La luz toca este jueves un nuevo récord histórico en los 122,76 euros por megavatio hora, superando incluso los niveles registrados en lo que llevamos de año. Con estos máximos, la factura del mes de agosto será también la más cara de la historia, por encima del impacto del temporal Filomena en enero. Sin embargo, no es el único palo para el bolsillo de los consumidores.

A la racha alcista del precio de la electricidad se unen otros consumos básicos como los alimentos o los carburantes, que se han sumado a los repuntes desde hace unos meses. Todo ello encarece el coste de la vida de las familias españolas que tienen que pagar la electricidad, el gas, hacer la compra y, en la mayoría de los casos, llenar el depósito para poder desplazarse.

La luz en récords históricos

Al encarecimiento de la vida diaria de las familias afecta principalmente el precio de la luz, que toca un nuevo récord histórico este jueves en los 122,76 euros/MWh. El registro medio del precio diario de la electricidad en el mercado mayorista supera todos los niveles registrados, tanto en lo que va de año como en toda la historia, y se encarece un 5% frente al precio de ayer miércoles.

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Comparando con las cifras registradas el pasado año, el precio medio diario de la electricidad a lo largo de la jornada de hoy es un 165% más caro. Es decir, es más del doble de lo que un consumidor medio pagó por la electricidad el pasado 26 de agosto de 2020, en los 46,25 euros/MWh.

Tal y como ya hemos explicado varias veces en ElPlural.com, las subidas constantes de la luz corresponden al aumento de los precios de los derechos de CO2 y del gas natural -consecuencia de las tensiones internacionales por el desabastecimiento de materias primas- y de las altas temperaturas propias del mes de agosto. En cifras, el coste de los derechos de emisiones de CO2 ya supera los 50 euros por tonelada y el gas está por encima de los 40 euros/MWh, repercutiendo directamente en la factura.

Las asociaciones de consumidores coinciden en su denuncia: la factura de la luz en agosto será “la más cara de la historia”, en palabras de Facua. La asociación lleva meses alertando de estas subidas y a mediados de agosto ya cifraba un encarecimiento del 43,7% de la factura total, con el pago de 27,85 euros más frente al mismo de 2020. A solo unos días de que termine agosto, parece que las familias tendrán que hacer un esfuerzo mayor de lo previsto.

El IPC y los alimentos

La subida de la luz coincide con un sobreesfuerzo a la hora de llenar la cesta de la compra, ya que el Índice de Precios de Consumo (IPC) frenó hace unos meses sus descensos -motivado por la crisis del coronavirus- y ha comenzado a subir, con un avance del 2,9% mensual en julio. Se trata de la mayor subida registrada en el IPC desde febrero de 2017, motivada por varios factores.

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El IPC está compuesto por los consumos básicos diarios, entre los que se encuentran la electricidad, los carburantes y los alimentos. Las últimas cifras del INE desvelan que la electricidad y los carburantes se han encarecido alrededor de un 17% frente a hace un año y el gas lo ha hecho un 8,6%. Pero, ¿qué pasa con los alimentos?

Llenar la cesta de la compra también supone a día de hoy un mayor esfuerzo para las familias frente a lo que ocurría hace un año. Alimentos como el aceite de oliva -clave en la dieta mediterránea- es un 22% más caro, los refrescos aumentan de precio en un 11%, la fruta en un 4,6%, los huevos en un 3,5% y la carne de ave repunta un 3%, por ejemplo. Unas subidas de precio que repercuten directamente en el bolsillo del consumidor a la hora de pasar por caja.

Los expertos explican estas subidas, en la mayoría de los casos, por el propio encarecimiento de la energía, ya sea para la producción, mantenimiento o transporte. Pero también afecta un problema de fondo que tiene su consecuencia sobre el coste de la vida: los problemas en las cadenas de suministros internacionales, motivados en gran parte por la crisis del coronavirus y las restricciones a la movilidad.

¿Y llenar el depósito?

Por si no fuera suficiente, los precios del petróleo y de las materias primas también se han disparado tras la pandemia y el barril de Brent -de referencia en Europa- ya supera los 72 dólares. Un precio que difiere mucho del mínimo registrado en 2020, en los 20 dólares, por el parón de la actividad y las restricciones a la movilidad derivadas de la pandemia.

La relajación de las restricciones; el aumento de la demanda mundial, especialmente de China; los recortes en la oferta y las mayores expectativas de recuperación, motivadas por el ritmo de vacunación, han provocado un rally alcista en el petróleo que están pagando los consumidores. Y esto sucede en agosto, el mes en el que tradicionalmente los españoles se van de vacaciones, con viajes más largos que requieren de más carburante.

Las subidas del petróleo se convierten en repuntes en el precio de los carburantes casi de forma automática, por lo que llenar un depósito de 50 litros de un coche de gasolina supone gastar 10 euros más que en enero, hace solo siete meses. En el caso de un coche de gasóleo, la subida es de 9 euros más frente a principios de año.

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Pero no solo influye la subida del petróleo y las materias primas. Aquí aparece de nuevo el problema de fondo: los problemas de suministro y abastecimiento derivados de la pandemia. Si bien esta consecuencia tiene su efecto sobre el precio de la energía, el impacto sobre la industria del automóvil es mucho mayor.

Los problemas por la falta de chips y el encarecimiento de las materias primas amenazan la cadena de suministros en las fábricas automovilísticas de todo el mundo, también españolas, que no ven tan clara su recuperación en lo que queda de año. Algunas de ellas han tenido que parar la cadena de producción varias veces en lo que llevamos de año o reducir turnos para sobrevivir a los efectos de la pandemia.

Septiembre a la vuelta de la esquina

Las cifras son claras, los productos de consumo básico llevan meses de subidas. Unas subidas que afectan al bolsillo de las familias y que preocupan especialmente ahora, al final del verano y con la vuelta al cole y septiembre a la vuelta de la esquina, un periodo casi equiparable a la cuesta de enero.

Con todo esto, la OCU asegura que el 45% de los españoles ha sufrido una pérdida de ingresos en los últimos meses, frente a las constantes subidas de precio de la luz, la energía, los alimentos básicos o los carburantes. Una pérdida de ingresos que hace más difícil poder hacer frente al encarecimiento del coste de la vida diaria.