Madrid ha sido esta semana el escenario de un mal espectáculo de variedades. Los ciudadanos han asistido, atónitos, a una absurda guerra por el relato comandada por Isabel Díaz Ayuso contra el Gobierno de Pedro Sánchez, obligándole a decretar un estado de alarma en la región para asegurar el confinamiento perimetral tras el rechazo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM).

El TSJM denegó este jueves el paquete de medidas impuesto por el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Un duro golpe para la Administración central, que halla su explicación en la falta de voluntad de Ayuso para adoptar las medidas requeridas por el Ejecutivo. La ausencia de predisposición del Gobierno autonómico es palpable al comprobar cómo el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León sí ha ratificado las restricciones.

Al contrario que el tribunal castellanoleonés, el TSJM justifica que es necesario un “sustento legal” para lesionar los derechos fundamentales o, en su defecto, una Ley Orgánica y Ordinaria que lo avale. En este sentido, mientras Castilla y León publicó la orden de Illa en el Boletín Oficial de la región, Ayuso se limitó a vomitar el mandato de Sanidad sin ampararse en argumentos jurídicos.

Una maniobra que tan sólo constituye la punta del iceberg de la estrategia adoptada por Isabel Díaz Ayuso. De hecho, Ciudadanos, sus socios en el Ejecutivo, han reiterado, por activa, por pasiva y por perifrástica, que la “situación no es buena”.

En los días previos al fallo del TSJM, las llamadas de Ignacio Aguado a la prudencia y al diálogo se ahogaban en la euforia que despertaba un inusitado – e increíble – descenso en el número de contagios. Los populares ya preparaban las botellas de champán, que esperaban ser descorchadas en cuanto se pronunciase la Justicia, como así ocurrió.

Enmascarando el inmovilismo bajo una pátina de preocupación, desde el Gobierno de la Comunidad de Madrid se advirtió de que estudiarían medidas para contrarrestar la decisión judicial y mantener así unas restricciones que se antojan imprescindibles para frenar esta nueva acometida del coronavirus.

Illa convocó al Grupo Covid para hallar una solución conjunta y entonces llegó la segunda maniobra de Ayuso para provocar el movimiento de Moncloa.

Desplante a Sanidad

El ministro de Sanidad propuso a la Comunidad de Madrid una reunión urgente del Grupo Covid en el marco de una nueva fórmula para aplicar las medidas restrictivas en la región. Pero el encuentro no llegó a celebrarse y el gobierno madrileño justificó su plante a Salvador Illa con reuniones con los técnicos en pos de una orden “trabajada, completa y sencilla”.

Entre tanto, Sánchez ya había advertido a Ayuso de que utilizarían todos los recursos posibles para "proteger la salud de los madrileños". La presidenta regional agotaba la paciencia de Moncloa y el jefe del Ejecutivo convocó un Consejo de Ministros extraordinario para decretar el estado de alarma.

Objetivo: estado de alarma

Este anuncio provocó la reacción de Ayuso, quien había llamado a Sánchez para arañarle más tiempo con el fin de diseñar una orden inquebrantable. El presidente le instó a que la solución estuviera presta y dispuesta antes de las 8:30 de la mañana de este viernes, hora en la que se había convocado inicialmente el Consejo de Ministros.

Pero Ayuso reclamó más tiempo para pensar al Gobierno central. Deseo concedido. El ejecutivo madrileño arañaba unos minutos más que le servirían, a la postre, para empujar a Sánchez a decretar el estado de alarma en la región con el fin de culparle ante la opinión pública.

Y así ha ocurrido. Ayuso ha tenido sobre la mesa las tres opciones que le facilitó Moncloa y la alternativa de Ciudadanos, que esquivaba el estado de alarma. De hecho, la propuesta de los liberales se basaba en elaborar una orden como la castellanoleonesa. Un as bajo la manga que dejaría a Madrid exenta de la amenaza de la alarma.

Ayuso no escuchó a nadie. Ni siquiera descolgaba el teléfono para atender las llamadas desde Génova, que coincidían con los intentos de Moncloa y del Gobierno para conversar con la presidenta. Su objetivo estaba marcado: obligar a Pedro Sánchez a hacer uso de la temida arma constitucional y culpar al Estado del trágico destino de la autonomía madrileña.

Así las cosas, con la aprobación del Consejo de Ministros, Ayuso mandaba a Escudero a dar la cara a la rueda de prensa para exponer unas medidas que jamás verán la luz y apelar a la responsabilidad de los madrileños. La estrategia de la dirigente autonómica ha servido a la derecha española para acusar al Gobierno de activar un "155 sanitario". Ayuso ha convertido a Madrid en la Cataluña del "Espanya ens roba" para su cruzada contra Sánchez.