Pedro Sánchez decidió agitar el tablero político tras recibir el golpe electoral el 28 de mayo, perdiendo una importante porción del pastel municipal y territorial. Inmediatamente, los engranajes de la maquinaria se pusieron en marcha, dando pie a un adelanto de las elecciones generales que ha pillado en fuera de juego a un Partido Popular aún de resaca por los resultados. El escenario ha cambiado, ahora la constitución de gobiernos autonómicos no es prioritaria. Puede esperar. Los ayuntamientos son harina de otro costal. Es la pauta, de hecho, marcada por Génova con Vox, pero también es la que adoptarán en Ferraz con EH Bildu, pese a que Otegi sugiera que los socialistas “toman a la gente por boba”.

El año electoral se comprime tras el adelanto anunciado por Sánchez el lunes. El presidente del Gobierno cogió al toro por los cuernos y mandó un mensaje a la derecha, asumiendo en parte la responsabilidad de la derrota: ¿Plebiscito? Ahí va. Recado que también lanzó a la izquierda del PSOE, para limar asperezas en una negociación exprés y, de paso, constituirse como única referencia del espacio. Es decir, voto útil. El lunes abrió la puerta al tacticismo extremo, mientras, al mismo tiempo, la cerraba momentáneamente a la confección de los ejecutivos autonómicos.

No es época de retratarse y ceder el relato al oponente. Así lo han interpretado los dos grandes partidos del arco parlamentario. PSOE y PP no quieren mojarse en sus coqueteos con dos de sus lunares: EH Bildu y Vox. Cualquier movimiento a plena luz del día se interpretará como una derrota desde la acera opuesta. De ahí que tanto socialistas como conservadores midan el tempo de la sinfonía electoral y rehúyan de las presiones externas.

La constitución de los ayuntamientos está más próxima. Al no haber lugar para una repetición electoral, los plenos municipales estarán confeccionados el próximo 17 de junio. Ahí, no hay más tu tía. Lista más votada en caso de no llegar a acuerdo y a otra cosa. La cuestión es diferente en términos autonómicos. Las sesiones constitutivas dejarán paso a la construcción de los equipos de Gobierno, con la amenaza de una réplica de los comicios sobrevolando en caso de llegar a un punto de no retorno en las conversaciones entre grupos afines.

Bildu presiona a Ferraz

La parte positiva es que pueden dilatarse al máximo. Las sensaciones en los principales cuarteles generales van en este sentido. En Ferraz, según ha podido saber ElPlural.com, no hay una línea roja manifiesta. Plena autonomía para los candidatos a la hora de negociar y de marcar los tiempos que consideren oportunos, dando pie a todo tipo de escenificaciones estratégicas a medida que se arranquen las hojas del calendario. Siempre con el 23 de julio a la vista.

Las estratagemas no quedan circunscritas a los centros neurálgicos de los partidos y son de dominio público. Por ello, en el caso de los socialistas, EH Bildu ya ha aprovechado para arrimarse al sol del PSOE. El coordinador general de los abertzales, Arnaldo Otegi, fue cristalino a la hora de hablar de pactos con la formación del puño y la rosa, que intenta mirar hacia otro lado. “¿Cuándo dejaremos de tomar a la gente por boba?”, se preguntó el dirigente vasco.

Otegi recordó en una entrevista los constantes pactos de EH Bildu con el PSOE, de los que subyace una lealtad reseñable hacia los socialistas durante cuatro años, por ejemplo, en Pamplona. “Llevamos cuatro años en Iruña haciendo cosas juntos. Hemos sostenido ese gobierno y al de Sánchez durante una legislatura”, aseguraba el líder abertzale, consciente de la estrategia del PSOE para eludir las presiones de la derecha por sintonizar con los vascos.

Orden de Génova

En la orilla contraria, más de lo mismo. La consigna generalizada es la de dilatar los acuerdos y conversaciones con los de Santiago Abascal. En la planta séptima de Génova se ha dado la orden de poner el foco en lo que es realmente “importante” a sus ojos y esa prioridad es “desalojar” a Pedro Sánchez del Palacio de la Moncloa. Es el siguiente paso para los conservadores, el que culminaría la victoria del 28M.

Los populares han recogido el guante de Moncloa, sabedores de que una de las patas sobre las que reposa el adelanto electoral es ponerles frente a su espejo; arrinconarles y echarles en cara sus coqueteos con la extrema derecha. De este modo, entienden en Génova, quedaría configurada la batalla en solitario de Sánchez contra la ultraderecha y la bautizada “derecha extrema”. El plebiscito que tanto deseaban, pero con el mensaje a combatir de o PSOE u ola reaccionaria.

Al igual que en Ferraz, Génova transmite autonomía a sus candidatos regionales. Eso sí, pasando previamente el filtro analítico de la Junta Directiva Nacional, que escrutará las opciones y el tiempo en cada territorio. Feijóo pedía sin tapujos una “mayoría clara, incontestable y contundente para empezar un nuevo rumbo” el 23 de julio, entendiendo que “cuanto antes” se celebraran las generales, “mejor” y avisando de que el 28 de mayo tan solo fue un aperitivo. “El sanchismo no está derrotado todavía, hay que culminarlo”, continuó el dirigente conservador en su batalla particular con Vox por aglutinar el voto del centro derecha en torno al PP.

Un mensaje que rima en consonante con la intervención del propio jefe de la oposición en El programa de Ana Rosa este mismo jueves. “Si quieren derogar el sanchismo, pueden facilitarlo”, exhorta a sus interlocutores en su estrategia de llevar las negociaciones hasta los niveles más altos de disonancia para evitar entregar a Ferraz y Moncloa el dominio del relato.