El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hará este lunes el tradicional balance final del año desde el Palacio de La Moncloa para evaluar un 2025 que cierra con fuertes coletazos para el Partido Socialista y para el propio Ejecutivo central. La recta final del año ha estado plagada de baches para el partido del puño y la rosa tras los escándalos por corrupción que han enviado a prisión a José Luis Ábalos y Koldo García y tras los numerosos casos de acoso sexual que han proliferado en el seno de la formación, con algunos de ellos muy sonados como el de Francisco Salazar o el de José Tomé. A ello, hay que sumar la intrincada situación parlamentaria, en una Cámara Baja en la que el Gobierno de Coalición ya no tiene mayoría tras la ruptura de Junts y en la que sacar iniciativas legislativas adelante se antoja harto difícil.

Pese a este nublado tablero de juego, el presidente ha vuelto a cerrar este domingo la posibilidad del adelanto electoral por el que clama la oposición. Moncloa insiste en agotar la legislatura y hablar de elecciones cuando están previstas al final del término, en 2027. "Los tiempos en los que obispos interferían en la política pasaron con la llegada de la democracia", ha señalado el propio Sánchez, en respuesta a las declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal, que abogó precisamente por la llamada a las urnas para meter presión al Gobierno. Para Sánchez, no obstante, "merece la pena" seguir gobernando.

Tras una una de las semanas más duras desde que es presidente del Gobierno e incluso desde que regresó a la Secretaría General del PSOEdesde un lugar como Cáceres y de la mano del candidato socialista a la Junta de Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, Sánchez se pronunciaba en la misma línea que le ha generado algunas críticas en días anteriores por considerarla insuficiente: se cometen errores, sí; pero se actúa con contundencia. "Lo que le digo al señor Argüello es que tiene una cuarta opción, que es respetar el resultado electoral aunque no le guste. Ahí tiene a la asociación ultraderechista, a ver qué resultados sacan", seguía Sánchez, volviendo al líder del episcopado. 

En el cuerpo a cuerpo con los socios

El cisma se nota también en el Gobierno de Coalición con las fuertes reticencias de Sumar, que entraba a la batalla este fin de semana para pedir una remodelación del Ejecutivo a vista de los casos de corrupción y de acoso sexual que han surgido en el Partido Socialista. Primero fue Yolanda Díaz este viernes, exigiendo un "cambio profundo" al presidente, Pedro Sánchez, y el sábado fue el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, haciendo la misma demanda que su compañera. Desde el otro lado, Moncloa es firme y asegura que no habrá remodelaciones por ahora, ya que ninguno de los ministros socialistas está implicado en casos de corrupción. Los ataques se han cruzado desde ambos lados, ya que además de la respuesta del propio entorno de Sánchez, la ministra de Defensa, Margarita Robles, también se manchó las manos para contestar a Yolanda Díaz y pedirle que se dedique a "trabajar mucho" en su Ministerio.

Urtasun urgía al PSOE a "una remodelación en profundidad" del Gobierno para que la legislatura pueda continuar, además de priorizar la agenda social. "Sin eso será muy difícil poder seguir adelante. Nosotros queremos que la legislatura continúe, pero para que la legislatura continúe, es imprescindible ir a una reformulación del Gobierno y volver a poner la agenda social como prioridad", opinaba el de Cultura, lamentando una semana de malas noticias en el ala progresista del Congreso. "¿Cómo es posible que a día de hoy, después de lo que pasó con el caso Cerdán, que pactamos un programa de despliegue de medidas anticorrupción, aún no hayamos desplegado este programa?", ha censurado. "Ya no le vale al PSOE decir que el PP y Vox tienen más casos de corrupción que ellos. Lo que está pasando en su seno es muy grave", argumentaba.

"La vicepresidenta fue muy clara. Es necesaria una remodelación en profundidad del Gobierno y es imprescindible que el presidente dé explicaciones", añadía en referencia a Yolanda Díaz. "Se acabaron las reflexiones, los cambios y las reformas cosméticas. Hay un punto y aparte y toca actuar", fueron las palabras exactas de la ministra de Trabajo en una entrevista concedida a laSexta, en claras alusiones a la entrada en prisión del exministro José Luis Ábalos y su exasesor Koldo García, a la detención de Leire Díez y el expresidente de la SEPI y las dimisiones y los casos sexuales de distintos dirigentes socialistas en los últimos días.

Sin remodelaciones en el horizonte, salvo Alegría

Sánchez se sigue manteniendo activo y contactando con muchas personas de dentro y fuera de su equipo, evaluando planes de Gobierno y anuncios para intentar reflotar en una situación de notable debilidad. El último gran anuncio del Ejecutivo, la creación de la empresa pública de vivienda Casa 47, ha quedado opacado por el vendaval político de las últimas noticias. Las vacaciones, no obstante, apaciguan ligeramente las aguas, ya que la actividad parlamentaria no vuelve hasta un 2026 en el que ya se conocerá el ganador de las elecciones extremeñas, que servirán de primer termómetro para evaluar el estado de salud de los principales partidos, y en el que tampoco se esperan cambios en el Ejecutivo a excepción del de Pilar Alegría, que tendrá que salir del Gobierno para centrarse en la campaña de las elecciones aragonesas del 8 de febrero.

En tal momento, Sánchez podría plantearse una remodelación mayor, pero insiste en descartar esa idea. Según explican desde su entorno, valora que hay que aferrarse a la gestión y reivindicar lo conseguido hasta ahora. En esa línea insistían también los socialistas esta semana, apelando a los triunfos parlamentarios y a las medidas sociales aplicadas en este término gubernamental.

El jefe del Ejecutivo se ha acostumbrado a vivir en la cuerda floja, por lo que es complicado dilucidar si esta ha sido la peor semana desde que es presidente, pero desde luego, está arriba en la lista. Cada vez resuena con más fuerza la pregunta de si el PSOE es capaz de aguantar con esta situación, que proviene ahora del frente interno (corrupción y acoso sexual) y externo (debilidad parlamentaria y presión de la oposición para adelantar elecciones). Diversas personas cercanas al presidente coinciden en que el análisis que se hace en La Moncloa es que la situación es mala, pero tienen fe de que no vaya a peor. Para entonces, la evaluación sobre la conveniencia de acudir a las urnas ya estará más que hecha. Ni adelanto electoral, ni bajar la cabeza: continuar gobernando contra viento y marea. O al menos ese es el plan de Sánchez.

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