Borja Sémper ha acudido este miércoles a Más de Uno (Onda Cero) después de las críticas tanto externas como internas por haber empleado el euskera el pasado martes en el Congreso, precisamente para criticar el cambio en el reglamento y dando alas a la incoherencia de sus declaraciones de un día antes y de la portavoz Cuca Gamarra, quien había pedido a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, detener el uso de las lenguas cooficiales.

El también vicesecretario de Cultura y Sociedad ha justificado su idea, que pensaba que era "brillante", reiterando que la llevó a cabo para “evidenciar” que las lenguas cooficiales son “patrimonio de todos los españoles” y subraya que en el Congreso “ya se podía hacer esto, traduciendo luego las frases, los comentarios o las citas”: “Asistimos a una escenificación a partir de la cual algo que el PSOE defendía como despropósito pasa a ser necesario. Creo que hay que rebatirlo con muchos argumentos y yo utilicé los míos, los que creo razonables y los que considero que entran en mi forma de entender la política”.

En esta línea ha justificado frente a los micrófonos que no hizo “nada raro” porque estaba avalado “por la costumbre” en la Cámara Baja, pero que aún así adelantó en reunión previa que iba a tener “alguna frase es euskera”. “En el Congreso ya se puede a ver esto. Se pueden tener introducciones breves en lenguas cooficiales si luego son traducidas. A mí me pesa toda la repercusión, pero insisto, políticamente no es lo relevante ni lo que me preocupa”, ha enfatizado.

Con todo, el diputado reconoce que su intervención generó “opiniones diversas”, pero resta hierro a la cuestión: “Tus intervenciones a algunos les parecen bien, a otros menos bien, y algunos no entienden nada. No pasa nada, no somos el PSOE (...) No somos una secta. No expulsamos a la gente por pensar diferente y decirlo (…) Hay que convivir con naturalidad que compañeros tuyos interpretan que un discurso se podía haber hecho de otra manera. En lo que sí había coincidencia y estupor era en lo que estábamos viviendo; lo que me preocupa es que se desvía la atención de lo realmente importante, y es que se forzó el reglamento de la Cámara y se hizo un ataque evidente a lo común”.

Estudia tomar acciones legales

Sobre la misma cuestión, Sémper ha apuntado que van a analizar durante las próximas horas la “ecuación legal” de lo que pasó ayer en el salón de la soberanía popular ya que, a su juicio, es “más que discutible”: “Ayer se aceptó hacer lo que se hará cuando se reforme el Reglamento sin haberse reformado. Es decir, se aplica una ley sin haber sido aprobada. Vamos a analizarlo para recurrirlo y en cuanto tengamos la oportunidad vamos a corregir algo que es un despropósito”, ha apuntado sobre las intenciones del PP de reformar el reglamento. 

En estas, el vicesecretario de Cultura y Sociedad acusa que se está "catalanizando" la política española y culpa al PSOE de estar "permitiéndolo": "Es un despropósito desde todos los puntos de vista, esto sí que no se puede explicar, cómo ciudadanos que se entienden en una misma lengua necesitan un traductor para poderse entender. ¿En qué estamos? ¿Qué broma es esta?".

Críticas en el PP 

Algunos miembros del PP no pudieron ocultar su “estupefacción” tras la intervención del portavoz con un discurso que consideraban ganado de cara al votante, compacto sin incoherencias.

Así las cosas, Sémper generó debate interno y enfado externo. En sus filas muchos no comprendieron que empleara su segunda lengua cuando el día de antes había dicho que ellos no iban a hacer “el canelo” ni “cosas raras”, y cuando Cuca Gamarra se habría pronunciado frente a la presidenta del Congreso Francina Armengol, para que detuviera el uso de las mismas.

Entretando, el ala más moderada defiende que la acción de Sémper no escapa a algo que venía siendo normal y que lo que el partido critica es que se “obligue a usar traducciones”, no así que sus diputados utilicen en un momento dado una lengua cooficial y se traduzcan a sí mismo.

Una expresión, la de “hacer el canelo” que sí fue empleada con dureza sobre el PP por parte de Vox y del PNV; mientras la línea marcada por el partido para con la reforma del reglamento -casi independientemente de la declaración del portavoz- era acusado por las formaciones de izquierdas.