La cumbre de la Organización de Naciones Unidas sobre el cambio climático, la COP 27 este 2022, se encuentra en tiempo de prórroga. Aunque estaba previsto que esta reunión global terminase el viernes 18 de noviembre, la falta de consensos ha provocado que se alargue hasta este domingo, ya que se ha llegado incluso a remover el debate por mantener el límite del aumento de temperatura global a 1,5 grados centígrados, fijado en el Acuerdo de París. Un hecho al que la Unión Europea ya ha avisado que no se plantea ceder.

Esta extensión en los tiempos no supone una novedad, pues anteriormente la COP 26 de Glasgow de 2021 y la COP 25 en Madrid tuvieron también que alargarse por la falta de consenso en los acuerdos finales. La convención que sirvió para que se aprobase el protocolo de Kioto de 1997 y después en 2015 su sustituto, el Acuerdo de París, recortando las emisiones de carbón, cada vez genera menos expectativas entre la opinión pública. Según los expertos, este año la cumbre supone un momento en el que poner encima de la mesa las propuestas para una transición efectiva, no obstante, se están alcanzando momentos de tensión en torno al debate del límite del aumento de temperatura y a la efectividad real de los fondos de solidaridad.

Alusiones a los países asiáticos por su falta de compromiso

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha avisado durante la jornada de este sábado de que Europa no va a participar en el resultado de la XXVII Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático si se llega a rebajar la ambición de mantener por debajo de 1,5ºC el incremento global de temperatura. Tampoco si los esfuerzos tanto en mitigación como en financiación de daños a los más vulnerables no proceden de “todos” los “grandes emisores”, realizando así una clara alusión a los países asiáticos.

Ribera ha garantizado que los europeos están dispuestos a "seguir trabajando" y ha asegurado que la Unión Europa no está dispuesta a permitir que "otros grandes emisores de otras partes del mundo" actúen como si este asunto no fuera con ellos. La ministra ha indicado que los 27 tampoco van a consentir que haya quien piense que todo este sistema en torno a la lucha contra el cambio climático consista exclusivamente en aportar recursos financieros y no en aportar "lo que de verdad importa", que es una transformación muy importante del modelo económico, una reducción muy sustantiva de las emisiones que permita mantener la seguridad climática y una descarbonización lo más rápidamente posible. "No podemos retroceder en lo que ya se incluyó en los acuerdos de Glasgow el año pasado (1,5ºC). Es imprescindible mantener ese compromiso con la reducción y la eliminación de los combustibles fósiles", ha sentenciado.

La vicepresidenta aclaraba que no se refería a los países más vulnerables de los que ha dicho que "siempre han luchado mucho, con Europa" para mantener el espíritu del 1,5ºC, sino a los países en desarrollo de renta más alta que contribuyen "mucho" por tamaño de economía o tipo de actividad a las emisiones globales y que "se resisten a incrementar su participación" en el objetivo de reducción de emisiones o incluso a aportar en esos fondos de solidaridad. A principios de mes ya se visualizaba que no todos los países participantes en la COP 27 mostrarían el mismo compromiso, pues ni China, India o Rusia se mostraban dispuestos a enviar altos cargos a la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

La realidad es que hemos alcanzado un calentamiento global de 1,1 grados respecto a finales del siglo XIX y estamos cerca del 1,2. Esa subida de las temperaturas está teniendo efectos muy palpables, como los extensos y veranos extremos, inundaciones en Pakistán o la sequía que asola a todo el planeta, pues hay zonas del mundo en las que no llueve desde 2019. La crisis energética derivada de la guerra entre Rusia y Ucrania ha eclipsado la preocupación, apartando el foco internacional del cambio climático.

Los países más ricos no cumplen las expectativas de financiación

Nadie se sorprende al revisar que los países desarrollados son los principales causantes del cambio climático, y que, por el contrario, son los países en vías de desarrollo los que sufren sus peores efectos, siendo lo que más reciben los efectos de las “perdidas y daños”. Actualmente, no solo no se están cumpliendo los compromisos con las emisiones de carbono, sino que los países más ricos no están cumpliendo las expectativas de financiación con los más afectados. De hecho, según un informe publicado por Oxfam antes de la cumbre de este año, el valor de la financiación climática proporcionada en 2020 se sitúa entre los 21.000 millones y los 24.500 millones de dólares (21.400 millones a 25.000 millones de euros), frente a los 68.300 millones de dólares (68.600 millones de euros) que los países ricos han llegado a declarar en concepto de financiación pública. Si se añade también la financiación privada, la suma total llega a los 83.300 millones de dólares (84.900 millones de euros). Sin embargo, objetivo que se había fijado en el Acuerdo de París era de 100.000 millones de dólares (101.900 millones de euros) cada año.

Según Ribera, lo que no quiere la UE es que se cree un nuevo fondo en el que se "diluya el esfuerzo en favor de los más vulnerables" y se apruebe un nuevo mecanismo "exactamente igual que otros muchos que ya existen" para "el conjunto" de países en desarrollo. "Creemos que debe estar concentrado solamente en los países más vulnerables", ha apostillado Ribera, haciendo de nuevo una alusión a las potencias emergentes.

Por último, la vicepresidenta ha valorado que si el resultado de la COP 27 “no aporta ninguna especificidad" sobre que el esfuerzo deba centrarse en los más vulnerables, "entonces deja de estar claro que merezca la pena hacer ese esfuerzo de financiación". "Tenemos hoy unas horas por delante que son críticas", ha augurado Ribera, que espera que la Presidencia logre el consenso entre todos los grupos y acerque posturas a través de una propuesta "más equilibrada".