Antes de que estallara la polémica por la presunta corrupción en Revuelta y su posterior choque frontal con Vox, el eurodiputado Hermann Tertsch ya había reclamado públicamente a sus seguidores que donaran directamente a la asociación. Lo hizo a través de un tuit difundido en pleno impacto social por la DANA que devastó amplias zonas de Valencia y otras regiones españolas, en el que pedía “prestar atención” al destino del dinero y advertía contra otras entidades que, según su versión, podrían acabar derivando las donaciones a “fiestas para inmigrantes ilegales con las alegres chicas de la Cruz Roja”. Un mensaje que, en aquel momento, se enmarcó en el discurso habitual de desconfianza hacia las ONG, pero que hoy se relee bajo una luz muy distinta tras la sucesión de escándalos que rodean a Revuelta.
El tuit de Tertsch no mencionaba directamente a la Cruz Roja como destinataria de fondos de la DANA, pero sí utilizaba una formulación que mezclaba inmigración, ocio y desvío de recursos, reforzando un marco ideológico ya habitual en determinados sectores de la extrema derecha. En paralelo, el eurodiputado señalaba a Revuelta como una vía “segura” para canalizar la solidaridad, incluso aportando detalles logísticos sobre la necesidad de alquilar furgonetas, camiones y combustible para operar sobre el terreno.
En aquel momento, Revuelta aún no había entrado en colisión pública con Vox. La asociación, vinculada durante años al entorno juvenil del partido, había sido promocionada por cargos y dirigentes de la formación como ejemplo de movilización social frente a las catástrofes naturales. Sus cuentas de donación circularon en redes sociales afines y fueron presentadas como una alternativa directa a los grandes organismos humanitarios.
El ultraderechista Hermann Tertsch de VOX gana 131.000 euros de dinero público y es uno de los señalados en el escándalo de estafa y desvío de fondos de Revuelta. Puso la cuenta bancaria en redes con bulos racistas contra la Cruz Roja. Si hubiera justicia acabaría en prisión. pic.twitter.com/FGAYWG4Ohi
— Fonsi Loaiza (@FonsiLoaiza) December 15, 2025
Sin embargo, semanas después, el escenario cambió de forma radical. Vox pasó de respaldar implícitamente a Revuelta a desmarcarse de manera abrupta, denunciando presuntas irregularidades en la gestión de los fondos recaudados tras la DANA. El partido llegó a hablar de posible engaño a los donantes y de una estructura opaca que no respondía a los estándares mínimos de transparencia, abriendo un conflicto que acabó judicializándose y rompiendo cualquier vínculo político entre ambas partes.
Desde Revuelta, la respuesta fue igualmente dura. La organización negó cualquier desvío de dinero, acusó a Vox de utilizarla como chivo expiatorio y defendió que las acusaciones formaban parte de una operación política para desacreditar su labor. El cruce de reproches convirtió lo que había comenzado como una iniciativa solidaria en un escándalo de alto voltaje político, con la gestión de la ayuda humanitaria como telón de fondo.
La huida hacia delante de Vox
La paradoja no ha pasado desapercibida en redes sociales, donde usuarios han rescatado el mensaje de Tertsch para subrayar las contradicciones internas del discurso de Vox. A medida que la polémica crecía, el foco dejó de estar únicamente en el contenido del tuit y se desplazó hacia el papel real que el partido había jugado en la gestación, promoción y blindaje inicial de Revuelta. Un relato que empezó a resquebrajarse definitivamente tras las informaciones publicadas por ElPlural.com.
La difusión de audios internos, publicados por este medio, supuso un punto de inflexión. En esas grabaciones se escucha a dirigentes y asesores próximos a la cúpula de Vox hablar abiertamente de la situación de Revuelta, del riesgo político que suponía y de la necesidad de contener el impacto mediático de unas irregularidades que ya se daban por conocidas dentro del partido. Lejos de presentar a Vox como un actor ajeno al problema, los audios dibujan un escenario en el que la dirección tenía conocimiento previo de los hechos y optó por una estrategia de gestión interna antes de que el escándalo saliera a la luz.
Tras la publicación de esos audios, Vox no tardó en intentar marcar distancias con Revuelta. La formación anunció denuncias, endureció su discurso público y pasó a presentar a la asociación juvenil como una entidad completamente autónoma, ajena a la estructura del partido. Sin embargo, ese intento de desligarse no terminó de cuajar. Las hemerotecas, los mensajes de apoyo previos y ahora también las conversaciones internas difundidas por ElPlural.com complicaron seriamente la construcción de un relato de desconocimiento total.
Desde la dirección del partido se insistió en que Revuelta había actuado al margen de Vox y que cualquier irregularidad debía ser investigada por la Justicia. Pero esa versión chocó con los propios hechos: la promoción activa de las donaciones, la cercanía orgánica entre ambas estructuras y el respaldo explícito de cargos públicos, incluido el mensaje previo de Hermann Tertsch, evidenciaron una relación mucho más estrecha de la que el partido intentaba proyectar en ese momento.
Revuelta, por su parte, respondió endureciendo también su posición. La asociación negó haber desviado fondos, acusó a Vox de tratar de sacrificarla políticamente para salvar su imagen y defendió que las acusaciones surgieron cuando se negó a someterse a un control directo por parte del partido. El cruce de versiones terminó de convertir el caso en una guerra abierta, con acusaciones cruzadas, comunicados enfrentados y una creciente presión mediática.