En mitad del estallido de informaciones desveladas por ElPlural.com con las que se ha conocido que Vox planificó desviar los fondos que, a través de Revuelta, se habían recaudado para las víctimas de la DANA, este viernes se ha sumado una nueva información relevante en el caso y que implica de forma directa tanto a la formación de extrema derecha como a los tres miembros de Revuelta que se negaron a las presiones de Vox por disolver la organización. 

De esta forma, según ha publicado The Objective, Jaime Hernández, Santiago Aneiros y Pablo González Casca, recientemente denunciados antes la Fiscalía por Arturo Villa y Javi Esteban, ofrecieron al partido de Santiago Abascal una auditoría externa con el fin de poder analizar a fondo las cuentas de la formación de extrema derecha pero esta se negó. Pese a que la auditoría se pagó el pasado 22 de octubre, la cúpula de Vox se ha mostrado implacable contra los tres miembros de Revuelta que la encargaron, a la vez que solicitaron todos los movimientos de Asoma, la supuesta asociación de personas mayores a través de la cual se desviaron los fondos. 

Al hilo de ello, los de Abascal han denunciado ante la Autoridad Independiente de Protección del Informante a estos tres miembros que pertenecían a sus juventudes y acusan a Hernández de haberse quedado con “cientos de miles de euros por parte de terceros de cuantiosas ayudas para las víctimas o afectados de la DANA” mediante la asociación de personas mayores. En este orden de cosas, en su denuncia Vox defiende que desconocía que “los promotores y socios fundadores de Revuelta no habían constituido una asociación con dicha denominación, sino que actuaban, bajo la apariencia o con la pantalla de una entidad denominada Asociación Social de Mayores”, pese a que en la semana posterior de la DANA el eurodiputado de Vox Jorge Buxadé pidió “colaborar económicamente” con Asoma. 

Con este telón de fondo, las fuentes consultadas por The Objective insisten en que resulta difícil que Vox no estuviera al tanto de la existencia de esta asociación y que rechazara la auditoría externa. Sin embargo, sí es cierto que los rumores sobre supuestas irregularidades llegaron hasta Enrique Cabanas, vicesecretario nacional de la Presidencia del partido. Al margen de ello, estas fuentes aseguran que de haberse producido alguna irregularidad ha sido “sin mala fe, por desconocimiento y por estar a ayudar”, aunque, señalan, “sería administrativa”. “Querían desactivar Revuelta porque no lo controlaban”, añaden. De hecho, en el comunicado que lanzó la pasada semana la organización juvenil de Vox, ya señalaban esto último. “Al no lograrlo, algunas de esas personas han optado por difundir acusaciones públicas inciertas destinadas a intentar erosionar nuestra credibilidad, por orden de los de arriba. Todo ello responde a una estrategia conocida: destruir lo que no pueden controlar. Revuelta no pertenece a ningún partido. No nos prestamos a campañas internas de intento de control político. Somos una asociación libre, digna y patriota”, rezaba el escrito.

Las presiones de Mariscal a Revuelta

La cuarta entrega de los audios internos de Vox, a los que ha tenido acceso ElPlural.com en exclusiva, revela un salto cualitativo en el conflicto abierto por el dinero recaudado para las víctimas de la DANA. En esta ocasión, las grabaciones sitúan al diputado Manuel Mariscal como figura clave en las presiones al equipo de Revuelta, la organización juvenil del partido, a la que se intentó disolver para evitar que el caso derivara en consecuencias políticas o judiciales.

En esas conversaciones, Mariscal transmite sin rodeos la posición de la cúpula del partido y el mensaje que habría trasladado el propio Santiago Abascal: Revuelta debía desaparecer. “El partido no quiere Revuelta, no quiere que exista. (…) Me lo dijo a mí el propio Santiago (Abascal)”, afirma el diputado. Para justificar esa directriz, describe la idea de que Vox no tolera estructuras que puedan actuar con autonomía: “Santiago no quiere que exista nada autónomo a Vox, que surja de Vox y luego actúe de manera autónoma”.

A lo largo de los audios, Mariscal intenta suavizar la naturaleza de la presión, pero a la vez deja clara la consecuencia final para quienes rechazaran la orden: “Santiago Abascal no es una mala persona; no va a ir a por ti (…) Si hay un choque, pues inevitablemente sí que te van a despedir”. Él mismo utiliza su trayectoria interna para remarcarlo: “Yo, por ejemplo, en su día a lo mejor me pude montar la película cuando vino Álvaro (Zancajo) y pensé ‘ah pues me van a destituir a mí y todo lo están consiguiendo a base de quitarme el personal (…) Pero lo que te quiero dar a entender con esto es que yo aquí sigo, pero si me hubiera enfrentado no seguiría aquí”.

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