El avance del escrutinio ha ido normalizando un domingo atípico en Cataluña. Si la jornada electoral amanecía enrarecida, con los servicios de Rodalies colapsados tras el robo de cobre en puntos clave y la caída del servicio ferroviario durante todo el día, el recuento de los votos ha calmado las aguas dando forma al resultado esperado por las encuestas, los politólogos y las sensaciones de la campaña. El PSC de Salvador Illa ha ganado las elecciones catalanas, Junts per Catalunya ha superado a ERC, principal perdedor de la noche y posible llave de gobierno para los socialistas catalanes, la ultraderecha ha ganado fuerza con la entrada del nacionalismo xenófobo de Aliança Catalana, el PP ha mejorado sus resultados superando a Vox, principal objetivo de los populares de cara a afrontar las europeas con una mejor dosis de esperanzas, los comunes y la CUP han resistido y Ciudadanos ha desaparecido definitivamente en la tierra que otrora les vio nacer, ganar y soñar.
La noche ha avanzado tal y como se esperaba. Los socialistas han ganado unas elecciones que desde hace tiempo presagiaban su victoria. Lo han hecho, además, cosechando su mejor resultado histórico. No obstante, la calma no durará mucho tiempo. Tras la celebración, tocará remangarse tanto en Barcelona como en Madrid. Al inevitable traslado de sensaciones que se depositará en las sedes generales de los partidos nacionales, que ahora utilizarán este empujón para encarar la campaña de cara a las elecciones europeas, se suma un horizonte de escenarios inciertos con los pactos poselectorales. El independentismo no suma, dando la razón al socialismo de Pedro Sánchez y restando fuerza a quienes antaño dividieron a la nación; no obstante, el PSC de Salvador Illa tampoco lo tendrá fácil. Habrá que esperar a ver qué rumbo adopta el republicanismo catalán, con una ERC que deberá decidir si mira al futuro anclándose en el eje independentismo-españolismo o se reconvierte a la vieja dualidad izquierda-derecha.
A la espera de analizar el futuro, por el momento es tiempo de reflexión y de detenerse en el presente más inmediato. Tres titulares marcan la jornada electoral: el PSC supera incluso a los pronósticos y Salvador Illa es el único con condiciones para convertirse en president; el independentismo no suma mayoría absoluta por primera vez desde 1980; y la única vía para que la repetición electoral no sea una realidad sería la suma entre PSC-ERC y los comunes.
Una gran victoria para el socialismo que da la razón a una estrategia nacional encabezada por Pedro Sánchez desde el Palacio de La Moncloa. Desde la mesa de diálogo hasta los indultos, el cambio de la ley de malversación o la amnistía -todavía en visos de materializarse y herramienta que podría ser utilizada en las negociaciones poselectorales-. Un tiempo de concordia, según sostienen insistentemente desde Ferraz, que ha hundido al independentismo y ha resquebrajo los viejos ejes que provocaron el 1-O, la fuga de Puigdemont, la crisis de prestigio y el ridículo internacional.
Todo en manos de ERC
La papeleta principal se jugará en los despachos de Esquerra Republicana. La formación soberanista ha sufrido un duro revés en las elecciones. La estrategia de Pere Aragonès, que adelantó los comicios en busca de un resultado garantista, ha sido desoladora para las esperanzas de los republicanos. Ahora toca repensar la estrategia en el partido de Oriol Junqueras, quien sufrió la cárcel por un sueño que ahora se desvanece.
El ambiente en la sede republicana era de incertidumbre desde primera hora. La demoscopia y la vuelta al ruedo de Carles Puigdemont hacían muy complicado un buen resultado para los republicanos. Entre aplausos, cerca de las 22.45 horas de la noche, era el propio Aragonès el encargado de consumar la evidencia: "Hemos cosechado un mal resultado. La apuesta por el diálogo para resolver el conflicto no ha sido bien valorada por la ciudadanía. La polarización ha ganado y será cosa del PSC y de Junts decidir el futuro de Cataluña", ha remarcado.
Un mensaje de incertidumbre a futuro que marca el inicio de las negociaciones. Por el momento, el president de la Generalitat asume que estarán en la oposición, rechazando así formar parte de un hipotético nuevo Govern junto a PSC y los comunes. Una situación de llave de Gobierno que, no obstante, no resulta nada cómoda para los republicanos.
