Cristina López Barrio llevaba sin publicar desde noviembre de 2019 y ha vuelto por la puerta grande, con 'La tierra bajo tus pies' (Planeta), una novela con la que ha ganado el Premio Azorín 2024. Se trata de una ficción histórica en la que recupera la labor de las Misiones Pedagógicas de la II República. Lo hace a través de Cati, una joven adinerada y bohemia, cuya vida está inspirada en Victorina Durán, pintora, escenógrafa, figurinista, profesora, directora teatral, diseñadora de vestuario, entre otras muchas cosas. Feminista convencida y estrecha colaboradora de Margarita Xirgu, defendió la libertad sexual, al tiempo que reconoció abiertamente sus relaciones con otras mujeres. Participó en la fundación del Lyceum Club Femenino, un centro que aparece en la novela de Cristina López Barrio.

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Un corte al progresismo y a los derechos de la mujer

"La Guerra Civil fue un corte a todo el progresismo, sobre todo en lo que tiene que ver con la mujer. Entonces ya votábamos, había una incorporación de la mujer a la vida profesional", nos explica la autora en una entrevista a ElPlural. Su novela transcurre en 1935, justo antes de que todo estallara por los aires. "Todos sabemos lo que ocurrió después", aclara. En 'La tierra bajo tus pies' ha querido reflejar esa belle epoque y los proyectos de modernización de aquellos regeneracionistas que quisieron llevar la cultura y el arte a los pueblos más recónditos de España. Recurre a una cita de Charles Dickens, de 'Historia de dos ciudades', para expresar lo que se vivía en aquella época: 'Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos...'. "Me encanta y me parece que define muy bien esa época de antes de la guerra civil, de los primeros años de la década de los años 30, mirando con ilusión hacia el futuro mientras flotaba en el aire un malestar que iba oscureciendo ese progresismo. Era un tiempo de esperanza y un tiempo que nos conducía al abismo".

Aparte del contexto histórico, en el que aparecen personajes reales como Manuel Bartolomé Cossío, pedagogo, historiador del arte y uno de los impulsores de las Misiones Pedagógicas, y Alejandro Casona, dramaturgo y maestro, quien encabeza la expedición en la que participa la protagonista de la novela para llevar una obra de teatro a un pequeño pueblo olvidado. Ambos son dos referentes en la vida de Cristina López Barrio y nos confiesa que le ha costado integrarlos en el retrato, precisamente por la admiración que siente hacia ellos.

¿De qué va 'La tierra bajo tus pies'?

 

 

Cati es una joven cuya vida transcurre entre fiestas y tertulias en los cafés, hasta que la tragedia la golpea. Mientras busca su lugar en el mundo, el encuentro con una amiga de la infancia y con Manuel Bartolomé Cossío marcará su destino. Se incorporará como voluntaria a las Misiones Pedagógicas para montar una obra de teatro en un pueblo recóndito. Allí se alojará en la humilde casa de los Salazar, y se enamorará perdidamente de uno de los miembros de la familia, Jeremías, un hombre de campo que, a priori, es la antítesis de Cati.

La familia está enfrentada con los caciques del pueblo, una enemistad profunda y enquistada que se ha ido transmitiendo de generación en generación y en la que la joven se verá envuelta.

Entrevista con Cristina López Barrio

Cristina López Barrio (Foto: Javier Ocaña / Editorial Planeta)
Cristina López Barrio (Foto: Javier Ocaña / Editorial Planeta)

P.- ¿Cómo surge esta novela?

Estaba escribiendo un thriller ambientado en Lisboa, una ciudad que me gusta muchísimo y tiene un lado melancólico, nostálgico que va muy bien conmigo, pero no sabía muy bien qué historia quería contar. No encontraba nada que me apasionara, esa ilusión que te llega de repente y empiezas a documentarte, a pensar en la trama y los personajes. 

