Pedro Sánchez convocó elecciones el pasado lunes tras despachar con el rey. Lo hizo en el Palacio de La Moncloa, de forma institucional y en una breve comparecencia de apenas dos minutos de duración. Este miércoles, 48 horas más tarde, ha arrancado la campaña electoral. Lo ha hecho mandando dos mensajes: el primero, a los suyos, ejerciendo de líder y tomando como propia la derrota; el segundo, como aspirante, afeando el comportamiento de la “extrema derecha y la derecha extrema” y haciendo del órdago de la convocatoria electoral un lema de campaña. “Vamos a ganar las elecciones con toda seguridad”, presagiaba, haciendo de su voluntad un vaticinio acompasado del compás del aplauso unánime de sus emocionados diputados y senadores.

Ha sido un discurso estudiado, cimentado sobre varios ejes y fiel al estilo del presidente del Gobierno. Frente a él, en la bancada del salón habilitado para la ocasión, los parlamentarios socialistas pasaban por todos los procesos del duelo. De la emoción de Andrea Fernández al fervor de María Jesús Montero o la rabia de Patxi López. “Quiero dar las gracias a todos: a los que revalidaron su poder el pasado domingo y a los que se vieron desplazados. El sentido del voto de estas municipales trasladó a sus magníficas gestiones. La consecuencia será que formidables alcaldes y presidentes autonómicos serán desplazados pese a ver incrementado su apoyo electoral. Humildemente quiero decir que no puedo desentenderme de su suerte, continuar como si no pasase nada”, ha explicado.

“Habréis oído informaciones sobre cómo tomé esa decisión, pero falta lo más importante: tomé la decisión con mi conciencia. Pensé en todos aquellos que trabajaron en cada rincón de España. En los compañeros que se han desvivido. Tomé la decisión pensando en vosotros. Ningún líder que pretende serlo puede mirar hacia otro lado cuando los suyos sufren un castigo tan injusto y tan severo”, ha proseguido, ganándose el aplauso de los asistentes y renovando la fe socialista para el 23 de julio. Una reválida para Sánchez; un cara a cara de Sánchez frente a quienes, “como único programa, pretenden derogar el sanchismo”.

Sobre este programa, “poco explícito” -tal y como ha ironizado el líder de los socialistas-, Sánchez ha querido ahondar: “Todos podemos entender que derogar significa destruir, desmantelar lo conquistado y acabar con los avances sociales. Por ejemplo, cuando hablan de derogar el sanchismo hablarán de volver a los 735 euros al mes de SMI, imponer la precariedad en los contratos o suprimir el IMV al cual han descalificado hablando de paguitas”, enumeraba. “O la ley de muerte digna, o la Vivienda o suprimir los impuestos a las grandes energéticas. Acabar con las becas e instaurar las becas para ricos, como han ensayado, imponer la segregación en los colegios…”, proseguía.

O socialismo o extrema derecha. Ese es el lema y así se vertebrará una campaña electoral cuyos plazos no serán inocentes. La decisión de Sánchez para adelantar las generales hará coincidir los mítines con la conformación de ayuntamientos y parlamentos autonómicos. El futuro de los pactos poselectorales retransmitiéndose en tiempo presente. Mitin a futuro y acuerdo en directo. Esa es la estrategia. Y el tono, aguerrido, como ha demostrado un Sánchez que no ha dudado en capitalizar su discurso más voraz, más crítico con los poderes del Estado, más socialista para vertebrar la campaña en un eje construido en la lucha entre los poderosos y los ciudadanos corrientes.

“Vale lo mismo el voto de un conductor de autobús que el de un propietario de un canal de televisión, cuenta lo mismo el voto de una cajera en supermercado que el del presidente de un banco", ha indicado, para continuar imprimiendo un tono durísimo frente a la derecha. “Nuestro partido no lo fundaron siete exministros de una dictadura con la financiación de unos banqueros. El PSOE lo formaron 25 trabajadores en un bar de Madrid (...) Esa es la gente a quienes representamos, defendemos y de la que dependemos para ganar al PP y Vox", ha sentenciado.

Además, y previendo la campaña sucia que arranca y lo poco edificante del discurso que ha impuesto el PP en este país, Sánchez se ha echado a la espalda el volumen de las críticas para advertir que, esta vez, el socialismo conseguirá doblegar el relato. Imponer la gestión frente a la crítica. “Veremos en programas de máxima audiencia a gentes que solo se representan a ellos mismos pontificar e insultar sin derecho a réplica. Se van a inventar barbaridades. Están copiando los métodos de sus maestros norteamericanos”, ha presagiado, señalando, además, que está preparado para que el PP alimente las teorías de pucherazo y fraude electoral -estrategia que Ayuso arrancó de cara al 28M y que la derecha, al unísono, hizo propia-.

"Ortega Smith despreciando a una mujer en silla de ruedas víctima de violencia de género, ¿se parece a España? Díaz Ayuso despreciando el cambio climático diciendo que todo se arregla poniendo macetas, ¿se parece a España?", se ha preguntado. "Hay que aclarar si los españoles cuando viajan quieren presumir de estar entre los primeros países en legalizar el matrimonio igualitario o salir a alardear de homofobia. Si quieren presumir de proteger Doñana o de arrasarla", ha insistido.

Además, y como primer acto de campaña y pidiendo abiertamente el voto y la participación masiva de la izquierda, Sánchez ha arengado a los ciudadanos para que, en un contexto difícil y en plenas vacaciones, superen la desidia y acudas ilusionados a las urnas: “Sé que se acercan las primeras vacaciones normales tras la pandemia. Sé que la sociedad española necesita descansar, me hago cargo. Pero lo que se decida el 23 de julio va a ser decisivo para España y las vidas de la mayoría”.

Arenga a los suyos

Ha sido una legislatura complicada, protagonizada por ser compartida en el primer gobierno de coalición de la historia de la democracia española. Un reconocimiento que el líder del Ejecutivo, dos días después de darla por zanjada, ha querido tener ante los suyos: “Esta no ha sido una legislatura normal. A las pocas semanas de iniciarse hubo que afrontar una pandemia terrible que nos llevó a confinar a millones de ciudadanos, parar la economía, hacer uso del estado de alarma y salvar miles de vidas. Ha sido también una legislatura que sigue haciendo frente a una guerra con graves consecuencias humanitarias y económicas. A eso hay que sumar catástrofes naturales como el volcán de La Palma o la emergencia climática”.

“En este escenario tan inédito, habéis sacado 213 leyes y tres presupuestos generales en tiempo y forma. Con ello hemos conseguido dar estabilidad para que España progresase”, ha ratificado. Además, y plenamente confiado en dar la vuelta a la situación, ha insistido en que es el momento de cobrarse la venganza. De dejar claro que, pese a los resultados del 28M, la gestión del Gobierno es avalada por la mayoría social del país.

“Por supuesto que me gusta ganar y me duele perder. Pero cuando más me duele perder es cuando las consecuencias inmediatas recaen sobre personas a las que quieren. Supe que debía dar un paso al frente esa misma noche. Nunca me he escondido y no lo haré ahora”. Aplausos socialistas. Ánimos renovados. Empieza la campaña.