El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha respondido con dureza a las declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, quien ha defendido públicamente la posibilidad de una moción de censura o un adelanto electoral ante la situación política actual. Sánchez ha acusado a la jerarquía eclesiástica de interferir en la política y ha subrayado que “el tiempo en el que los obispos interferían en la política ya acabó con la llegada de la democracia”.
Las palabras del jefe del Ejecutivo han llegado después de que Argüello, en una entrevista concedida a La Vanguardia, apelara a los mecanismos previstos en la Constitución —cuestión de confianza, moción de censura o elecciones— ante lo que considera un bloqueo institucional derivado de la falta de Presupuestos Generales del Estado. Se trata de la primera vez desde 1977 que un presidente de la Conferencia Episcopal plantea abiertamente la salida de un Gobierno. No suele ser habitual que los altos representantes de la Iglesia se pronuncien sobre cuestiones políticas, al menos no más allá de los mantras más tradicionales asociados a la religión como pueden ser el aborto, la homosexualidad o la inmigración.
Sánchez ha replicado señalando que la Iglesia parece aplicar un criterio distinto según quién esté en el poder. “La conferencia episcopal hoy dice que España solo tiene tres opciones: cuestión de confianza, moción de censura o elecciones. No deja de resultar curioso, porque cuando gobierna la derecha no piden adelantos electorales”, ha afirmado. Frente a esa tesis, el presidente ha defendido una “cuarta opción”: “respetar el resultado electoral aunque no te guste”.
En un tono especialmente crítico, Sánchez ha animado a Argüello a concurrir directamente a las urnas si desea influir en la política institucional. “Le animo a que se presente a las elecciones. Ahí tienen a la asociación ultraderechista Abogados Cristianos, a ver qué resultado sacan”, ha añadido, marcando distancia con cualquier intento de presión política desde ámbitos religiosos.
Las declaraciones del presidente ponen el foco en un debate poco habitual en la política española reciente: el papel público de la Iglesia en la coyuntura parlamentaria. Argüello había justificado su posicionamiento en el bloqueo de iniciativas legislativas, como una propuesta impulsada junto a Cáritas para la regularización de inmigrantes, y en la ausencia de Presupuestos. Al ser preguntado si ha valorado la posibilidad de trasladar estos pensamientos a los órganos de la Conferencia Episcopal para materializar un pronunciamiento colectivo, el arzobispo desecha la idea, porque no lo considera un asunto de la primera fila de su reflexión. "No es un asunto que haya estado nunca en nuestra primera línea, como sí lo están otras cuestiones como la vivienda o la inmigración", valora.
Con su respuesta, Sánchez ha querido cerrar la puerta a cualquier cuestionamiento de la legitimidad del Ejecutivo desde la jerarquía eclesiástica y reivindicar la separación entre Iglesia y Estado, subrayando que los cambios de gobierno solo pueden producirse a través de los cauces democráticos previstos en las urnas o en el Parlamento.