Además de desmentir los riesgos por la falta de suministro de gas en España, que tendrá "hasta para exportar" a otros países europeos durante el invierno, Carlos Cagigal explica a ElPlural.com dónde se encuentra el problema de los altos precios de la electricidad y que habría que hacer para frenarlos. El auditor y experto en energía lo tiene claro: la solución pasa por intervenir los mercados. 

P: ¿Cree que el tope al gas es la solución para frenar el encarecimiento de los precios energéticos?

R: No es una solución, es una variable dentro de una fórmula que da la solución. El tope al gas está bien. Para los que sabemos el precio al que se suministra, es increíble que esté repercutiendo en el nefasto sistema marginalista, que se ha diseñado para el mercado eléctrico europeo y no se haga al precio real al que se importa el gas, sino al precio al que aparecen los futuros, el precio al contado, es decir, al que cotizan los mercados.  Eso es un aborrecimiento, pero no es suficiente.

Debería llevar aparejado intervenir el mercado. Lo digo así claramente: hay que intervenir el mercado. Los datos están así, no solo el mercado del gas. El mercado del gas era tan escandaloso que España se ha atrevido a intervenir, pero habría que intervenir directamente el sistema eléctrico y debería venir aparejado, aparte de topar, con ayudas a nivel de impuestos. Lo que ha hecho el Gobierno a nivel impositivo está bien, pero creo que se puede permitir ampliar esas rebajas impositivas, sobre todo a las familias necesitadas.

Creo que España podría esforzarse más, por decirlo de alguna manera, e intervenir el sistema marginalista. Las fórmulas y los algoritmos de formulación de precios del sistema marginalista se ideó para perjudicar a la población, para que la población pague absolutamente todo: despilfarros del sistema eléctrico, inversiones del sistema y cualquier excusa de baja demanda que lleve a subir los precios en los mercados. Eso habría que corregirlo, porque hablamos de un recurso básico natural de infraestructuras críticas. Para que una sociedad prospere, la electricidad, no solamente para los hogares y para las empresas, tiene que estar barata.

P: Más allá del bono de 200 euros que ya ha puesto en marcha el Gobierno para las familias más vulnerables, Pedro Sánchez ha anunciado en los últimos días una mayor carga fiscal a las empresas energéticas que, de alguna forma, compense el encarecimiento. ¿Cree que esto también es parte de la solución?

R: Practico algo que se llama pragmatismo. Es como si a un matemático le dices "¿cómo soluciono esto con una fórmula matemática?" y él te lo dice, aunque te puede gustar o no te puede gustar. Aquí se parte de la base de un sistema que no funciona bien desde hace 25 años, que hay que reformar totalmente. Nos guíamos por países que tienen privatizados todos sus sistemas, como Alemania, Austria u Holanda, que los precios que tienen siempre son carísimos, por culpa de esa privatización. No se puede someter la electricidad como un recurso básico y esencial de una sociedad a la rentabilidad económica.

¿Qué va a pasar? Las empresas intentan aprovecharse de todo. Aparte de gravar más a las empresas, que luego se lo deducen por otras formas -podríamos hablar de la ingeniería financiera, esas inversiones millonarias que hacen las eléctricas, que luego no las hacen porque las pagan realmente los españoles porque tienen un plan de amortización de las inversiones a 10 o 15 años y no pagan un duro-, sería para intervenir directamente. Yo soy partidario de la intervención, de una empresa pública. Que no es ideología de izquierdas ni comunistas, que la practica también el conservadurismo. Se llama practicidad, es el método más efectivo. Ya sabemos cómo funciona de una forma y de otra.

P: Francia lo acaba de hacer con EDF, la mayor empresa de energía

R: Sí, Francia nos pasa siempre por la izquierda. Francia es mi segundo país y el gobierno de Macron nos pasa siempre por la izquierda en muchas cosas: alquiler para jóvenes, alquiler social o protección social. Nos está pasando por la izquierda y llevan teniendo gobiernos de derechas desde hace 30 años.

El gas y la nuclear no pueden ser verdes

P: ¿Qué opina de que la Unión Europea haya declarado la energía nuclear y el gas como opciones renovables?

R: Hay que entender que Estados Unidos, el precario sistema político, económico y social de Estados Unidos, lo está exportando. Lo que está pasando ahora en Bruselas es lo que pasa en Estados Unidos. En Bruselas hay despachos de lobbies muy poderosos en el sector energético, sector petrolero, gasista, eléctrico, sanidad privada, etc. Se dedican básicamente, con un presupuesto millonario, a hacer su trabajo: lobbies de presión. A nivel ético y moral no hay nada que discutir: el gas y la nuclear no pueden ser verdes.

