Primero fueron los audios secretos publicados por ElPlural. Ahora, nuevas grabaciones difundidas por El Mundo confirman lo que este periódico ya adelantó: Vox sabía que Revuelta tenía un problema serio con sus cuentas y trató de apagar el incendio antes de que llegara a los titulares. La cúpula de Abascal no actuó a ciegas ni por sorpresa; actuó sabiendo, y lo hizo con un objetivo claro: proteger las siglas.

Los audios ahora conocidos, correspondientes a reuniones internas celebradas en octubre, ponen voz y contexto a una estrategia que ElPlural ya había documentado en sus exclusivas: la dirección nacional de Vox era consciente de las presuntas irregularidades contables de la asociación juvenil Revuelta y debatió cómo reconducir la situación sin que el escándalo trascendiera al ámbito público. En esas conversaciones aparece de forma recurrente la preocupación por el “daño” que el caso podía causar al partido si la prensa llegaba a conocer que la cúpula llevaba tiempo informada.

En una de las grabaciones más reveladoras, publicada por El Mundo, la secretaria general adjunta de Vox, Montserrat Lluis, admite ante el secretario general de Revuelta, Pablo González Gasca, que Santiago Abascal estaba al tanto de los “pormenores del caso” y que había dado instrucciones para solucionarlo internamente. “Tenemos que adelantarnos antes de que salga un titular de que Vox está metido en esto”, afirma Lluis en una reunión celebrada el 17 de octubre en la sede de la fundación Disenso. Una frase que resume con claridad la prioridad de la dirección del partido.

Lejos de tratarse de un episodio aislado, estas palabras encajan con el contenido de los audios secretos que ElPlural ha ido publicando en los últimos días. En ellos, distintos cargos y asesores de Vox discuten abiertamente sobre la situación financiera de Revuelta, el uso de fondos recaudados para causas solidarias como la dana y las posibles soluciones para “arreglar” el problema sin que salpique a la cúpula. Las grabaciones muestran debates sobre auditorías, control de cuentas e incluso sobre la disolución de la asociación como vía para cerrar el conflicto.

Los audios también confirman la estrecha relación política y operativa entre Vox y Revuelta, una vinculación que el partido ha tratado de minimizar públicamente. En las conversaciones se habla con naturalidad de coordinación directa, de indicaciones políticas y de acciones diseñadas “porque lo demanda el partido”. Una relación que refuerza la tesis de que Revuelta actuaba como un satélite orgánico de Vox, tal y como ElPlural ya había adelantado en sus informaciones.

La cronología resulta especialmente relevante. Las grabaciones sitúan el conocimiento de las presuntas irregularidades semanas —e incluso meses— antes de que Vox anunciara la denuncia ante la Autoridad Independiente de Protección del Informante y presentara su ruptura con Revuelta como una reacción inmediata y ejemplar. Los audios, sin embargo, dibujan otro escenario: el de una dirección que primero intenta controlar, reconducir y contener el problema, y que solo da el paso de acudir a instancias formales cuando el conflicto amenaza con hacerse público y escapar a su control.

El estallido definitivo llegó a finales de noviembre, cuando exdirigentes de Revuelta denunciaron públicamente falta de transparencia contable y posibles irregularidades en la gestión de fondos, incluidas donaciones destinadas a víctimas de la dana. Algunos de ellos acudieron a la Fiscalía y se desvincularon de la organización, abriendo una guerra interna que acabó con acusaciones cruzadas y comunicados enfrentados. Revuelta, por su parte, ha negado cualquier mala praxis y ha acusado a Vox de intentar hacerse con el control de la asociación.

El relato de Vox se resquebraja con cada nuevo audio

Desde Vox, la respuesta oficial tras la querella ha sido el silencio o la amenaza de acciones legales adicionales contra quienes retoman estas grabaciones. La dirección del partido sostiene que todo se aclarará en los tribunales y niega las acusaciones de encubrimiento. Sin embargo, el contenido de los audios —tanto los difundidos por ElPlural.com como los ahora publicados por El Mundo— deja poco margen a la interpretación: la cúpula conocía el problema, temía el impacto mediático y trató de adelantarse a los titulares, exactamente como este medio adelantó en sus exclusivas.

La confirmación de estas grabaciones refuerza así el alcance y la validez de las exclusivas de ElPlural, y añade presión política a Vox, que ve cómo el relato de una actuación rápida y transparente se resquebraja frente a unas conversaciones internas que apuntan a todo lo contrario. Un caso que, lejos de cerrarse, amenaza con seguir creciendo a medida que salen a la luz nuevos audios y se profundiza en el papel que jugó la dirección del partido antes de que el escándalo estallara públicamente.

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