El secretario del Estado de Hacienda, Jesús Gascón, vuelve a estacionar la futura reforma fiscal. “En un momento de incertidumbre económica global puede ser contraproducente la adopción de medidas generales más allá de medidas selectivas y temporales para hacer frente a las urgencias del momento”, escribe en un artículo publicado en la revista Una reforma fiscal para la competitividad (editada por el Colegio de Economistas de Madrid). El texto esboza algunas de las ideas sobre las que giraría una eventual reforma, aunque adelanza su rechazo a centrar el debate en las rentas altas y en las grandes empresas, apostando por la revisión de varias deducciones. Asimismo, niega que para acabar con el fraude sea suficiente con aumentar los ingresos públicos.

En su declaración, el que fuera jefe de la Agencia Tributaria da por hecho que “cualquier incremento del gasto en Sanidad, Educación y prestaciones sociales" deberá pasar por un "aumento de los ingresos sobre el PIB”. Por tanto, urge a realizar un buen diagnóstico de la situación, analizando las grandes magnitudes en relación con el PIB: los ingresos y los gastos públicos. Es necesario contar con un enfoque realista que no genere “expectativas” irreales, apunta Gascón.

"No se debe focalizar el grueso de la reforma en grupos más ricos"

El número dos de María Jesús Montero alega que, en este momento, no se debe focalizar el grueso de la reforma en grupos más ricos, ya que en 2019 solo un 0,61% de las declaraciones del IRPF incluían rentas y rendimientos de importe superior a 150.000 euros, mientras que en Sociedades solo el 2,12% de los declarantes tenían una cifra de negocios anual superior a los seis millones. “Esto no quiere decir, en absoluto, que no quepa mejorar la progresividad del sistema tributario o que la imposición societaria no deba hacer frente a los problemas de la digitalización y globalización en línea con las propuestas internacionales”, recalcó. Por otro lado, esgrime que el enfoque "ha de ser realista". Es decir, que evite una generación de expectativas que "no se puedan cumplir".

Gascón también centra su exposición en otro elemento “distorsionador” del debate, que aparece al centrarse en exceso en los tipos nominales de los impuestos “como si el tipo de gravamen fuese el único factor a considerar”. Añade que también se debe tener en cuenta las exenciones, reducciones, bonificaciones, deducciones, regímenes especiales e incentivos que “disminuyen la tributación efectiva de forma muy significativa” en la mayoría de las figuras impositivas. “Afortunadamente”, afirma, la evaluación y revisión de estos incentivos es un valor en alza.

Las propuestas recogidas en el libro blanco

A lo largo de la presentación, el secretario de Estado de Hacienda pone el foco en las propuestas recogidas por el grupo de expertos reunidos por el ministerio en el libro blanco para la reforma fiscal, un documento que “constituye un buen punto de partida” y esboza un “diagnóstico muy completo”.

Gascón, considera que es necesario investigar cuáles son los impuestos que producen una brecha tributaria con los países del entorno con el objetivo de actuar sobre ellos. Si la comparativa se realiza mediante una media aritmética, el diferencial negativo proviene en su mayor parte del IVA. En cambio, si se hace con la media ponderada, el tributo a rediseñar sería el IRPF.

El secretario de Estado de Hacienda pone entredicho la idea de que con atajar el fraude fiscal podría solventarse el déficit recaudatorio de España, muy extendida entre los contribuyentes. No obstante, reconoce que la reducción del fraude es determinante: “No es una alternativa realista a las reformas fiscales que pretenden incrementar los ingresos públicos”. "El volumen de fraude fiscal no es despreciable y constituye un problema a combatir en todos los países, también en España, pero no es la explicación de nuestro diferencial de ingresos con la Unión Europea ni una alternativa real a las reformas fiscales que buscan aumentar la recaudación tributaria”, explica en el texto.

“España presenta resultados mejores que la media y la mediana de los países de la Unión Europea y del Eurogrupo en brecha fiscal en el IVA. Y se sitúa en torno a la media y la mediana en el caso de la economía sumergida susceptible de regularización tributaria”, remata en su artículo.