Lo han hecho para intentar salvar esas tecnologías a corto y medio plazo. No soy antinuclear, pero siempre he reconocido que el diseño de los cierres de las nucleares está mal hecho, porque a medio plazo había que seguir aguantándolas todavía un poco. Se está demostrando ahora, el problema que tiene Alemania es que descarboniza, cierra nucleares y se deja todo al gas de Rusia. Allí está el señor Putin y dice "esta es la mía". Alemania ahora tiene un problema muy serio, este año tenía encima ya el cierre de la descarbonización total y todo el cierre nuclear.

P: Mirando al futuro, ¿cuándo cree que pueda solucionarse la crisis energética, ya no a nivel español, sino también a nivel europeo?

R: Una cosa es solucionar la crisis y otra cosa es ver los precios donde estaban. La crisis se va a solucionar, el problema del gas no es lo que contaban los medios o los políticos. La electricidad va a bajar porque se va a topar el gas, pero la electricidad no la vamos a encontrar ya en los precios que se encontraban.

Los precios pasados ya no se van a ver si no se hace nada

P: ¿Nunca?

R: Nunca. Hay dos problemas. Ya no es solo el gas. Los derechos de emisión de CO2, el mercado de emisiones que diseña otra vez la Unión Europea y los países del norte, todos estos que les gusta privatizar. Los derechos de emisión son un mercadeo, pero es un mercadeo especulativo en el que ya tenemos los fondos de inversión dentro para sacar rentabilidad. Tal como se diseña la relación entre los derechos de emisión y el gas, es imposible ver la electricidad por debajo si no se intervienen los sistemas. Si no se intervienen los mercados directamente, es imposible ver la electricidad por debajo de 100 o 150 euros. Los precios pasados ya no se van a ver si no se hace nada.

P: ¿Cree que se podría regular de alguna forma el problema de los derechos de emisión?

R: Se diseñó mal. Si tú tienes una central de ciclo combinado con una producción estimada anual de x, Bruselas te otorga un cupo de contaminación. Si, por lo que sea, produces más ese año y el ciclo combinado pasa de ese cupo, tal y como está ahora el sistema, esas centrales de ciclo combinado tienen que acudir al mercado, comprar derechos y utilizarlos.

¿Qué está haciendo eso? Que se mercadée con los derechos de emisión, que se metan fondos de inversión para especular y ganar dinero, que haya empresas que esos cupos de contaminación a final de año no los cumplan y utilizan esos derechos para revenderlos. Eso está mal diseñado: tanta contaminación estimada, tienes tus cupos. Los cumples y, si te pasas, vienes directamente a mi y vemos por qué te has pasado en esos cupos de contaminación. Pero se acabó eso de comprar, revender y ganar dinero con lo que es la contaminación y el medio ambiente.

P: Ya por terminar, ¿cree que la crisis energética actual podría llevar a una recesión económica en España?

R: En España no, pero en algunos países sí. A España, a nivel económico, desde la pandemia le ha venido todo bien. Lo llevo avisando desde junio, en pleno confinamiento, porque la geopolítica y las variables macroeconómicas y de globalización cambian totalmente. La perspectiva de la Unión Europea es que hemos cometido un grave error: permitimos a muchas empresas la deslocalización de producción, a China y a muchos países asiáticos. En cuanto hemos tenido una pandemia no teníamos ni para mascarillas, no teníamos para producir ni batas ni mascarillas y eso tenía que cambiar.

Desde el segundo semestre de 2020, las políticas directas de la Unión Europea y de las propias empresas, porque todo va coordinado, cambia totalmente. Uno de los grandes beneficiados es España, que le lleva en 2021 a que su sector industria se recupere como hacía 20 años y supere en contribución al turismo y hostelería, por ejemplo.

Dicho esto, en España, aunque haya ralentización económica, hay datos que llaman mucho la atención. Creamos empleo. Confío en que eso no va a parar. Seguimos en tasas interanuales en torno a 800-840.000 empleos. La guerra de Ucrania nos toca un poco, porque mis estimaciones de este año era 1,2 millones de empleos, pero vamos a seguir. El ritmo de creación, de empleo y de afiliación es crecimiento estructural, no es coyuntural. Además, procede mucho de industria vinculado al sector manufacturero.

España es una potencia en el sector agroalimentario, que se demostró esencial en pleno confinamiento. Desde el confinamiento estuvimos ahí para los países del Norte, tuvimos que obligar a los agricultores y al sector manufacturero a irse a trabajar, al declararlo sector esencial, y trabajar, no por nuestro suministro, sino por el suministro de parte de la Unión Europea. España puede tener ralentización puntual económica. El crecimiento es estructural, no coyuntural. El crecimiento del empleo también. De ahí los buenos datos económicos que contradicen las estimaciones del INE.