El Dos de Mayo puso el punto y final a una de las campañas más turbulentas desde la llegada de la Democracia a España. Amenazas de muerte y debates truncados aparte, el camino hacia el 4M se detiene en esta jornada de reflexión, en la que los diversos partidos se muestran esperanzados ante los designios de los ciudadanos.

Ánimos de victoria en unos, esperanzas ante lo ‘imposible’ en otros, amenazas de sorpasso y temor a una desaparición son las emociones que sobrevuelan los cuarteles generales de las seis formaciones que se juegan el todo por el todo el martes. De hecho, algunos prefieren ver estas elecciones como el inicio ‘del cambio’ a escala nacional.

Ayuso, el preludio de Casado

Un ambiente de triunfalismo colapsa los estamentos del cuartel general de los populares. Los conservadores se muestran convencidos de que su heroína derrotará a las huestes de la izquierda madrileña en las urnas y pondrá la primera piedra en el camino que guiará a Pablo Casado hasta el Palacio de la Moncloa. “El 4 de mayo será el comienzo del fin del sanchismo”, presumen en la nave nodriza del PP.

Desde el adelanto electoral, el Partido Popular ha afrontado estos comicios en clave nacional. La cúpula está convencida de que supondrán un revulsivo para un partido que no ha dejado de tambalearse desde que Pablo Casado asumió el trono que dejó vacante Mariano Rajoy. La ciclotimia conservadora acabará en este 4 de mayo, según se destila del estado de ánimo de la zona noble de Génova, quienes creen que “toda España visualizará a su líder como alternativa real”.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d), y el músico Nacho Cano. EP

En el camino hasta esta jornada de reflexión, la demoscopia ha sido favorable para el Partido Popular. Una buena representación de las encuestas (salvo el CIS) han augurado una victoria rotunda de Isabel Díaz Ayuso sobre la izquierda, aunando fuerzas con Vox y exiliando a Ciudadanos de la Asamblea de Madrid. Un escenario que ratificaría la estrategia que se ha tejido con sumo cuidado en las entrañas de Génova para reunificar el centroderecha.

No obstante, en el Partido Popular no esperan que Ayuso necesite a Vox para gobernar en Madrid, ven a su candidata llevando, en solitario, las riendas de la Comunidad de Madrid. Es más, de cara al futuro, la dependencia de Vox no ayudaría a la aparente separación que Casado escenificó en la moción de censura que presentó Vox en octubre contra Pedro Sánchez.

En clave Isabel Díaz Ayuso, una victoria tan aplastante no sólo la ratificaría como lideresa de la derecha madrileña, sino que la dispararía a cotas más altas y abriría el debate de la sucesión de Casado. Además, frenaría el “ascendente de Alberto Núñez Feijóo”, cuyo nombre se incluye en las quinielas para ocupar el trono de Génova.

Esperanza en el PSOE: “Hay partido”

La campaña de Ángel Gabilondo ha ido in crescendo, sobre todo tras la guerra de guerrillas que supuso el debate tortuoso de la Cadena SER, un punto de inflexión en el camino del candidato socialista hacia el 4 de mayo. Sin embargo, éste también ha encendido las alertas ante un posible sorpasso de Más Madrid, que se ha catapultado en los últimos sondeos.

El PSOE ve al coche de Mónica García en su retrovisor, aunque consideran que no es una ‘amenaza real’. El sentir de Ferraz es que en estas elecciones no hay absolutamente nada dicho y las esperanzas de que el vuelco electoral sea real cotizan al alza debido a los escasos márgenes de diferencia entre los bloques pese a la musculatura que ha lucido Ayuso durante toda la campaña.

Desde el PSOE entienden que la clave de estas elecciones no pasa por ganar votos y escaños, sino porque el sumatorio de las fuerzas de izquierdas sea superior al de la derechas y al límite de la renovada barrera  - por incremento del censo – de la mayoría absoluta. “Hay partido”, reiteran con convencimiento en el cuartel general de Ferraz.

Adriana Lastra, Ángel Gabilondo y Jorge Javier Vázquez. Fuente: Twitter.

Al contrario que en sus antagonistas más próximos, en el PSOE no leen estas elecciones en clave nacional, sino que las encuadran en su contexto “particular”. Aducen que el Partido Popular no tiene el mismo peso ni la misma estrategia en otras regiones que la Ayuso ha implantado en la Comunidad de Madrid.

En este sentido, creen que su objetivo está al alcance y que tan sólo “un puñado” de votos les alejan de él. Por este motivo, tras ratificar que sus intentonas por atraer al elector del malherido Ciudadanos no tenía incidencia, los socialistas retocaron las líneas principales de su estrategia para voltearse a la izquierda.

