Desde que la deriva independentista catalana echó a andar animada por aquella impugnación del estatuto ante el Constitucional por parte del PP en 2007, junto con el órdago de determinados elementos del movimiento nacionalista que, después se le fue de las manos, muchas otras instituciones se han visto, queriendo o sin querer, arrastradas por este movimiento liderado primero por Artur Mas y luego por Cales Puigdemont.

Una de ellas es el F.C. Barcelona. No es extraño que se identifique al club azulgrana con el independentismo, debido a que sus dirigentes, en más de una ocasión, se han mostrado partidarios de Cataluña como nación, para lo cual, incluso, han permitido que en las instalaciones del club se celebren actos políticos.

Esos movimientos los ha acabado pagando el propio equipo, en sus diferentes modalidades deportivas, en los desplazamientos por España. Los medios de comunicación conservadores han arremetido en muchas ocasiones con la ‘ideología’ del Barça, mientras que los deportivos lo han hecho desde su perspectiva, es decir, reprochando por inapropiada la mezcla de deporte y política.

En Galicia, hay un club de fútbol de primera división cuyo máximo accionista ha dado muestras de sus inclinaciones políticas más de una vez: el Real Club Celta de Vigo. Su presidente, Carlos Mouriño, mantiene desde hace tiempo un conflicto abierto con el Ayuntamiento de la ciudad olívica y, en concreto, con su alcalde, el socialista Abel Caballero, a propósito del Estadio Municipal de Balaídos.

Sus supuestas inclinaciones políticas hacia el Partido Popular no parecen contribuir a calmar los ánimos. De hecho, muy criticada fue su decisión de permitir que en la sede del R.C. Celta diese Alberto Núñez Feijóo junto con Pablo Casado una especie de mitin camuflado en una serie de eventos denominados #forosVigo, y que estaban organizados por la propia formación conservadora.

Un presidente muy 'popular'

La iniciativa y la elección del lugar generó polémica. Muchos no entendían la mezcla de política y deporte, a pesar de que desde el club alegaron que el PP alquiló sus dependencias. No era Cataluña, era Galicia, aunque la diferencia se encontraba en el carácter independentista de los primeros y españolista de los segundos. Pocos medios compararon ambos supuestos.

Ahora han pasado casi dos años de esa situación, pero algunos se acuerdan de ella con lo que está pasando en Mos, localidad de la provincia de Pontevedra de 15.100 habitantes. No descartan que la buena relación de Mouriño con el PP tenga algo que ver con lo sucedido con la nueva Ciudad Deportiva del Celta. No se construye en Vigo, sino en la citada localidad, muy próxima, eso sí, pero a diferencia de la anterior, gobernada por una alcaldesa ‘popular’, Nidia Arévalo, joven promesa de la formación aunque con alguna polémica anterior en su mochila.

La semana pasada, Feijóo acudió a la que se supone que ha sido la inauguración de dichas instalaciones deportivas. Él fue el invitado estrella, junto a la regidora. Abel Caballero, primer edil de la ciudad del Celta y la presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, también de Vigo, no. Ambos son socialistas.

Feijóo en la inauguración de la ciudad deportiva del Celta, junto con la alcaldesa de Mos y el presidente del club (Foto: Xunta de Galicia).

El presidente de la Xunta inauguró unas instalaciones que todavía no están concluidas, pero que, según señala Cristóbal López, de Ecoloxistas en Acción, a ELPLURAL.COM puede responder a la estrategia necesaria para “el posterior recorrido judicial” que esperan que tenga este asunto, para que, de alguna manera, “puedan alegar que ya se fue presentando poco a poco”.

Lo hizo en medio de pancartas contra la misma porque, según denuncian los representantes de la comunidad de montes, los terrenos en los que se levanta la nueva infraestructura del equipo celeste tienen la calificación de rústicos de especial protección forestal y para acoger lo que ahora se levanta en ellos se siguió un procedimiento un tanto llamativo.

“Se plantea una expropiación sin darle un valor prevalente al suelo, es decir, no hablamos de un hospital, de una carretera, o algo similar”, explica López. Además de recalcar que se trata de “un monte comunal, que está trabajado”, habla de un “trato de favor” porque tras la expropiación se produce la correspondiente recalificación de estos terrenos que pasan de rústicos con una especial protección a terciarios. El visto bueno lo da el Ayuntamiento 'popular' de Mos y luego la Xunta ratifica esa modificación del Plan General de Ordenación Urbana.

Pero aquí no se quedó la cosa. Además de estas acciones que afectan a 1 millón de metros cuadrados, resulta que el Real Club Celta, para su Ciudad Deportiva Afouteza deja atrás la licencia que se marca para el proyecto de construir dos campos de fútbol y una especie de almacén “como tendrían los equipos pequeños para unos pequeños vestuarios”, y prepara tres campos de entrenamiento y un edificio “de aproximadamente unos 2.000 metros cuadrados”, indica a este medio Cristóbal López. Y esto sin olvidar, “aunque ellos no lo mencionan nunca” que el proyecto incluye un “macrocentro comercial”.

Al margen de las acciones legales puesto que el caso ya está en conocimiento de la Fiscalía, no en vano, las obras son de tal calado que López ha mostrado su convencimiento de que “afectará al tema del agua y, por lo tanto, al abastecimiento de la localidad, aunque desde el Ayuntamiento digan que no”. Por ello, Ecoloxistas en Acción son optimistas en cuanto al recorrido judicial de este asunto.

¿Preparando la venta del Celta?

El día de la inauguración, los invitados al acto se encontraron diferentes pancartas de la comunidad de montes de Tameiga, así como a algunos de sus representantes. Desde el Ayuntamiento, quizás para que los invitados y los medios de comunicación presentes no pudiesen ver esas quejas, decidieron trasladar camiones de bomberos. Las protestas, estos vecinos, ya las habían hecho un año antes, cuando se puso la primera piedra de un proyecto que va a cambiar la fisonomía de una zona rústica, de monte que “dicen que mejorará con el proyecto porque se eliminan eucaliptos y se evitan incendios”, recuerda López.

Imagen de los coches de bomberos junto al autobús del R.C. Celta.

Están convencidos de que se trata de un “pelotazo urbanístico en los montes comunales” y que sus promotores tendrán que “hacer frente a las múltiples denuncias que ponen en tela de juicio su legalidad”.

También aclara a ELPLURAL.COM que “no tenemos nada en contra de esos campos de fútbol siempre que sean legales, pero también sabemos que esto es una especie de caballo de Troya que conducirá a la expropiación y recalificación del resto del monte”.

Muchos se preguntan ¿qué gana el R.C.Celta con esto? El punto de mira se pone en su propietario, Carlos Mouriño. Hace algún tiempo en Vigo surgió el rumor de la posible venta del club a un inversor chino. El revuelo contra el máximo accionista fue enorme.

Para algunos colectivos, este movimiento de Mouriño busca dar valor a una entidad deportiva que, ahora mismo, al margen de los propios jugadores, no dispone de elementos evaluables económicamente, puesto que los campos de entrenamiento actuales no son de su propiedad y el Estadio de Balaídos es del Ayuntamiento.

Pero ¿con un macrocentro comercial y una ciudad deportiva propia podría ser atractivo el Celta para un inversor extranjero? Si a la ecuación se le incorpora un nuevo campo de fútbol, entonces las incógnitas están más cerca de ser despejadas.