El pasado 31 de enero el portavoz de Más País-Verdes Equo, Íñigo Errejón, presentó una proposición no de ley con la que instaba al Gobierno a crear permisos laborales de hasta dos semanas a los acompañantes de personas en riesgo de suicidio.

La iniciativa planteaba que el permiso lo otorgaría el profesional que atiende la situación de alto riesgo y será solicitado por aquellas personas en situación de riesgo de suicidio para ser cuidadas y acompañadas.

Así, el permiso se concedería a la persona acompañante y cuidadora designada por el paciente y se renovaría semanalmente con un máximo de dos semanas. Este permiso, además, se financiaría con fondos públicos para que la persona acompañante no renuncie a su salario.

Poco menos de un mes después de ser presentada, el 23 de febrero de este año, el Congreso de los Diputados aprobaba por unanimidad -340 votos a favor- la proposición de no ley. Dejando una imagen poco habitual del hemiciclo.

El suicidio en España en datos

Según el estudio ESEMeD, que se centra en valorar las ideas y conductas suicidas de la población general, un 4,4% de los españoles piensa en suicidarse al menos una vez en su vida y un 1,5% lo intentará.

Los datos oficiales proporcionados por la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y el INE (Instituto Nacional de Estadística) indican que la tasa de suicidios consumados en España es de 7 por cada 100.000 habitantes. Desde 2014 hasta 2022 la cifra de personas que se ha suicidado según datos del INE es de 25.911. Siendo la principal causa externa de mortalidad, muy por encima de los accidentes de tráfico, y con una clara tendencia al alza.

Asimismo, otro estudio que se está desarrollado por la Universidad de la Rioja desde el pasado año con 6.000 jóvenes de entre 14 y 19 años provenientes de diferentes comunidades autónomas ha arrojado los siguientes datos: 

El 19% de los jóvenes encuestados ha deseado estar muerto al menos una vez en el último año. El 15% tiene ideas de quitarse la vida. El 7% ha planificado suicidarse en un momento concreto. Y un 61% de los jóvenes ha buscado en internet y redes sociales información sobre cómo suicidarse.

Mitos y realidades del suicidio

Comúnmente, se cree que las personas que se suicidan -y también las que piensan en ello- son muy distintas a los demás. Se piensa que solo cometerán suicidio aquellas personas que tienen problemas graves o diagnósticos previos. No obstante, esto es un mito completamente falso.

Desde la página web oficial del Consejo General de la Psicología de España comparten una ‘Guía informativa para la detección y prevención del suicidio’ en la que desmontan cinco extendidos mitos sobre el suicidio:

Mito Realidad
“Preguntar sobre suicidio es peligroso ya que puede provocarlo” Todo lo contrario: los estudios indican que hablar sobre el suicidio con una persona que está en riesgo, no solo no le incita o le “da ideas”, sino que suele ayudarle a sentirse mejor, reduciendo el riesgo.
“Quien amenaza con suicidarse no comete un acto suicida” Falso: cualquier aviso o amenaza supone un riesgo y debe tomarse en serio y tratar el tema.
“Solo las personas con problemas graves se suicidan” En absoluto: son muchas y muy diversas las situaciones que pueden llevar a una persona a plantearse el suicidio. La falta aparente de problemas “graves” no conlleva que no haya riesgo.
“Algunos intentos son para llamar la atención” Falso: los intentos de suicidio son factores de riesgo muy importantes. Cualquier tipo de intento debe tomarse en serio se recomienda buscar ayuda de un profesional de la salud.
“Acercarse sin preparación médica o psicológica a una persona en riesgo es perjudicial para ella” No, cualquiera puede ayudar en la prevención: mostrando interés, cercanía y comprensión, y motivando a la persona a pedir ayuda profesional.

Factores protectores de la conducta suicida

El Consejo General de la Psicología explica también en su guía que existen una serie de factores que pueden actuar como protectores de la conducta suicida. Estos están relacionados con aptitudes y actitudes personales, apoyo social y familiar, y recursos públicos a los que acudir en caso de necesidad.

Entre estos factores encontramos ciertos hábitos saludables que se pueden seguir -uno solo o con ayuda profesional- para mejorar nuestra salud mental. Tales como:

  • Evitar la violencia para la resolución de conflictos o superación de problemas.
  • Aprender a modular la ira.
  • Aprender a controlar los impulsos.
  • Confiar en uno/a mismo/a.
  • Desarrollar habilidades sociales y comunicativas.
  • Abrirse a nuevos conocimientos y experiencias que nos aporten otras personas.
  • Llevar un estilo de vida saludable que favorezca la salud física y mental.

Asimismo, existen algunos recursos personales que nos alejan de las ideaciones suicidas y evitan comportamientos nocivos contra nosotros mismos. Como son:

  • Comunicar el estado emocional y pensamientos a familia, amistades y personas de confianza.
  • Permanecer acompañado/a en los momentos de crisis.
  • Evitar o alejarse de cualquier situación potencialmente perjudicial.
  • Evitar el consumo de alcohol, drogas u otras sustancias.
  • Relacionarse, participar en actividades culturales, de voluntariado, de ocio en grupo, deportivas, etc.