No obstante, en el PSOE destacan que esta campaña contaba de inicio con dos fases bien delimitadas, cuyo primer paso se dedicaba en exclusiva a la captación de 45.000 votantes de los liberales y el segundo movilizar a los 200.000 electores de izquierda que se parapetaban en la indecisión.

Los socialistas estiman que, ante las citas electorales, la izquierda es “diésel”, pues la movilización de su electorado suele aumentar a medida que avanza la campaña. Las esperanzas en Ferraz pasan por que la derecha ya haya tocado techo y que todo su electorado ya esté movilizado.

Por otro lado, el buen hacer de Mónica García y su Más Madrid durante las semanas de campaña han ahogado, en cierto modo, las aspiraciones socialistas. La formación que gestaron Íñigo Errejón y Manuela Carmena ha puesto contra las cuerdas a la candidatura de Ángel Gabilondo, aunque en Ferraz destacan que esta amenaza de sorpasso no es real y creen que capearán el temporal en las urnas.

Más Madrid, ante la posibilidad de encabezar a la izquierda

Bajo la batuta de Mónica García, la segunda formación de la izquierda madrileña se ha movido como pez en el agua durante esta campaña. La figura de su líder se vio reforzada, sobre todo, tras el debate de Telemadrid, donde confrontó en primer término contra Isabel Díaz Ayuso y, posteriormente, en el todos contra Monasterio de la Cadena SER.

Más Madrid ha conseguido mejorar sus guarismos en términos demoscópicos y su candidatura se ha catapultado hasta tal punto de insuflar cierto miedo entre las filas socialistas, aunque éstas lo desmienten. La formación de Mónica García amenaza con dar el sorpasso a los de Ángel Gabilondo y sus esperanzas se han disparado.

Mónica García e Iñigo Errejón en el acto de fin de campaña de las elecciones del 4 de mayo

En el seno de Más Madrid creen que la "campaña nos ha sonreído" y tienen "buenas sensaciones" de cara a las mesas electorales. Al igual que los socialistas, confían en que haya partido hasta el final y puedan despojar a la derecha del Gobierno regional. 

Podemos se encomienda al 'efecto Iglesias'

La jornada de reflexión llega al cuartel general de Pablo Iglesias en un contexto de pasotismo ante las encuestas que dan la victoria a la derecha. En Unidas Podemos creen que la figura del ex vicepresidente segundo del Gobierno será un factor diferencial a efectos de movilización del electorado y una plausible mayoría del bloque progresista.

Sin embargo, estos mismos sondeos que desoyen desde la candidatura de Iglesias le sitúan muy lejos de sus principales competidores en el bloque de izquierdas, pues la formación de Íñigo Errejón ha caído de pie en la autonomía y su victoria sobre los morados puede ser rotunda.  

En la formación morada creen que este 4 de mayo tanteará la potencia del ‘efecto Iglesias’ en la medida de un ciclo electoral alcista, tan anhelado después de un periodo de hemorragia que Cataluña consiguió, a tientas, frenar. El eje vertebrador de la campaña de Unidas Podemos han sido los barrios del sur y de la periferia de Madrid. Un llamamiento a la reacción de la clase obrera ante el avance del ‘fascismo’ de Vox y su futuro matrimonio con Isabel Díaz Ayuso.

Iglesias ha apelado en la campaña al “orgullo” y la “dignidad” de la clase trabajadora frente a los “privilegios” de las rentas altas, un discurso que había caído en el olvido y que el propio líder ha sacado de lo más profundo de su baúl para lograr la machada en Madrid y, de paso, salvar a su propia formación de una desaparición que se daba por hecha.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias

Su plante a Vox después de que éstos pusieran en duda las amenazas de muerte que recibió ha supuesto un punto de inflexión en su campaña electoral. No obstante, desde la formación no han dejado de reiterar la importancia que supone que las encuestas acerquen al bloque progresista a los 69 escaños.

Desde que Iglesias abandonara los estudios centrales de la Cadena SER, su argumentario se basó en alertar del inexorable avance de una extrema derecha que “ha cruzado todas las líneas rojas”. Blandió el estandarte de la lucha contra el “fascismo” de Vox y puso de relieve el carácter “deshumanizador” de esta formación, acusándolo de desplegar propaganda “filonazi”.

Por otro lado, Iglesias ha confrontado directamente con Ayuso por su gestión de la pandemia y su discurso “trumpista”. Sin ir más lejos, el dirigente morado alertó de un escenario en Madrid similar al que tuvo lugar en Washington a principios de año, cuando una multitud espoleada por el propio ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, asaltó el Congreso.