A esto habrá que añadirle la presión de Junts per Catalunya. Desde el exilio, ha sido el propio Puigdemont el encargado de pedir a sus hasta ahora socios soberanistas que no dé su apoyo al socialismo de Illa: "Somos la única fuerza independentista que suma. No obstante, no ha sido suficiente para ampliar el espacio electoral por culpa de la campaña españolista que llevamos advirtiendo desde hace tiempo. Este hecho obliga al independentismo a repensar su estrategia futura. De otra parte, un gobierno tripartito sigue siendo una mala opción para el país y para Cataluña. Sobre todo liderado por un Gobierno liderado por quienes han promovido el caos en Rodalies”.
La primera victoria: volver a la normalidad
Cuando el escrutinio aún no había dado a su fin, Ferraz ya aplaudía un resultado histórico. Por los números, pero también por devolver la normalidad a la región del procés, del pulso soberanista, de las urnas en las calles: "La campaña en Cataluña ha sido como la de cualquier otro territorio. Servicios públicos, salarios, empleo… las cosas que importan en el día a día de los catalanes. Eso ya es pasar página y abrir un tiempo nuevo con Salvador Illa. Las opciones independentistas llevaban 40 años sumando mayoría absoluta en el Parlament, hasta hoy".
"La única opción para gobernar Cataluña es Salvador Illa. Las medidas del Gobierno de Pedro Sánchez para volver a la convivencia en Cataluña reciben hoy un aval y un impulso muy importante", proseguían estas fuentes, pasando posteriormente a valorar los resultados cosechados por el PP.
"El PP lleva dos cuartos puestos seguidos en elecciones celebradas en España. Euskadi y Cataluña. Las elecciones europeas se plantean ya como un plebiscito para Alberto Núñez Feijoó, que solo aspiraba a superar a VOX en estas elecciones y ha asumido un discurso ultraderechista", indicaban. "Alberto Núñez Feijóo deberá dar cuenta de la irrelevancia de su partido en las dos últimas elecciones que han tenido lugar en nuestro país. Un partido que dice aspirar a ser el gran partido nacional no puede vertebrar España con unos resultados tan raquíticos en territorios tan importantes", sentenciaban.
Pasadas las 23.00 horas, llegaba el turno del protagonista de la noche. Salvador Illa, entre aplausos, anunciaba su voluntad de concurrir a la presidencia de la Generalitat. Lo hacía, además, recordando la importancia de lo sucedido: “Tras 45 años de historia, el PSC ha ganado en votos y escaños las elecciones de Cataluña. Ningún catalán quedará fuera de esta nueva etapa que hoy abrimos”.
Un importante mensaje en el que Illa ha querido acordarse del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien ha agradecido sus políticas de concordia adoptadas desde el Consejo de Ministros que han posibilitado este cambio de escenario en Cataluña. "Una nueva etapa" cerrada en el cuartel general de los socialistas catalanes al ritmo de Celebration, de Kool & The Gang.
Más xenofobia y sorpasso en la derecha
En el lado opuesto de la balanza, el partido particular que se jugaba en la derecha española, el PP ha cosechado un buen resultado llegando a la cuarta posición y dando el ansiado sorpasso a Vox a costa de Ciudadanos, que ha desaparecido del mapa catalán constatando que son una opción que fracasó hace tiempo.
El resultado, muy celebrado tanto en Génova como en el resto de baronías populares, da pie a un inicio de campaña catalana apasionante. Con Sánchez y Feijóo volviendo a dominar, con un cruce de mensajes en clave nacional que finalizará con el round definitivo el próximo domingo 9 de mayo, día en el que los españoles están llamados a las urnas para decidir la representación española en la Eurocámara.
Pese al buen resultado del PP, en Vox también han resistido, igualando su número en escaños y mejorando el porcentaje de voto. Dentro del particular juego en la derecha, donde Génova pensaba en dar un buen bocado a la ultraderecha española, los de Abascal han resistido y miran al futuro en el mismo punto de partida.
Siguiendo con la extrema derecha, ha sido llamativa también la entrada del partido xenófobo Aliança Catalana, liderado por Silvia Orriols, quien, fiel a su estilo, no ha querido felicitar a Salvador Illa por la victoria aduciendo que ella no felicita a “imperialistas”.