A mí me gusta mucho Luis Cernuda desde que lo descubrí cuando estudiaba COU, con 16 o 17 años. Estaba trabajando y se me ocurrió buscar vídeos sobre él en internet, lo típico para desconectar, y vi un documental de su labor en las Misiones Pedagógicas. Encontré también unas fotos que me impresionaron, con las caras de esas gentes del campo de descubrimiento, sorpresa y alegría al descubrir el teatro y, sobre todo el cine. Tenía ese punto de milagro, de algo muy lejano que, para ellos, era magia. Esas fotos fueron mi inspiración y me propuse contar lo que sintieron estas personas al salir de su aislamiento. 

P.- Es también una historia de mujeres, con una protagonista muy singular.

R.- La protagonista de mi novela está inspirada en un personaje fascinante, Victorina Durán, que fue figurinista y escenógrafa. Le hacía los decorados a Margarita Xirgu y formaba parte del Liceo, que era un club al estilo de los de caballeros, pero solo para mujeres y del que formaron parte mujeres como María Zambrano o Victoria Kent. Para que el contraste fuera mayor, elegí que mi protagonista perteneciera a la clase acomodada. Siguiendo el ejemplo de Victorina invento para Cati, mi personaje, una familia es muy poco convencional. Su madre es amante del teatro, sufragista y que escribe crítica teatral y un padre marino mercante que es extranjero. Cuando me llevo a esta mujer cosmopolita a las misiones pedagógicas hay un choque enorme.

P.- La Guerra Civil puso fin a esa revolución de las mujeres, que llegaron a conseguir el voto durante la República, ¿no?

R.- Fue un corte a todo el progresismo, sobre todo en lo que tiene que ver con la mujer. Entonces ya votábamos, había una incorporación de la mujer a la vida profesional. Mi protagonista, como Victorina Durán, estudia en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, y trabaja en una compañía teatral independiente, como figurinista y escenógrafa. A mí me encanta el teatro, y me apasionaba meterla en este mundo. Yo he crecido en el barrio de las Letras de Madrid, en la plaza de Santa Ana y el Teatro Español y me he llevado allí a Cati en homenaje a mi infancia, con mis padres llevándome al teatro. 

Era un tiempo de esperanza y un tiempo que nos conducía al abismo

Para mí fue fascinante descubrir a Victorina Durán, una mujer muy rompedora en muchísimos aspectos, fundó un club bisexual y se convirtió en un referente lésbico en los años 20, algo muy difícil en aquella época. Eran mujeres que fueron abriendo camino y luego hay un corte, efectivamente. Yo pongo una cita de 'Historia de dos ciudades', de Charles Dickens, que me encanta y me parece que define muy bien esa época de antes de la guerra civil, de los primeros años de la década de los años 30, mirando con ilusión hacia el futuro mientras flotaba en el aire un malestar que iba oscureciendo ese progresismo. Era un tiempo de esperanza y un tiempo que nos conducía al abismo. La novela termina justo antes de que comience la Guerra Civil, porque ya sabemos lo que ocurrió.

P.- Dices que tu novela está por encima de las ideologías.

R.- Las misiones pedagógicas compartían cultura y amistad, todo ello en un ambiente juglaresco en el que todos tenían cabida: católicos, ateos, de izquierdas, de derechas... Les unía un proyecto mayor y esa idea de concordia que me encantó.

P.- Y después estalló todo

R.- Sí. Muchísimos misioneros se exiliaron, a otros los fusilaron, otros lucharon en el bando que les tocó porque no les quedaba otra. No quise meterme ahí, lo que quería reflejar es el momento de antes, esa última luz, antes de que llegara el desastre, ese momento de ilusión y esperanza para las mujeres tan importantes. 

P.- Hablas también del mundo rural, que es algo que, por tu trayectoria literaria, es una constante.

R.- Sí, a pesar de que soy de ciudad, madrileña de padres, abuelos y bisabuelos. Pero iba todos los veranos a San Lorenzo de El Escorial y viví en los años 80 lo que quedaba allí del mundo rural, conocí la falda del Monte Abantos, llena de vaquerías, donde ahora hay chalets adosados. Me gusta el mundo rural, la naturaleza..., es otra forma de vida, tejida por el campo, las estaciones, los cultivos...

