremo de Seguridad, que aglutina a las principales autoridades en esta materia, ha recomendado a las diferentes instituciones reforzar la vigilancia en torno a la 'zona de seguridad', que separa Transnistria del territorio controlado por las autoridades moldavas, así como en otras partes del país.

Ha planteado elevar el nivel de alerta, un paso que también han dado las autoridades prorrusas de Transnistria. Esta región ha denunciado varios "ataques terroristas" contra "infraestructuras e instituciones de la república", incluidas torres de comunicación y una base militar, según ha recogido el portal moldavo de noticias Unimedia.

Sheriff: el equipo de Tiraspol, controlado por un ex-KGB y sorpresa en Champions

A modo de curiosidad, seguro que a los más futboleros les suena el Sheriff de Tiraspol, equipo que esta temporada ha disputado su primera Champions League y ha dejado varias sorpresas en la competición, como la victoria por 1-2 frente al Real Madrid en el Santiago Bernabéu.

El modesto club, que finalmente cayó eliminado, cuenta con 19 títulos de la liga moldava y 10 copas del país, pero nunca había competido en el máximo torneo futbolístico a nivel de equipos en el continente. Originario de la capital de Transnistria, el sueldo de su plantilla ronda los 12,38 millones de euros, cantidad irrisoria si se compara con la del resto de clubes europeos.

Su máximo responsable es Viktor Gushan, un exagente de la KGB y cuyo control va mucho más allá del balompié, ya que cuenta también con un partido político y la mayoría de la cámara trabaja en su conglomerado empresarial.

Equipo Sheriff
El Sheriff de Tiraspol celebra un gol en el Santiago Bernabéu. EP
 

El hecho, si bien parece aislado, puede dar pistas del rumbo que ha tomado Transnistria y Moldavia en las últimas tres décadas. Así las cosas, lo que está claro es que la guerra que se vive en el este de Europa puede tener sus puntos claves en ciudades y regiones pequeñas o que, hasta el momento, habían pasado desapercibidas a ojos del mundo. Mariúpol y el territorio aquí mencionado son solo dos ejemplos de ello.