Una antigua leyenda cuenta que Lucifer vivió en una cueva situada en el Monte Abantos, en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) y allí abrió una de las 7 puertas del infierno. Cristina López Barrio, finalista del Premio Planeta en 2017 por su novela ‘Niebla en Tánger’, acaba de publicar una novela cuya acción transcurre precisamente en este espacio mágico, epicentro de numerosos misterios y apariciones.

‘Rómpete corazón’ (Planeta), es un inquietante relato inspirado en los cuentos de hadas originales, donde los príncipes azules eran en realidad reyes malvados y las indefensas princesas sufrían todo tipo de abusos. “En este libro, la fantasía se convierte en realidad”, nos comenta la autora que se ha servido de los cuentos de hadas para maquillar de alguna manera una la terrible tragedia de los malos tratos.

La autora se ha servido de los cuentos de hadas para maquillar de alguna manera una la terrible tragedia de los malos tratos

“La magia es una manera de hacer la cruda realidad más digerible, es algo que siempre muy presente en mis libros, quizá porque siempre he sido una persona muy fantasiosa, pero la realidad está ahí, contada de forma más lírica”, añade.

 

Cristina López Barrio, sentada en la silla de Felipe II, desde donde se puede divisar el Monte Abantos y el monasterio de El Escorial, donde la leyenda sitúa una de las siete puertas del infierno

La novela está ambientada en El Escorial, donde la leyenda sitúa una de las siete puertas del infierno

Más allá de los cuentos, ‘Rómpete corazón’ es una novela policiaca que arranca con la desaparición en el antiguo caserón familiar de Clara, una niña de tres años. Lo hace doce años después de la desaparición de su hermana mayor, Alba, que se esfumó sin dejar rastro en circunstancias similares. Es como si una maldición acechara a todas las mujeres Melgar, un funesto destino del que sólo se escapaban las que eran sonámbulas.

Cristina López Barrio recrea una atmósfera siniestra, opresiva y oscura, muy a lo Edgar Allan Poe, a través del caserón familiar, ubicado en el monte Abantos y que cuenta con un misterioso torreón y un cementerio subterráneo que esconden terribles secretos familiares.

El detective está inspirado en Marlowe, "un poco tortuoso, con un pasado de alcoholismo, aficionado a las prostitutas y muy sensible"

Roger, en realidad Rogelio Sánchez, es el detective que investiga las dos desapariciones y por el que la autora siente gran predilección. “A pesar de su aspecto de fracasado, me gusta más verlo como héroe, como alguien que lucha, que es capaz de enfrentarse a sus propias adicciones y que trata, en este último caso ya que está a punto de jubilarse, de redimirse por la culpa que siente al no haber podido resolver el caso de la desaparición de la primera niña de la familia”, explica con ternura sobre este personaje, al que quiso dibujar al estilo de Philippe Marlowe, el detective ficticio creado por Raymond Chandler. “Un poco tortuoso, con un pasado de alcoholismo, aficionado a las prostitutas y muy sensible, tanto que se ha tenido que poner un parapeto para superar su propia existencia, asumir lo que es la vida y su propio trabajo”, describe.

La historia está contada de forma coral a través de los diferentes personajes. Cristina López Barrio, cuya literatura se caracteriza por la creación de personajes femeninos arrolladores, no decepciona en esta ocasión y crea un matriarcado cuyas integrantes (abuela, madre e hija), todas ellas de una belleza singular, provocan en los hombres una atracción fatal que se vuelve contra ellas. Parece como si una maldición persiguiera a las mujeres Melgar. Todas ellas tienen nombres de luz: Blanca, la protagonista sobre la que gira la novela y madre de las niñas desaparecidas: Aurora, su hija adolescente que ve la realidad a través de su cámara de vídeo; Alba, su gemela desaparecida; Clara, la hija pequeña que sufre el mismo destino funesto que su hermana; y Estela, una antigua amiga de la familia, estrafalaria y médium a la que la autora compara con Miss Havisham, la rica solterona creada por Dickens en Grandes esperanzas, que vive anclada en el tiempo.

En paralelo, Ricardo, marido actual de Blanca y hermano de su primer esposo, fallecido trágicamente en un accidente de coche. Celoso, posesivo y autoritario, consigue anular la personalidad de Blanca y convertirla en una triste reflejo de lo que fue. “El amor que siente por ella es un amor obsesivo, tóxico, entendido como posesión y anulación de la persona que amas”, explica Cristina López Barrio, que ha investigado con expertos en malos tratos para tratar de comprender el proceso interno que vive una mujer maltratada. “¿Por qué sigues? ¿Por qué no sales? Muchas veces la autoestima de la mujer está absolutamente minada y también su independencia emocional. Hay una especie de enganche a su pareja, a esa relación tóxica, que es incapaz de cortar. Al mismo tiempo es absolutamente desgraciada”.

Blanca vive atrapada por un amor tóxico que ha minado su autoestima

La autora estuvo investigando en la psicología de los psicópatas para crear a este personaje que presenta una a una todas las características de un maltrato psicológico. “Aisla a su pareja en el caserón familiar, del que había huido por la desaparición de su primera hija, y le pide que deje de trabajar. Si no tienes relación con la realidad, con amigos que puedan abrirte los ojos, que puedan contrarrestar la realidad que te has ido creando y que está viciada por esa relación tóxica, es más difícil que la persona se pueda liberar. Se crea un sentido de posesión y culpa que llega a anular la identidad de la persona y minar su autoestima”, asegura Cristina López Barrio sobre el infierno en el que vivía Blanca, un infierno que comenzó con su propio padre, durante su infancia. “El padre de Blanca Melgar no llega a prostituirla, pero sí la utiliza desde que es muy joven, porque es una niña una adolescente muy bella, para sus reuniones de negocios, obligándola a servir copas y permitiendo que sus amigos la tocaran”, explica.

"Aunque pasen cosas terribles en los cuentos de hadas, ese enfrentamiento con los monstruos te permite crecer y pasar a otra etapa"

‘Rómpete corazón’ empieza como un cuento de hadas: “Érase una vez, en un reino rodeado por un frondoso bosque de pinos y abetos, una princesa que dormía en el esbelto torreón de su castillo…”. Como en los antiguos cuentos, hay monstruos, héroes y villanos cuyas peripecias sirven a la autora para describir las diferentes fases por las que atraviesa el ser humano: “El niño necesita que esos monstruos o miedos estén presentes en el cuento y que el héroe se enfrente al villano para erradicar el mal. Por eso era obligado el final feliz, para que se produzca un restablecimiento del orden y de la justicia. Aunque pasen cosas terribles, ese enfrentamiento con los monstruos te permite crecer y pasar a otra etapa. Me parece apasionante, ver qué hay más allá del cuento de hadas”.

La novela es también la primera incursión de Cristina López Barrio en el thriller psicológico y lo ha hecho siguiendo las pautas marcadas por un clásico, Arthur Conan Doyle, el creador del célebre Sherlock Holmes. "En ‘Estudio Escarlata’ hay desorden, miedo, resolución y restablecimiento del orden y la justicia, que lo hace coincidir con delito, investigación y resolución del caso. Es lo que pasa en esta novela, hay un misterio que parece irresoluble, van apareciendo sospechosos que luego, como en toda novela de detectives, parece que crees que es pero luego no es… así hasta el desenlace final”.