El terreno de juego ha cambiado. El ruido inherente a los pactos del Partido Popular y de Vox han revertido las tendencias. O frenado las expectativas iniciales, según el color con el que se mire. A la ultraderecha ya no le vale con ser una mera comparsa del cambio. Quieren ser protagonistas, pisar moqueta, como ocurre en Extremadura. Precisamente, la tensa relación en este territorio ha provocado un corrimiento de tierras que en el PSOE quieren aprovechar. Santiago Abascal ha arrinconado a Alberto Núñez Feijóo, al que desde fueros socialistas sitúan ya próximo a las doctrinas de sus socios. Estos “pactos de la infamia”, como los han bautizado en el cuartel general de Ferraz, alimentan al electorado de izquierdas: “Habrá una gran movilización”.

Hay quien en Ferraz se frota los ojos ante el tiro en el pie del Partido Popular. El 28 de mayo, adelanto electoral mediante, dejó un regusto a fin de ciclo. La derrota en las municipales y autonómicas profetizaba un Congreso dominado por el frente de las dos derechas. El pesimismo tras los resultados del PSOE, acompasado de la discrepancia siempre instalada en el espacio a su izquierda, llamaban a ello. Sin embargo, a pesar de que las primeras consignas tras la convocatoria del 23J pasaban por esconder los ases de Vox -en el caso del PP- y de Bildu -para los socialistas-, en Génova se han visto superados por esas “realidades asimétricas” con las que normalizaban los acercamientos a la ultraderecha.

Valencia, en primer término, y Extremadura han arrastrado a Alberto Núñez Feijóo a una vorágine que no se esperaban. Vox ha jugado sus cartas para condicionar el mensaje del PP y evitar la absorción parcial en las urnas. “En 20 días, hemos retrocedido 20 años en el debate público”, lamentaba este pasado lunes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en los micrófonos de la Cadena SER. Una sentencia que se explica en base al protagonismo que ha adquirido la “violencia machista” en la conversación política; donde el “negacionismo de la ultraderecha” fuerza a remarcar su significado.

Optimismo, pero prudencia

Hay partido. Es la frase que más se repite en la órbita de las fuerzas de izquierda, pero especialmente en Ferraz. Tanto en público como en privado, miembros de la Ejecutiva Federal han ido modulando el pesimismo inicial hasta transformarlo en un optimismo sostenido, sabedores de la liquidez de los tiempos. “El análisis se lo dejamos a los analistas”, resuelven algunos dirigentes socialistas a ElPlural.com, aunque remarcan que no se salen del “carril de la gestión” y de la “denuncia” ante los “pactos de la infamia”.

¿Prudencia? Sí, pero también confían en que este sea el aliciente que necesita el electorado de izquierdas para revitalizar. “Creemos que habrá una gran movilización del votante progresista en estas elecciones y cuando eso ocurre, ya sabemos lo que pasa. La derecha pierde”, explican miembros de la cúpula socialista, mientras recalcan que insistirán en su denuncia ante los acuerdos del PP con la ultraderecha.

En busca de un cortafuegos

El análisis es similar en el cuartel general del Partido Popular. Hay preocupación en Génova ante el exceso de ruido que han despertado los acuerdos con Vox. Tanto es así que incluso la derecha mediática ha abroncado a Núñez Feijóo por “perder quince días de precampaña” con el pulso al partido de Abascal. Los conservadores ya están buscando una suerte de cortafuegos que cercene de raíz este escenario de estancamiento. En el seno de la dirección nacional optan por “no contribuir” a que el globo siga llenándose de aire. “Hay que pinchar este asunto”, explican desde el entorno del jefe de la oposición.

 Oficialmente, en la dirección nacional del Partido Popular no creen que los pactos estén lastrando sus perspectivas electorales e incluso creen que este escenario no perjudica directamente a Núñez Feijóo. “No somos sumisos ante Vox”, esgrimen fuentes conservadoras, que consideran que su presunta posición de fuerza ante la ultraderecha “revienta” el argumentario del Partido Socialista en cuanto a sus alianzas se refiere. Tanto es así, que insisten en la teoría de la “realidad asimétrica” de acuerdos con los de Santiago Abascal.

Entre tanto, líderes de la formación dan por amortizada a una María Guardiola a la que han imperado que rebajara el tono belicoso con Vox. “Ha imperado el sentido común. En este momento esa Junta Directiva solo podía contribuir a seguir con el circo”, subrayan fuentes populares a Europa Press que remarcan la imperiosa necesidad de pactar con la ultraderecha en Extremadura porque “no hay más remedio”. Ahora, en el PP se dejará vía libre a Guillermo Fernández Vara para que se presente a la investidura y rebaje el descontrolado soufflé.