Identificar las señales de alerta contribuye a la prevención

Es evidente que nadie puede saber exactamente lo que piensan otras personas, pero sí se pueden advertir ciertos indicios de ideación suicida. Estos indicios no son otra cosa que señales de alerta que podemos aprender a identificar en personas en riesgo de quitarse la vida. Las más significativas son las siguientes

  • Habla de suicidarse y/o lo verbaliza directamente: “Quiero matarme”
  • Hace comentarios como: “No seré un problema por mucho tiempo” o “Si me pasa algo, que sepáis que...”.
  • Comunica sentimientos de soledad y aislamiento.
  • Manifiesta emociones contenidas de alejamiento y huida.
  • Expresa sentimientos de impotencia, inutilidad, fracaso, pérdida de autoestima, desesperanza...
  • No responde a los elogios.
  • Tiene dificultades para comer o dormir.
  • Muestra cambios radicales en su comportamiento.
  • Se aleja de sus amistades y/o actividades sociales.
  • Pierde el interés en sus aficiones, sus estudios o su trabajo.
  • Regala sus posesiones más preciadas.
  • Corre riesgos innecesarios.
  • Pierde el interés en su apariencia personal. Su autocuidado es deficiente.
  • Se observa un aumento en el consumo de bebidas alcohólicas o de drogas.
  • Cierra asuntos, visita o llama a personas para despedirse.
  • Piensa que su sufrimiento es muy grande o que ha durado tanto que siente que ya no puede con él.
  • Piensa constantemente en la muerte como un medio para no sufrir.
  • Tiene ideas definidas sobre cómo quitarse la vida.
  • Le da vueltas a problemas que cree que no tienen solución. Sobrepiensa.
  • Escucha voces que le instruyen a hacer algo peligroso.
  • Empeora un posible estado de depresión -tristeza profunda-.

Además, las personas que tienen pensamientos suicidas experimentan algunos sentimientos concretos que nos servirán como señal de alerta. Estas personas se sienten normalmente incapaces de superar el dolor, de pensar claramente, de tomar decisiones, de ver posibles alternativas, de dormir, comer o trabajar, de salir del estado depresivo en el que se encuentran, de imaginar un futuro sin sufrimiento, de valorarse a sí mismas, de escapar de la tristeza o de controlar la situación.

Uno de los mayores indicadores del riesgo de suicidio es la desesperanza: el estado emocional que nos lleva a no afrontar los problemas o no ver el futuro con ilusión, siendo incapaces de luchar y pedir ayuda.

Las señales que se han mencionado pueden darse en la vida cotidiana de cualquier persona sin suponer necesariamente ninguna alarma. Sin embargo, si estos indicios se ven acompañados de otros factores de riesgo sociodemográficos, psicológicos o clínicos, han de vigilarse con mucha atención.

Lo que podemos hacer como familiar o amigo

Si te encuentras en la situación de tener a una persona de tu entorno en riesgo de quitarse la vida o que muestra ciertas señales de ideación suicida, existen herramientas y estrategias que se pueden llevar a cabo. Algunos ejemplos serían los siguientes:

  • Ser directo. Hablar clara y abiertamente sobre el suicidio. Expresando tu preocupación y mostrándote dispuesto a escucharle siendo empático y manteniendo la calma. Permitiendo que la persona hable de sus sentimientos.
  • Ser amable con la persona y hablar abiertamente de sus problemas. Aceptando sus sentimientos, sin juzgar ni cuestionar si el suicidio es o no correcto. Evitando dar opiniones sobre el valor de la vida.
  • Acercarse y mostrarse disponible. Mostrando interés y ofreciendo tu apoyo. Buscando tranquilizar a la persona en riesgo de quitarse la vida.
  • Nunca desafiar a la persona a que lo haga. Tampoco mostrarse espantado, eso solo provocará que aumente la distancia entre los dos.
  • No prometer confidencialidad: no se deben guardar esas ideas suicidas como un secreto. Es importante buscar también ayuda entre otros de sus familiares y amigos.
  • Explicar que hay alternativas disponibles, sin caer en los consejos típicos y fáciles. Proponer a esa persona iniciar una terapia psicológica sin imponer nada y sin controlar de manera excesiva.

Asimismo, desde ElPlural.com recordamos que existen varias líneas telefónicas disponibles si tú o una persona cercana a ti se encuentra en riesgo de cometer suicidio.

Por un lado, existe la Línea 024 que promueve el Ministerio de Sanidad para la atención de la conducta suicida. La cual no pretende reemplazar a la consulta con un profesional sanitario, pero sí ayudará y orientará a personas con ideaciones suicidas o a sus allegados, contactando con los servicios de emergencia del 112 en caso de fuera necesario. El 024 es un servicio de alcance nacional, gratuito, confidencial y disponible las 24 horas al día los 365 días del año.

Por otro lado, también está disponible el Teléfono de la Esperanza, disponible las 24 horas del día y durante todos los días de la semana que en España es el 717 003 717. Este teléfono pertenece a una organización no gubernamental (ONG) de voluntariado, de acción social y de cooperación para el desarrollo, que ofrece un servicio integral y gratuito de apoyo a las personas que se encuentran en situación de crisis.