Apenas ha transcurrido mes y medio desde la última reunión del del Banco Central Europeo (BCE) en la que su directiva decidió acometer una nueva subida de los tipos de interés. Christine Lagarde, su presidenta, confirmaba que, tras un nuevo incremento de 50 puntos básicos, el precio del dinero se situaba desde ese momento en el 3%. Como un resorte, el Euríbor, índice al que se indexan la mayoría de hipotecas variables, reaccionó al alza y roza ya valores cercanos al 4%. Pocos días transcurrieron desde aquel 2 de febrero para que máximos dirigentes de la autoridad bancaria adelantasen nuevas subidas de tipos para su próxima reunión, que se celebra hoy, y las sucesivas.

El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, adelantaba tan solo una semana después de la anterior reunión que habría nuevas subidas y que la lucha contra la inflación “no había terminado”. “Tenemos toda la razón para creer que tendremos otra subida de 50 puntos básicos en la próxima reunión", señalaba Lagarde a inicios de marzo, asegurando que “los tipos de interés a corto plazo son la herramienta más viable" eran la mejor herramienta para combatir la inflación, a pesar de lo que suponía para las familias. Sin embargo, algo ha sucedido para que la más que previsible y adelantada subida de los tipos de este jueves pueda no llegar a producirse o reduzca su cuantía.

Por supuesto, la situación de encarecimiento de las hipotecas que está produciendo situaciones límite para muchas familias, que no pueden pagar o tienen que renunciar a otros gastos para poder hacerlo; o la desesperación de muchas pequeñas empresas que no están pudiendo hacer frente al incremento de los pagos de sus préstamos, necesarios para sustentar su negocio, no han sido ninguno de los detonantes que pueden hacer cambiar de opinión al BCE, ajeno a estas realidades. Sin embargo, la histeria colectiva generada entorno a la quiebra de bancos estadounidenses, que ahora ha salpicado al banco suizo Credit Suisse, parece haberse salpicado a la autoridad europea, cambiando el orden de prioridades.

La tan ansiada paralización del rally alcista del BCE, necesaria para familias y pequeñas empresas, puede no llegar por la reducción de la inflación a nivel europeo, que se presumía por parte de los dirigentes del banco como prioridad principal e ineludible. Una estrategia planteada para frenar una demanda, cuyo peso en el problema no es tanto como el de la oferta, se resquebraja ante la no tan fuerte estabilidad del sector financiero europeo que, hasta hace dos días, aseguraba no verse afectado por la situación financiera estadounidense.

Ahora bien, si el BCE se rectifica a sí mismo y varía su estrategia para salvar al sector bancario después de haber ignorada a familias y empresas, ¿dónde queda su credibilidad? ¿En qué lugar deja a la institución? ¿Y al conjunto de la sociedad europea? Preguntas que Lagarde podría aclarar este jueves en la rueda de prensa posterior a la reunión decisiva. Sin embargo, quizá existe otra que no le corresponde a la mandataria responder: ¿Cómo deben responder los Gobiernos de los estados de la Unión Europea si, finalmente, el BCE cede? Habrá que esperar a la decisión y las posteriores reacciones, que llegaran en el mediodía de este jueves.

Progresión de las subidas

El primer incremento de medio punto se produjo en julio, momento en el que se alejó el precio del dinero de los valores negativos y se colocó en el 0,5%. A este le siguieron el aumento histórico realizado en septiembre, que catapultó los valores hasta el 1,25% y la subida de subida de 75 puntos básicos aprobada en octubre, que catapultó el índice al 2%, máximo histórico desde 2009. A esta le siguió la que se produjo el 15 de diciembre, momento en el que el índice se situó en el 2,5%. Y la última y más reciente es la de febrero, que colocó el valor en el 3%, a pesar de que la inflación de la zona euro ya mostraba una reducción.

Mientras, el Euríbor a 12 meses se sitúa en valores cercanos al 4% y, aunque en valores diarios ha vuelto a caer al 3,5% afectado por el terremoto bancario, la media del mes de marzo continúa en el 3,8%. Con estos valores, atendiendo a la media reflejada en marzo hasta el momento (en torno al 3,8%), una familia que disponga de una hipoteca variable a 25 años por valor de 180.000 euros y un diferencial del 1% más Euríbor, verá como la cuota de hipoteca aumenta en torno a 372 euros tras la revisión. La cuantía total pasará de los 659 euros a los 1.032 euros, aproximadamente, o, lo que es lo mismo, 4.476 euros más al año.

Con las mismas condiciones, una hipoteca de 300.000 euros de capital pendiente de amortizar y 25 años pendientes de pago, una familia tendría que asumir un encarecimiento mensual de más de 600 euros, lo que supone en torno a 7.500 euros al año adicionales.