La cuarta entrega de los audios internos de Vox, a los que ha tenido acceso ElPlural.com en exclusiva, revela un salto cualitativo en el conflicto abierto por el dinero recaudado para las víctimas de la DANA. En esta ocasión, las grabaciones sitúan al diputado Manuel Mariscal como figura clave en las presiones al equipo de Revuelta, la organización juvenil del partido, a la que se intentó disolver para evitar que el caso derivara en consecuencias políticas o judiciales.

En esas conversaciones, Mariscal transmite sin rodeos la posición de la cúpula del partido y el mensaje que habría trasladado el propio Santiago Abascal: Revuelta debía desaparecer. “El partido no quiere Revuelta, no quiere que exista. (…) Me lo dijo a mí el propio Santiago (Abascal)”, afirma el diputado. Para justificar esa directriz, describe la idea de que Vox no tolera estructuras que puedan actuar con autonomía: “Santiago no quiere que exista nada autónomo a Vox, que surja de Vox y luego actúe de manera autónoma”.

A lo largo de los audios, Mariscal intenta suavizar la naturaleza de la presión, pero a la vez deja clara la consecuencia final para quienes rechazaran la orden: “Santiago Abascal no es una mala persona; no va a ir a por ti (…) Si hay un choque, pues inevitablemente sí que te van a despedir”. Él mismo utiliza su trayectoria interna para remarcarlo: “Yo, por ejemplo, en su día a lo mejor me pude montar la película cuando vino Álvaro (Zancajo) y pensé ‘ah pues me van a destituir a mí y todo lo están consiguiendo a base de quitarme el personal (…) Pero lo que te quiero dar a entender con esto es que yo aquí sigo, pero si me hubiera enfrentado no seguiría aquí”.

Nos marcamos la de Alvise

Las grabaciones forman parte de un conjunto de audios en los que se muestra cómo la dirección del partido trató de neutralizar la crisis generada por los miles de euros recaudados tras la DANA y que, según explican los interlocutores, “no se habían gastado en la DANA”. Las conversaciones, protagonizadas en gran parte por Arturo Villa —asesor del eurodiputado Jorge Buxadé y vinculado a Revuelta hasta hace pocos meses— se centran en cómo cerrar el asunto, no en cómo esclarecerlo.

En ese contexto aparece una frase que resume el enfoque adoptado: “Nos marcamos la de Alvise”, en referencia a la estrategia de donaciones millonarias y opacas asociada al eurodiputado Alvise Pérez. La preocupación no se limitaba al fondo recaudado, sino a la posibilidad de que la historia derivara en un escándalo que acabase involucrando directamente a la cúpula.

Durante esas reuniones, Mariscal es tajante al describir la situación interna: “Lo que yo estoy viendo con todo esto (…) es que esta situación nos está arrastrando a todos nosotros a situaciones muy dispares. A todos nos está llevando a algo malo”. Su mensaje final siempre converge en la misma conclusión: “Hay que acabar con esto por la tranquilidad de todos”.

Las grabaciones incluyen una conversación especialmente delicada entre Manuel Mariscal y Arturo Villa, en la que ambos enumeran posibles irregularidades cometidas por la organización juvenil. Villa es explícito: “Somos una asociación de mayores haciendo cosas para jóvenes. Pedimos dinero para la DANA pero lo gastamos en cosas para etarras. Hemos pagado cero euros de impuestos. Cero”. En la misma línea, advierte de las consecuencias de que el caso saliera a la luz: “Si sale algo, lo que no puede permitirse el partido es que esto salga sin que el partido actúe. (…) Revuelta pagó cero euros de impuestos. Es heavy”, además de mencionar que la organización “pidió dinero a los valencianos y no se los gastó en…”. Mariscal, lejos de desmentirlo, suma su propia hipótesis: “O Revuelta estafó a Hacienda diciendo que tal…”.

Pese a lo evidente de los audios, Villa asegura a este periódico que solo buscaba "conocer y cumplir con todas las obligaciones de la asociación". "Se debía cumplir con los fines sociales de inmediato" y "exigí a los directivos de la DANA y a su Presidente cumplir con las obligaciones con Hacienda y con los damnificados de la Dana", añade. 

Revuelta reivindica su inocencia y denuncia una campaña contra su autonomía

En contraste con estas acusaciones, fuentes cercanas a la cúpula de Revuelta aseguran a ElPlural.com que, tal y como afirmaron desde el primer momento, las denuncias por robo de dinero y desvío de fondos “son completamente falsas”. Subrayan que la entidad mantiene un compromiso firme con “la verdad y la transparencia” y piden esperar a la auditoría en curso para que quede acreditada su inocencia.

Estas mismas fuentes sostienen que la ofensiva contra Revuelta responde a una persecución política derivada de su negativa a ceder totalmente el control político y asociativo del proyecto, preservando la independencia que había caracterizado a la organización desde su origen.

Vox me ha dicho que muerto el perro se acabó la rabia

En otro pasaje de las grabaciones, Villa expone una contradicción que ilustra la magnitud del problema: “Ahora mismo estamos haciendo tuits desde Vox diciendo que no han llegado las ayudas de Sánchez y que Paiporta sigue destrozado; y tenemos 100.000 euros en la cuenta, tronco”. Añade que ese dinero se justificaba como fondos destinados a impuestos, pese a que la estructura legal no lo permitía: “Si hubiésemos usado la asociación correcta, todo sería libre de impuestos y la gente que donó de buena fe para Valencia, estaría todo en Valencia”.

Las conversaciones, sin embargo, no solo describen irregularidades económicas, sino también la orden política que habría desencadenado el intento de disolver la organización juvenil. Villa lo resume con una frase que, según su testimonio, procedía de la dirección del partido: “Vox me ha dicho que muerto el perro se acabó la rabia”.

Según su testimonio, tanto Abascal como Buxadé conocían la situación y avalaron la desaparición de Revuelta y de Asoma, la plataforma utilizada para canalizar los fondos. El mensaje que se habría transmitido internamente incluía una garantía: no se removería el pasado ni se presentaría ninguna denuncia; el objetivo era cerrar el caso. Sin embargo, esa hoja de ruta chocó con la resistencia de varios dirigentes de Revuelta. Nombres como Jaime Hernández, Santiago Aneiros o Pablo González Gasca exigieron previamente una auditoría que aclarara qué había ocurrido con el dinero donado. La negativa a disolver la organización sin esa revisión provocó una fractura interna, dimisiones, acusaciones cruzadas y, finalmente, la remisión del caso a la Fiscalía.

Ante esa división, Mariscal llegó a proponer una salida narrativa para justificar públicamente tanto la disolución como el destino de los fondos: “Se puede aceptar disolver Revuelta, y que el dinero se diga que ha pasado un año de la DANA y que Vox, perdón Revuelta, ha estado colaborando en estos meses comprando lavadoras, limpiando casas, hemos donado X cosas para X personas. Bueno, pues concluimos el año. Tenemos X dinero y se lo vamos a donar a las residencias de mayores o lo que sea”.

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