El Congreso ha oficializado el cambio en el reglamento que posibilitará que el uso de las lenguas cooficiales se convierta en rutinario en la nueva normalidad de la Cámara Baja. Lo que empezó siendo una exigencia del bloque de la investidura a cambio de asegurar la mayoría progresista en la Mesa, con Francina Armengol al frente, ha acabado consumándose con los mismos votos, con las mismas voces, pero con distinto idioma.

El primer diputado en hacer uso de las lenguas cooficiales ha sido el socialista José Ramón Gómes Besteiro, quien, cambiando con facilidad entre el castellano y el gallego, hacía los honores de estrenar a los recién fichados traductores que se coordinaban para que todo el mundo pudiese enterarse de lo que se estaba diciendo sin necesidad de redoblar su agenda con clases particulares. España siendo España: compleja, plural, diversa. Un día de orgullo para los partidos de la izquierda que Besteiro ha decidido ejemplificar hablando de una “honra doble”: “É unha honra dobre, xa que me permite estrear o sistema de tradución simultánea na que é a miña lingua materna, o galego, lingua que tan ben simboliza a riqueza e a diversidade cultural do noso país”. [“Es un doble honor, ya que me permite poner en marcha el sistema de traducción simultánea en mi lengua materna, el gallego, lengua que tan bien simboliza la riqueza y diversidad cultural de nuestro país"].

Ni cinco minutos ha tardado Vox en demostrar que frente a la España que hoy festejaba la diversidad en el Congreso existe otra: tosca, abrupta, torpe. Los diputados, comandados por un Santiago Abascal que bajaba las escaleras a paso firme, han decidido abandonar el pleno en repulsa al uso de las lenguas cooficiales. Uno por uno han desfilado hasta la salida del Hemiciclo lanzando, previamente, los dispositivos de traducción sobre el escaño que habitualmente ocupa el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hoy ausente por su agenda en EEUU.

El resultado de la votación ha sido el mismo que el de la presidencia de la Mesa del Congreso, cuando el Gobierno consiguió salvar su primera bola de partido de la legislatura asegurando la mayoría progresista. 179 síes. Una mayoría parlamentaria y social que vuelve a demostrar que la derecha, ahora mismo, con una visión reducida de la españolidad y echada a la calle, tiene muy difícil conseguir la gobernabilidad en el futuro más reciente. Una mayoría que contrastará, presumen desde el Ejecutivo, con la debilidad parlamentaria de un PP que verá el próximo martes y miércoles a su líder, Alberto Núñez Feijóo, caer en sesión plenaria.

José Ramón Gómez Besteiro ha sido el primero en hacer uso del permiso de la Mesa del Congreso para hablar en una lengua cooficial, el galego. Posteriormente ha sido el turno de estrenar el catalán y el euskera, y ese ejercicio ha sido protagonizado por el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, y su homóloga en EH Bildu, Mertxe Aizpurua.

Rufián, duro, áspero y reivindicando que puede hablar catalán gracias a su abuelo, ha decidido, entre los momentos más icónicos de su intervención, recitar una larga lista de anglicismos con la que mirar a la cara a la derecha y preguntar si todos esos términos, comunes en nuestra sociedad, no ponen en jaque al castellano.

Aizpurua, en cambio, ha ido un paso más allá y ha decidido dedicar su intervención a su “nación”, Euskadi, a la que ha querido poner en valor frente a un Gobierno que se adentra en un terreno de difíciles negociaciones con los diferentes nacionalismos que tienen representación parlamentaria. No será fácil, aseguran gallegos, vascos y catalanes. Es posible, factible y saldrá, contestan fuentes de Ferraz.

El examen europeo se pospone

Menos festivo ha sido el ambiente en el Consejo de Asuntos Generales al que han acudido representantes de los Veintisiete para examinar la petición española de incluir las lenguas cooficiales entre el largo listado de idiomas que se traducen de forma simultánea en las instituciones comunitarias. El encargado de defender la petición del Gobierno ha sido el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, quien, a su salida, ha decidido mostrarse visiblemente contento por paralizar el veto que algunos países habían puesto entre las hipotéticas resoluciones del evento.

Albares ha cimentado la defensa de la petición española en cuatro ejes: defender la oficialidad de catalán, euskera y galego en la Constitución Española; asegurar que no se trata de lenguas minoritarias –“el catalán es hablado por diez millones de personas, estando de esta forma entre los 15 idiomas más usados en la Unión”-; recordar que no se trata de una petición inédita, ya que España lleva defendiéndola desde, al menos, 2005; y recordar que el multilingüismo es una de las piedras angulares de la Unión Europea.

Además, como ofrecimientos frente a aquellos que se oponen al uso de las lenguas cooficiales españolas en el seno de la Unión, el ministro ha puesto dos propuestas sobre la mesa: la primera, que España financie todo el proceso necesario para el cambio del reglamento. Además de ello, ha ofrecido una oficialidad gradual a sus socios europeos: primero el catalán, luego el euskera y el galego.

"No hay lenguas de segunda"

Los motivos que ha dado el titular de Asuntos Exteriores para esto han sido el número de personas que hablan catalán, más de diez millones, y la insistencia mayor de sus representantes -un dardo que no ha sentado nada bien a partidos como el PNV o el BNG-. De hecho, el propio Aitor Esteban ha decidido ausentarse brevemente del pleno en el Congreso de los Diputados para responder a estas declaraciones de Albares, las cuales ha considerado como “malas noticias”.

“Si esto se confirma, en Euskadi no se entiende. La protección de una lengua no se debería basar en el número de hablantes, ya que, entonces, con el inglés o el chino sobrarían todos los demás idiomas”, ha asegurado. Además, el portavoz jeltzale ha asegurado que desconoce si esta decisión dificultará “las negociaciones de la investidura, pero desde luego no las facilitarán”.

Ana Miranda, eurodiputada del BNG, ha sostenido "no hay lenguas de primera y de segunda, sino que son todas de primera". "Lamentamos la decisión del Gobierno español transmitida en el Consello de la Unión Europea de priorizar unas lenguas sobre otras", ha proseguido.