Pese a unir los discursos con el resto de fuerzas progresistas ante el avance de la extrema derecha y Ayuso, el candidato de Unidas Podemos no ha cesado en sus toques de atención al PSOE de Ángel Gabilondo. De hecho, ha instado a los socialistas a mantenerse en el “lado correcto” para adoptar posiciones de corte progresista, como acabar con el “paraíso fiscal” que el PP ha instaurado en Madrid tras más de dos décadas en el poder.

Vox confía en aguantar ante el huracán Ayuso

Las esperanzas entre las filas ultraderechistas para este 4 de mayo pasan por ser el condicionante de un nuevo gobierno del Partido Popular en la Comunidad de Madrid, después erigirse como el villano principal de la polarizada campaña. Su acto en Vallecas y los sucesivos disturbios ubicaron a Vox en el eje del debate público madrileño.

Tutelada por Santiago Abascal, Rocío Monasterio se ha movido durante este camino en un terreno plagado de insultos y ataques hacia la izquierda y hacia Ciudadanos, a quienes ha calificado de “traidores”. De hecho, entre las descalificaciones se han colado acusaciones de montaje hacia Pablo Iglesias y los miembros del Ejecutivo que han recibido amenazas de muerte en las últimas semanas. “Han organizado un montaje balístico”, espetó el líder de Vox.

Con todo este escenario, la formación ultraderechista se ha quedado lejos en su objetivo de arrinconar a Isabel Díaz Ayuso y al Partido Popular, como ocurrió en Cataluña, aunque ha conseguido separarse de las encuestas que, al principio, ponían en duda su entrada en la Asamblea de Madrid.

El líder de la formación, Santiago Abascal interviene y la candidata de Vox a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio. EP

El propio Abascal, de hecho, ha reiterado en los últimos días que el resultado de su formación no es importante, sino que lo mollar de esta campaña es sumar con el Partido Popular para evitar un Gobierno “de la muerte” y “comunista” en la Comunidad de Madrid.

Si los conservadores han planteado estas elecciones como una suerte de preludio para las generales, Vox lo ha hecho como un plebiscito sobre el futuro de Pablo Iglesias en la política. “El 4M es una encrucijada para toda España. Nos jugamos el principio del fin del Gobierno de Sánchez y que el del moño – en alusión a Iglesias – se tenga que ir a Cuba o Venezuela”, aseguró Abascal en el acto de inicio de campaña.

Ciudadanos, convencidos de su supervivencia

Ciudadanos llega a la jornada de reflexión con la amenaza de quedarse sin representación parlamentaria. El batacazo de Cataluña, el fracaso de la moción en la moción de Murcia han hecho que Edmundo Bal y sus huestes adoptaran una estrategia de campaña arriesgada, tendiendo su mano a Isabel Díaz Ayuso pese a la ruptura unilateral con Ignacio Aguado.

Los liberales, enfrascados en la lucha contra los insultos y la crispación y emergiendo como fuerza de la “moderación” frente a la violencia y a la polarización. Sin embargo, han sido pocas las encuestas que han otorgado a Ciudadanos un grupo en la Cámara regional y afrontan estas elecciones como una batalla para evitar una futura desaparición.

Ciudadanos reaccionó tarde ante el discurso del Partido Popular y el ‘milagro madrileño’. Los conservadores se apropiaron de la supuesta victoria en el terreno económico, aunque los naranjas intentaron poner los puntos sobre las íes y reiteraron por activa y por pasiva que las consejerías que impidieron el cierre de la hostelería estaban bajo su tutela. Además de esto, los liberales han tenido que hacer frente a las constantes acusaciones, por parte del PP y de Vox, de ser los responsables de este adelanto electoral.

El exvicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado; la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas; el candidato del partido a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Edmundo Bal; la vicealcaldesa de Madrid

Edmundo Bal ha planteado estas elecciones como una afrenta entre Vox y Ciudadanos por ver quién condicionará el futuro Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, además de combatir a los extremos y rehuir del cordón sanitario a la ultraderecha apelando al espíritu de consenso de la Constitución del 78.

En el cuartel general de los liberales se respira ambiente de optimismo, aunque sin perder las perspectivas. Consideran que es una tarea compleja revertir una situación que provocó, en su momento, Albert Rivera con su presencia en la “foto de Colón”. No obstante, los trackings que manejaban en Ciudadanos, según han asegurado, les ubicaban por encima del 5 por ciento y les otorgaban un grupo en el Parlamento autonómico.