El otro día me preguntaban por la razón del incremento de las agresiones sexuales en los últimos tiempos. Es una pregunta de respuesta difícil o imposible, desde luego, pero también tiene algo de pregunta trampa. Porque da por supuesto algo que no sé si hay que asumir de un modo tan claro.

Me explico. Es muy difícil conocer la verdadera cifra de agresiones sexuales, ni siquiera de un modo estimado. Porque si en algún delito hay una cifra oculta más que evidente, es en este tipo. Y no solo por los que no se denuncian, que ya sería suficiente, sino por una característica legal importantísima que lo distingue de la mayor parte de las infracciones que recoge nuestro código penal: las agresiones sexuales requieren denuncia de la persona agraviada. Esto quiere decir que, aunque violen a una mujer ante miles de testigos, de nada servirán sus testimonios si la víctima no quiere denunciar porque en ese caso no es que habría una absolución, es que ni siquiera habría juicio, ni procedimiento, ni nada de nada. La conducta sería impune. Y claro está, si no hay delito, no hay estadística que lo recoja.

Por supuesto, esta regla general tiene excepciones, cuando la víctima es menor o persona especialmente vulnerable, en cuyo caso puede denunciar el Ministerio Fiscal. Pero en los demás casos, lo dicho. No hay delito.

Así que aquí encontramos una de las causas por las que es imposible saber si hay más agresiones o lo que hay es más denuncias, en cuyo caso no solo no sería una mala noticia, sino que incluso podría ser buena. Si ese incremento respondiera a que las víctimas se han empoderado y han decidido denunciar lo que antes no denunciaban, estaríamos en el buen camino. Pero también esto es imposible de probar.

Por último, hay otro factor importante en este análisis, íntimamente relacionado con lo anterior. La repercusión pública y mediática de este tipo de asuntos. De un tiempo a esta parte, con movimientos como el #MeToo y campañas de concienciación ciudadana, los medios de comunicación han empezado a dar una importancia a estos temas que antes no le daban, probablemente porque la opinión pública se la dé. O quizás sea al revés, que nunca se sabe si fue primero el huevo o la gallina. Pero lo importante es que interesan, y si interesan se habla de ello. Y eso también puede distorsionar el dato, ya que se visibilizan casos que antes no se visibilizaban.

Por eso retomo a la pregunta del principio: ¿Hay más agresiones o se habla más de ellas? Y sigo sin tener una respuesta tajante.

SUSANA GISBERT
Fiscal y escritora (twitter @gisb_sus)