Pedro Sánchez ha puesto el colofón a una de las semanas más duras desde que es presidente del Gobierno e incluso desde que regresó a la Secretaría General del PSOE. Lo ha hecho en un mitin en Cáceres, de la mano del candidato socialista a la Junta, Miguel Ángel Gallardo, y en la misma línea que estas semanas: se cometen errores, sí; pero se actúa con contundencia. Así lo ha verbalizado este domingo ante un público entregado que le ha arropado sin dudarlo con gritos de “presidente, presidente”. Sánchez ha tocado arrebato, intentando levantar la moral mermada por la acumulación de frentes y lo ha hecho, además de contraponiendo modelos como es habitual, con una mensaje directo y contundente: “A España le renta este Gobierno”.
El presidente, que comparecerá este próximo lunes en el Palacio de La Moncloa en su habitual balance de final de año, ha cerrado de nuevo la puerta del adelanto electoral. No ha lugar. Ni aunque sea la mismísima Iglesia la que lo pida. “Los tiempos en los que obispos interferían en la política pasaron con la llegada de la democracia”, dijo en una jornada en la que la Conferencia Episcopal se puso también el traje electoral para meter presión al Gobierno. La réplica fue inequívoca, incluso agregó que merece la pena seguir gobernando entre tanta tensión provocada por el histrionismo de la derecha política y el resto de sus palancas, así como por la acumulación de frentes abiertos en la trinchera del Ejecutivo. “Por supuesto que sí”, se reafirmó.
Y es que el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, activaba el botón de campaña desde las páginas de La Vanguardia, advirtiendo que al Gobierno le quedan tres salidas: “Cuestión de confianza, moción de censura y elecciones anticipadas”. Palabras que repelía el jefe del Ejecutivo desde el atril en el Complejo Cultural de San Francisco, desde donde reivindicó las subidas de las pensiones, el refuerzo del sistema de becas, el aumento del salario mínimo interprofesional y las políticas contra la violencia de género. Una agenda social y económica implantada durante los siete años de gobierno progresista “sin dar un solo paso atrás”.
Por ello, y bañando sus balas en ironía, animaba al jefe de los obispos a presentarse a las elecciones “con Abogados Cristianos” si desea seguir influyendo en la política institucional”. “Lo que le digo al señor Argüello es que tiene una cuarta opción, que es respetar el resultado electoral aunque no le guste. Ahí tiene a la asociación ultraderechista, a ver qué resultados sacan”, sentenció con rotundidad el presidente del Gobierno, insistiendo en que la influencia de la Iglesia en el Estado es una cuestión del pasado que no tiene cabida en la España democrática.
A España “le renta” el progresismo
En este sentido y tras hacer un acto de constricción al asumir los errores que su partido ha podido cometer en los casos de acoso, Sánchez ha reivindicado la labor social del Gobierno de coalición. En cualquier caso, el foco lo puso sobre lo “verdaderamente importante”, que no es si no los derechos y libertades conquistados por las mujeres en España de la mano del movimiento feminista y, por supuesto, del Partido Socialista. Afirmación que adjuntó a la narrativa histórica del PSOE, frente a las críticas de la oposición por el goteo de casos de abusos sexuales que han proliferado en las últimas semanas.
Errores al margen, Sánchez tiene claro que sus siglas han actuado con “contundencia, transparencia y rapidez” ante cualquier comportamiento incompatible con sus principios, independientemente de si se trata de acoso sexual o de corrupción. De hecho, remarcó que el PSOE fue el primero en “activar los protocolos y aplicarlos con rigor”; marcando distancias con un Partido Popular al que ha acusado de mantener una actitud “connivente” ante los escándalos que afectan a sus filas. “La corrupción es una traición al Partido Socialista y a nuestros valores y cuando ocurre, la extirpamos de raíz. En la derecha, en cambio, lo que vemos es mirar hacia otro lado”, censuró el jefe del Ejecutivo mientras evocaba el fantasma de Pablo Casado y su dimisión forzada por denunciar la “corrupción de la señora Isabel Díaz Ayuso”.
Avance frente a involución
Precisamente ha puesto el foco en la derecha, a la que ha dibujado como una papeleta que “representa la involución” en la región de la mano de Partido Popular y Vox. Alertó de que conservadores y ultras “pretenden imponer un futuro que no está escrito y que depende de los votos de cada uno de los extremeños”, agradeciendo aquí el “liderazgo” a su candidato, Miguel Ángel Gallardo, y llamando a los suyos a salir a la calle para votar en masa a la opción del PSOE: “Cada voto cuenta”.
Así, ha expuesto el modelo de negocio del PP y de Vox, también de María Guardiola, a quien muchos analistas sacan de la ecuación atribuyéndola un perfil más moderado, pero Sánchez no pica en ese anzuelo: “Chillan, gritan, insultan, pero bien que desmantelan a la chita callando el Estado del Bienestar cuando gobiernan. Guardiola incluida”, aseguraba el jefe del Ejecutivo, quien hacía un llamamiento para “poner fin a esta coalición negacionista”, con un voto en masa a Gallardo y al PSOE para “abrir una nueva etapa en Extremadura”.
Y es que el jefe del Ejecutivo ha reivindicado a las siglas socialistas como un sinónimo de “conquistas sociales” tanto en Extremadura como en el resto del país. “Han venido de la mano del PSOE y aquellas que vendrán, también vendrán de la mano del PSOE”, reivindicaba. Asimismo, certificaba que el Estado “tan maravilloso que tenemos” exige también el “compromiso” de las administraciones autonómicas. De ahí que la inversión del Gobierno central en los últimos siete años se haya incrementado en un 36% con respecto a los recursos trasladados desde el Gobierno central en época de Mariano Rajoy.
Una cantidad – 300.000 millones de euros en concepto de inversión autonómica – que abre la puerta a “financiar la sanidad pública, la educación pública, la dependencia, las políticas vinculadas a los servicios sociales”, frente al modelo privatizador del Partido Popular que también implementa en Extremadura María Guardiola. “Primero recortan la sanidad, eso implica aumentar las listas de espera”, arrancaba un Sánchez que trataba de desgranar el modus operandi conservador, con casos como el de Ribera Salud en el Hospital de Torrejón de Ardoz en Madrid. “vamos a decir que defendemos una Extremadura donde haya pacientes y no clientes, donde haya estudiantes y no clientes, donde haya personas dependientes y no clientes”, remató.
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