Según voy cumpliendo años, cuando empiezas a pensar ya en una especie de jubilación, me veo en el campo o cerca del mar, en un jardín. Gracias a este libro y a las Misiones Pedagógicas he descubierto mejor a Manuel Bartolomé Cossío, quien en una época en la que el turismo rural ni existía, mostró su gusto por la naturaleza y los paseos por el campo, algo que comparto. 

P.- ¿Cómo visualizas tu estudio o el sitio donde escribes?

R.- Visualizo un jardín. Mi casa de El Escorial tiene un jardín chiquitito y ahí he escrito varias de mis novelas, así es como me gusta estar, en una mesa, rodeada de flores, plantas, silencio, pajaritos... Yo odio el ruido y soy un poco ermitaña, así que me veo así, con mi perro, si tuviera un gato también, mis paseos por la naturaleza, flores, amigos, familia... Maravilloso.

P.- ¿Qué supone para ti el Premio Azorín?

R.- Me ha hecho una ilusión enorme, porque era un premio que yo seguía ya de joven cuando soñaba con escribir una novela. Ha sido toda una sorpresa.

P.- ¿Se tarda en escribir una novela?

R.- Se tarda. Estos cuatro años sin publicar, fuera del circuito, digamos, fueron duros. Tenía una situación de bloqueo a la hora de escribir, dejé a la mitad el thriller del que te hablaba y me costó encontrar una historia que me apasionara, que me enamorara.

Escribir es una profesión muy emocional

P.- Eso se percibe en la novela, ¿no?

R.- Cuando escribes con desgana, por obligación, no funciona. Es una profesión muy emocional. En este tiempo, hasta que llegaron a mí las Misiones Pedagógicas estaba en barbecho, un poco como vacía, las cosas me interesaban, pero nada me enamoraba. Caían las semillas y nada brotaba. Todo lo que escribes me parecía artificial. Sin embargo, con 'La tierra bajo tus pies' la sensación es diferente, como que de alguna manera los personajes cobrasen vida. Esa sensación del proceso creativo es muy reconfortante y es adictiva también. Eso se nota.

P.- ¿Te cuesta despedirte de tus personajes?

R.- Me costó. Es una novela que, además, incluye a personajes reales por los que yo siento una profunda admiración, como son Manuel Bartolomé Cossío y Alejandro Casona.

Me costó escribir los capítulos en los que aparecían porque me imponían muchísimo respeto, no quería decir o ponerle una voz que no les correspondiera. Al principio era todo muy acartonado, muy encorsetado. Al final tuve que soltarme, hacer el personaje mío y meterlo en la trama.

P.- ¿Qué nos puedes decir del pueblo que retratas?

Este pueblo no es un pueblo concreto, es una mezcla de varios pueblos, de varias aldeas, lo que me da la libertad de fantasear. Siempre me ha gustado poner a mis novelas tientes de realismo mágico, aunque quizá esta novela sea la que menos.

¿Quién es Cristina López Barrio?

Cristina López Barrio ejerció como abogada y se especializó en Propiedad Intelectual. Tras ganar en 2009 el Premio Villa Pozuelo de Alarcón de Novela Juvenil con 'El hombre que se mareaba con la rotación de la Tierra' (2009), y tras la publicación de la novela 'La casa de los amores imposibles' (2010), abandonó la abogacía para dedicarse plenamente a la escritura. En 2010 obtuvo el premio a la escritora revelación que otorga el conocido blog literario 'Llegir en cas d’incendi por 'La casa de los amores imposibles', novela traducida a quince lenguas y publicado en veintidós países.

En 2017 fue finalista del Premio Planeta con 'Niebla en Tánger', que ha sido traducida al italiano, holandés, polaco y chino. Además, es autora de las novelas El cielo en un infierno cabe (2013), 'Tierra de brumas' (2015) y 'Rómpete, corazón' (2019) y del libro de relatos 'El reloj del mundo'.